“Hay una fascinación global sobre los Fenómenos Anómalos No Identificados”. Con estas palabras, que encajarían en un capítulo de la mítica serie The X-Files, arrancaba su comparecencia pública el administrador de la NASA, Bill Nelson, la semana pasada. Si alguien hubiera permanecido en hibernación durante los últimos 50 años y hubiera despertado en ese preciso instante para escucharle hablar de “avistamientos”, quizá habría pensado que se trataba de una ficción. Pero el jefe de la NASA y las otras tres autoridades que lo acompañaban en la presentación del nuevo informe hablaban muy en serio. Y anunciaron, con toda pompa y solemnidad, que la agencia no encontró ninguna prueba de que los FANI (el nombre ampliado y remozado de los OVNIS de toda la vida) tengan un origen extraterrestre, pero que seguirán investigando.
La NASA admite que no tiene datos para aclarar el origen de fenómenos aéreos no identificados
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Esta estrategia de la NASA fue recibida con división de opiniones en la comunidad científica, aunque predominan las cejas levantadas. La agencia espacial se suma al esfuerzo iniciado previamente por el Pentágono en esta materia en nombre de la “seguridad nacional” y al revuelo causado por el subcomité del Congreso de Estados Unidos que el pasado mes de julio pidió al Gobierno que informara de los datos que tiene sobre los FANI tras escuchar a una serie de exmilitares hablar de supuestas tecnologías extraterrestres y de sus “ocupantes no humanos”. A pesar de ser un campo sembrado de pseudociencia y fantasías enloquecidas, la NASA quiso ofrecer sus medios a la causa y reclama fondos para invertir en instrumentos de observación y ayudar a aclarar la cuestión. Con el objetivo, en palabras de Nelson, de “que la conversación sobre los UAP pase del sensacionalismo a la ciencia”.
“Inexplicado no es inexplicable”
Pero, ¿es oportuno este cambio de criterio de la NASA en medio de una espiral de irracionalidad planetaria y la multiplicación de las teorías conspiranoicas? Para el astrofísico Daniel Marín, especialista en la carrera espacial, el informe sobre los UAP (Unidentified Anomalous Phenomena, en inglés) no es un error en sí mismo, pero sí lo son los términos en que está redactado. “La cuestión es que tras décadas de avistamientos no se ha observado nada que no pueda ser explicado por causas naturales o humanas”, indica. “Lo más grave es que esta iniciativa da alas a los partidarios de conspiranoias y teorías negacionistas de todo pelaje que tanto abundan estos días. La NASA abre una caja de Pandora con este informe porque nunca se podrá demostrar que los FANIS/OVNIS no existen”.
Aún más crítico se muestra el periodista científico Luis Alfonso Gámez, especializado en la historia de la ufología, que conoce al dedillo los entresijos de la cuestión desde sus inicios. “Lo de la NASA es básicamente ‘dame el dinero que te investigo lo que quieras’, es un paripé para parecer imprescindibles”, señala. En su opinión, el arranque de esta nueva fiebre por los OVNIS hay que situarlo en un reportaje sensacionalista publicado por The New York Times en diciembre de 2017, que “pone muy nerviosos a los prebostes de Washington y empiezan a preguntarse si hay ingenios espías chinos y rusos circulando”. Es entonces cuando se acuña la nueva terminología de FANIS, para borrar el mito del platillo volante y los alienígenas y llevar la discusión a un nuevo terreno. “Todo esto es fruto de un grandioso malentendido”, sostiene Gámez. “El informe de la NASA parte de un primer presupuesto falso, el de que los UAP son uno de los mayores misterios del mundo, porque inexplicado no es inexplicable”.
Para Gámez, en el informe de la NASA hay una afirmación cierta y muy razonable, que los datos son muy pobres como para sacar ninguna conclusión. Pero el hecho de que queden entre un 2 y un 5% de casos con datos demasiado vagos y sin explicación, lo que se conoce en investigación como “residuo”, no es una prueba de nada. “Si voy a la policía y le pregunto cuántos crímenes tienen sin resolver —ejemplifica — saldrán más del 2% y los agentes no recurrirían ni a Drácula ni al Hombre Lobo para explicarlos”. Para el periodista, que el Pentágono y la NASA sigan hablando de fenómenos inexplicados muestra que no conocen la historia del fenómeno OVNI. “El informe es absolutamente innecesario y es una metedura de pata muy gorda”, sentencia. “Esto es volver a 1947, si Carl Sagan levantara la cabeza, les daría una colleja (golpe en la nuca)”.
Las luces que vio Pedro Duque
Como todo el que viajó al espacio, el astronauta de la ESA y ex ministro de Ciencia, Pedro Duque, está muy acostumbrado a que le pregunten si vio algo “raro” allí arriba. “Desde mi experiencia personal, los 20 días que estuve en el espacio y pude mirar por la ventana algunos ratos, por supuesto que no vi cosas raras”, explica. “Lo que más llama la atención, aparte de toda la belleza de la Tierra, es que por abajo ves luces que van a mucha velocidad y te sorprenden. Y tus compañeros, que han estado allí antes, te explican que son los meteoros que entran en la atmósfera, como las Perseidas, que los ves debajo”. Esa es la única cosa un poco llamativa que se ve en el espacio, apunta, pero “todo es sorprendente hasta que te lo explican”.
