Por Antonio Salgado Borge*
Era obvio que la invitación del Congreso de México a Jaime Maussan en calidad de experto en vida extraterrestre terminaría en una faramalla. Lo que pocos esperábamos es que alcance niveles de espectáculo deplorable y termine dando la vuelta al mundo.
Tras recibir la invitación de Sergio González Luna (Morena), Maussan, tenía dos opciones principales sobre su mesa.
La primera era tomar esta oportunidad inesperada de hacerse pasar por un experto serio. Para ello no hacía falta descubrir el hilo negro. La estrategia más común utilizada por los charlatanes para estos efectos es una y la misma: intentar borrar la frontera entre la ciencia y la pseudociencia.
La segunda posibilidad para Maussan era apretar el botón de la opción nuclear; es decir, presentarse como el personaje que casi todas las personas mexicanas conocen y llevar su circo completo. Es bien sabido que Maussan optó por esta alternativa, llegando al extremo de exhibir dramáticamente objetos en ataúdes en calidad de cuerpos extraterrestres.
Me incluyo entre quienes en un inicio interpretaron los saldos de esta tragicomedia desde un enfoque pesimista. No es para menos. En México las imágenes de los pequeños ataúdes colocados en nuestro recinto legislativo, y presentadas con apoyo de recursos públicos, han sido ampliamente, y con razón, sobradamente ridiculizadas.
También han sido cubiertas con una mezcla de incredulidad y azoro por los medios más importantes del mundo (incluyendo a instituciones periodísticas tan serias y diversas como The Guardian, El País, The New York Times, la agencia Reuters, la BBC, revista especializada en ciencia y tecnología Wired o el sitio de periodismo explicativo Vox).
Sin embargo, recientemente he cambiado de parecer. Y si lo he hecho es porque considero que de lo ocurrido se desprende un efecto positivo que merece ser rescatado: la oportunidad dorada de poner en su justo lugar al “trabajo científico” de Maussan y de nuestro Congreso.
Para ver por qué, empecemos con los supuestos cuerpos extraterrestres que Maussan llevó al congreso, Wired nos recuerda que estudios antropológicos y arqueológicos concluyeron que los cuerpos que Maussan presenta como no humanos son “seres humanos pre-colombinos que han sido modificados con propósitos comerciales”. A grandes rasgos se trata de “creaciones hechas con base en huesos de animales y humanos unidos con pegamento sintético”.
Tan este es el caso que un estudio publicado en el Journal of Biology and Biomedicine demostró que uno de los “cráneos extraterrestres” estaba hecho, en realidad, de restos deteriorados de una llama. A ello hay que sumar que el Comité Mundial para el Estudio de Momias se vio en la necesidad de alertar que estamos ante una “irresponsable campaña organizada con fines de desinformar”.
Lo único que podría decirse en defensa de Maussan es que se trata de un hombre cuya falta de recursos epistemológicos o cognitivos le ha llevado a estar genuinamente convencido de la verdad de lo que dijo ante el Congreso.
Pero incluso esta línea de defensa es demasiado caritativa. En un extraordinario reportaje, Vox presenta un recuento de la historia detrás de estos objetos cuyos componentes, una vez ensamblados, echan de cabeza cualquier lectura caritativa.
La historia de los “cuerpos extraterrestres” que Maussan presentó en el Congreso Mexicano es la siguiente. Entre 2016 y 2017 algunas piezas fueron descubiertos en Nazca, Perú, restos de cuerpos desarticulados. Desde aquel momento, surgió el “Proyecto Alien”, un grupo destinado a organizar conferencias y supuestos estudios sobre las ya denominadas “momias de Nazca”.
De acuerdo con Vox, el principal líder de esta campaña es un conocido pseudocientífico llamado Thierry Jamim, quien falsamente afirma ser arqueólogo y quien fue quien surtió los “cuerpos extraterrestres” cuyo origen Maussan dice no poder revelar.
Un elemento crucial en esta historia es que Thierry Jamin y el “Proyecto Alien” sabían muy bien que estaban lidiando con falsificaciones. Tan este es el caso, que atribuyen el origen de estas momias a una misteriosa persona llamada Luis Quispe a quien presentan como “un hombre que posee un secreto increíble” y que colabora con “ladrones de tumbas”. En realidad, Quispe ha sido identificado como un hombre dedicado a manufacturar monigotes con el fin de demostrar lo fácil que es engañar a la gente diciéndoles que son cuerpos extraterrestres. Y Jamin lo sabe.
