Julio MármolNOTICIA01.10.2023 – 07:00h
Los extraterrestres llegaron a España en 1985, dos años después de que ya se hubiesen hecho con los Estados Unidos. Tras décadas de películas y novelas sobre invasiones galácticas, la sociedad esperaba encontrarse con criaturas verdes, de cabeza desproporcionada y ojos sin pupilas, pero los extraterrestres resultaron ser muy diferentes: su comandante, por ejemplo, era una mujer de pelo negro y rizado, fuerte mandíbula y labios rojos. O, al menos, lo era la mayor parte del tiempo.
La serie V, protagonizada por Jane Badler, estuvo compuesta por tres miniseries diferentes: la primera de ella, Los visitantes, tuvo dos episodios; la segunda, La batalla final, tres capítulos; y la última, diecinueve. Debido a que V fue cancelada, la trama principal no alcanzó a resolverse: los seguidores de los reptilianos tuvieron que esperar a la publicación del libro The Second Generation, en 2008, o al remake de 2009 para saber qué ocurría con aquellos siniestros visitantes, liderados por Diana.
No todos los extraterrestres eran temibles: algunos, como Willie, eran pacíficos y acabaron uniéndose a la Resistencia contra su propia raza, en repulsa a los actos perpetrados bajo el mando del personaje al que dio vida Jane Badler. La identidad real de Willie, el lagarto bueno de V, no deja de ser paradójica, pues hablar de él es hacerlo, también, del hombre responsable de las peores pesadillas del cine de terror: Freddy Krueger.
Cansado de colegas y raritos
Que no te engañe la segunda parte de su carrera: Robert Englund no siempre fue un monstruo. De hecho, sus primeros años en el mundo audiovisual parecían apuntar en una dirección completamente diferente. Después de ser rechazado para los papeles de Lance en Apocalypse Now y de Han Solo en La guerra de las galaxias, Robert Englund se deslizó hacia las producciones de bajo presupuesto: actuó para Roger Corman y Tobe Hooper, entre otros.
En las audiciones, los directores de reparto vieron en el rostro de Robert Englund una energía bonachona y afable que, como el de Freddy Krueger, se quemaría poco después. Sus personajes eran, como dijo en una entrevista para Gamespot, “siempre los mejores amigos, los colegas, los raritos de la historia”. Y Willie, en V, no fue la excepción.
Por eso, cuando Wes Craven hizo correr la voz por Hollywood de que estaba buscando a un tipo que quisiera ponerse bajo un sombrero agujereado y matar, uno a uno, a un grupo de inofensivos adolescentes, Robert Englund alzó la mano sin pensárselo dos veces y el director de Las colinas tienen ojos le calzó en ella, como si fuese el zapato de cristal de la Cenicienta, un guante rematado por afiladas cuchillas.
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