Por supuesto que no vi cosas raras. Todo es sorprendente hasta que te lo explican
Pedro Duque
— Astronauta de la ESA
En su larga carrera, Duque conoció a más de 200 astronautas, algunos de los cuales estuvieron en el espacio hasta un año. “Y todos, sin ninguna excepción, me han dicho que lo que ellos han visto es todo perfectamente explicable, y que si yo veía algo, me lo podían explicar”, asegura. “Ha habido gente que ha estado días enteros mirando por la ventana en algunos momentos que ha habido tiempo para eso, gente que ha hecho infinitas fotos de todo y jamás nadie ha hecho la más mínima indicación de que le pareciera que hubiera ningún misterio”.
Sobre la oportunidad del informe de la NASA, Duque está en el bando de los escépticos, aunque con algunos matices. “Me da la impresión de que verdaderamente no hay nada de qué hablar, es decir, estamos como estábamos”, explica a elDiario.es. “Hay una serie de datos suficientemente borrosos para que la gente se quede con ganas de estudiar más, pero ningún fenómeno verdaderamente remarcable o que no podríamos explicar si lo midiéramos bien”. También cree que detrás del cambio de posición de la NASA hay una vocación de trasparencia y servicio público. “Supongo que se debe a una voluntad más bien política de demostrar que se quieren implicar en todas las cosas que exige la población, que se atiende y se dedican los recursos a lo que la gente demanda”.
Contra el monopolio pseudocientífico
En un terreno intermedio está también la astrofísica Eva Villaver, nueva directora de la Oficina de Espacio y Sociedad de la Agencia Espacial Española, quien cree que cualquier aproximación científica al tema siempre es buena, a pesar de que no haya ningún tipo de evidencia que nos haga tener un interés especial en esto. “Obviamente, como científica que se dedica al estudio de exoplanetas, que tienen que ver con la existencia de vida extraterrestre, abogo por la investigación científica de estos fenómenos; otra cosa es dejar fuera las teorías de la conspiración y el amarillismo”, asegura. “Es importante que la gente se dé cuenta de que no se está intentando ocultar información, sino todo lo contrario”.
Es importante que la gente se dé cuenta de que no se está intentando ocultar información, sino todo lo contrario
Eva Villaver
— Directora de la Oficina de Espacio y Sociedad de la Agencia Espacial Española
El astrofísico y divulgador Juan Ángel Vaquerizo cree que los científicos suelen ser reacios a los anuncios grandilocuentes de la NASA, pero considera que esta vez la agencia trata de sentar las bases futuras para que estos temas no entren en el campo del sensacionalismo. “Han dado unas pautas sobre qué se debería hacer para estudiar de la mejor manera posible los UAP que se detecten en el futuro, qué tipo de análisis sería necesario hacer a todas esas observaciones, qué tipo de datos son necesarios y de qué calidad deben ser los datos para un análisis correcto de todos estos fenómenos”. Y esto no solo es correcto, sino que es muy necesario para afrontar el tema con seriedad.
El más favorable a la nueva posición de la NASA es el geólogo planetario y astrobiólogo Jesús Martínez-Frías, que participa desde hace años en misiones con la agencia espacial y cree que es un paso importante para que el foco se ponga sobre los hechos reales y no en las fantasías. “Hacer ciencia a mí nunca me parece mal”, subraya. “Me alegro de que la NASA se adentre en este terreno de nadie que habían monopolizado los pseudocientíficos. Si nosotros dejamos este terreno de nadie vacío, no nos extrañe que lo ocupen otras personas y que hagan daño a la sociedad con sus teorías”. Para Martínez-Frías, el argumento de que la NASA lo hace para conseguir financiación no es suficiente para invalidar este proyecto, como tampoco lo es que en el pasado ya se analizaran científicamente este tipo de hechos. “Los temas se revisan continuamente, no sé por qué no se va a poder revisitar sin complejos”, afirma. “Tenemos que estar en disposición de estudiar un fenómeno de la naturaleza que es real y no sabemos cuál es su origen”.
Me alegro de que la NASA se adentre en este terreno de nadie que habían monopolizado los pseudocientíficos.
Jesús Martínez Frías
— Geólogo planetario y astrobiólogo (IGEO-UCM-CSIC)
A diferencia de otros científicos, que creen que este tema estaba más que zanjado, Martínez-Frías ve una magnífica ocasión para avanzar en el conocimiento, también si se trata de simples fenómenos atmosféricos. “Me recuerda mucho al inicio de la astrobiología, cuando había argumentos muy parecidos y quien se preguntaba para qué se iba a crear si no disponíamos de ninguna evidencia de vida extraterrestre, y hoy la astrobiología es una disciplina asentada”. ¿Y sobre el hecho de que esto dé alas a los defensores de las teorías ufológicas más disparatadas? “Creo que los conspiranoicos están en modo ‘pataleo’ y están quedando en evidencia, intentando mezclar churras y merinas, como lo que han sacado sobre las momias”. “Es verdad que Sagan y otros lo estudiaron en su momento, pero no tenían los medios que tenemos ahora”, concluye. “A veces hay que arriesgarse, porque si no nunca avanzaríamos. Si nos negáramos a investigar, nunca encontraríamos ni una sola evidencia”.
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