El reportaje de Vox pone énfasis en que la alianza entre Jamin y Maussan es consistente con un hecho relevante: estamos ante personajes con perfiles semejantes. Una y otra vez, “descubrimientos” promovidos con certeza y supuestas pruebas en la mano han sido exhibidos como falsificaciones. Entre los “grandes éxitos” de Maussan se encuentran los siguientes:
- Presentar un ser extraño denominado “La Criatura de Metepec” que resultó ser un mono desollado.
- Promover, en 2015, un fraude llamado “las diapositivas de Roswell”. Lo que se supone era una foto de un cuerpo extraterrestre, resultó ser un niño de dos años momificado.
- Asegurar, en 2016, haber descubierto un “hada-demonio” que luego vendió en $10,000 dólares. Después de hecha la operación, se reveló que el objeto era una mezcolanza de un murciélago, palos de madera, resina y otros objetos diseñados para engañar.
- Entrar al “Salón de la Vergüenza” (una especie de contra-salón de la fama) de la organización UFO Watchdog, una organización dedicada a exhibir a defraudadores que buscan lucrar con el fenómeno OVNI.
Dos conclusiones principales se desprenden de esta serie de elementos.
La primera es que Maussan no sólo no es un “experto” en materia de vida extraterrestre (algo de suyo evidente); tampoco es el inocente crédulo delirante que tantas personas imaginan.
Estamos ante un individuo que, a pesar de que conoce las evidencias sobradas que indican que trafica con falsificaciones, sigue caminando sobre la misma línea. Y que cada vez que puede, se reúsa a que los objetos que presume sean estudiados por personas o instituciones expertas y dedicadas a las ciencias relevantes. O por ponerlo en términos más directos, ante un timador dispuesto a tomar cualquier vitrina para reafirmar su posición en un ecosistema global construido para lucrar con las debilidades epistémicas y cognitivas de millones de personas.
La segunda es que al presentar a un embaucador en calidad de experto, Sergio González Luna y el Congreso mexicano, en cuyas manos está la responsabilidad de decidir sobre presupuestos y leyes en materia de ciencia y educación, se han exhibido como anfitriones de la pseudociencia o charlatanería y facilitadores de una red internacional de embaucadores profesionales.
En un sentido, invitar a Maussan para hablar de la posibilidad de vida extraterrestre es como invitar a Walter Mercado a dar una cátedra de astronomía o al doctor Chunga a explicar las posibilidades que ofrece la fisión nuclear para el futuro de México. Pero hay otro sentido en que la invitación a Maussan es más grave: Mercado, un astrólogo, y Andrés Bustamante, un comediante, se dedicaban al entretenimiento; ninguno se hubiera presentado ante el Congreso a dar lecciones sobre asuntos relacionados con la ciencia buscando reforzar sus vínculos con quienes se benefician de teorías de conspiración infundadas.
Para fines de este análisis, lo importante es que la exhibición de Maussan en el Congreso, y ante los ojos del mundo, como un charlatán de ida y vuelta tiene el potencial de generar anticuerpos para defendernos de futuras iteraciones de este tipo de eventos.
Esto podría ser una buena noticia en un contexto en que la búsqueda de vida extraterrestre ha sido calificada como uno de los grandes asuntos de nuestro tiempo. Personas e instituciones dedicadas a la ciencia está convencidas de que en las próximas dos décadas encontraremos marcadores de vida en otros planetas.
También lo es si consideramos que la discusión sobre objetos no identificados en la Tierra es de la mayor relevancia. Lo es, en primer lugar, porque representa un asunto de seguridad nacional para varios países, pero también porque existe una investigación en curso para entender el origen de estos objetos.
En medio de estos dos asuntos tan importantes, lo último que necesitamos es que personajes como Jaime Maussan sean tratados como expertos o que el Congreso Mexicano lidie con temas importantes con la seriedad con que lo hacen los más lamentables programas de entretenimiento de TV Azteca o de Televisa.
Después de la exhibición que nos han brindado, dudo mucho que algo así pueda volver a ocurrir próximamente.
*Profesor Asociado de Filosofía en la Universidad de Nottingham. Doctor en Filosofía por la Universidad de Edimburgo.
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