Son dos especies temidas en toda la galaxia: en una esquina del ring, máquinas de matar absolutamente implacables y con un ciclo reproductivo que los convierte en algo así como los insectos gigantes más letales del cosmos; en la otra, una raza de cazadores curtidos a base de aniquilar especies que han ido encontrando por todos los rincones del universo, poseedores de una tecnología y unas costumbres orientadas exclusivamente a la caza y la batalla.
Y a veces, como aterrorizados espectadores casuales, un puñado de humanos que solo pueden echar a correr para que no les salpique la virulencia del choque. ‘Alien vs. Predator‘ es una de esas ideas que parece un sueño húmedo parido por un fan de la ciencia-ficción violenta.
En cierto modo, así nació, pero su popularidad ha hecho que, como las respectivas sagas de Alien y de Predator, sus tentáculos se extiendan en todo tipo de medios. Videojuegos, comics, libros y, por supuesto, algunas películas, han ido narrando los distintos asaltos de esta guerra eterna. Hoy revisamos el origen y la evolución de una batalla que no tiene visos de acabar a corto plazo.
Arrancan las hostilidades
En la segunda mitad de los ochenta las franquicias de ‘Alien’ y ‘Predator’ pasaban por una época ciertamente turbulenta: en 1986 se estrenó ‘Aliens‘, convirtiendo el horror cósmico de la película de Ridley Scott de 1979 en acción marine con bichos; y en 1990 llegaba ‘Depredador 2‘, secuela del clásico moderno de la acción selvática (también con bicho) ‘Depredador‘, de 1986. En esta segunda parte se encuentra uno de los primeros choques entre las dos razas, aunque como se suele decir, en diferido.
Se trata de un guiño para fans en el clímax de ‘Depredador 2’, cuando el sudoroso Danny Glover sube a la nave del Predator y ve un muro lleno de trofeos: cráneos de criaturas alienígenas de todo tipo. Uno de ellos es, inequívocamente, de un xenomorfo.
La película del enfrentamiento tardaría en llegar, pero en cualquier caso, algo menos de un año antes del estreno de ‘Predator 2’, la editorial que explotaba los personajes de Alien y Predator en formato cómic, Dark Horse (desde 1988 y 1989 respectivamente), ya se había planteado también un cruce.
La idea original surgió de reuniones entre ejecutivos de Dark Horse y de DC Comics, en principio con vistas a un cruce de superhéroes y monstruos. Finalmente, el editor de Dark Horse Chris Warner sugirió mantener los crossovers dentro de propiedades de la casa para simplificar las cosas (aunque más adelante, personajes como Batman se enfrentarían a ambas razas alienígenas).
La idea fructificó en una historia en tres partes que se incluyó en 1989 en los números 34 a 36 de la colección antológica ‘Dark Horse Presents’. El tercero de ellos fue el primero en ostentar el título ‘Aliens vs. Predator’ (cuidado con este lío: en ocasiones «Aliens» va en singular, en ocasiones en plural, pero se entiende que ambas acepciones hacen referencia a la misma saga). También, en portada, exhibía por primera vez el choque de ambas razas de bestias. El éxito y la aceptación del público propició una miniserie.
Los cómics: aquí empezó todo
Un mes después de estas tres breves historias, y tras un extraordinario recibimiento de los lectores, se dio luz verde a una miniserie de cuatro episodios, escrita por Randy Stradley y dibujada por Phil Norwood y Chris Warner. Ya en ‘Dark Horse Presents’ se abundaba en la eterna historia de «planeta alienígena marco de la guerra entre aliens y predators», y la miniserie desarrolló esos mimbres: los habitantes humanos del planeta-colonia Ryushi se convierten en aterrorizados testigos del choque entre extraterrestres.
Dos elementos de interés tiene esta miniserie que se repetirían sin cesar, con distintas variantes, en sucesivas películas y cómics. Por una parte, una superviviente humana, Machiko Noguchi, es respetada por un clan Yautja (una de las dos razas de predators) por su valor y capacidades para el combate: Noguchi inspiraría, claramente, al personaje de Lex Woods en la primera película de 2004, ‘Alien vs. Predator’). Por otra parte, se detallan los rituales de los predators con mucha más precisión que en las películas, más vagas y misteriosas a la hora de dar detalles sobre las costumbres de los cazadores, y cuya mitología se ha construido esencialmente en los tebeos de Dark Horse.
En los años siguientes, y hasta 1999, Dark Horse editaría un buen número de series limitadas de esta batalla sin cuartel: se volvió ocasionalmente al formato de capítulos breves en revistas recopilatorias y números sueltos, y se cruzaron sin problemas con las series ‘Aliens’ y ‘Predator’, conformando un pequeño microcosmos. Por ejemplo, ‘Aliens vs. Predator: Deadliest of the Species’, una serie limitada de 12 episodios escrita por Chris Claremont y dibujada por Jackson Guice, continuaba ‘Aliens: Outbreak’, con la Tierra liberada tras una temporada invadida por aliens.
Entre las miniseries más destacables de esta etapa se pueden mencionar ‘Aliens vs. Predator: Duel‘, de dos números, secuela directa de la primera miniserie, de nuevo ambientada en el planeta Ryushi y con la presentación en sociedad del letal Predalien. O la estupenda ‘Aliens vs. Predator: War‘, de cinco entregas, que continúa narrando las desventuras de Machiko Noguchi. El one-shot ‘Aliens vs. Predator: Booty’ nos presenta a una Reina Alien.
Y la fabulosa ‘Aliens vs. Predator: Eternal’, escrita por Ian Edginton y dibujada por Alex Maleev, presenta a un humano que se ha mantenido vivo 700 años gracias a una tecnología predator robada. En 1999 las series de ‘Aliens’ y ‘Predator’ entraron en una especie de hiato de una década, aunque la saga ‘Aliens vs. Predator’ no quedó suspendida de forma tan radical debido al estreno de la película de Paul W. Anderson.
Así, la novela gráfica ‘Thrill of the Hunt’, de 2004, servía para enlazar la película con la continuidad de los comics anteriores, así como con el futuro lejano descrito por ‘Alien: Resurrección’ (1997). También aprovechaba algunas propuestas de la película de 2004, como las pirámides construidas por los predators para enfrentarse a los aliens. Tuvo una secuela en 2008, ‘Civilized Beasts’.
En 2009 se reactivaron todas las sagas y se unificaron en una línea temporal. En el caso de ‘Aliens vs. Predator’ fue con ‘Three World War’, una estupenda serie de seis números que tomaba detalles argumentales de la recién estrenada ‘Predators’, como la idea de una guerra civil entre razas de depredadores. En la misma línea iban ‘Fire and Stone’, que intentaba encajar la caótica ‘Prometheus’ con un gran evento que abarcó todas las colecciones, algo que se intentó repetir con otro mega-evento reciente, ‘Life and Death’.
El complemento ideal a los comics (aparte de sagas-dislate divertidísimas y fuera de continuidad como ‘Aliens vs. Predator vs. The Terminator’, ‘Superman and Batman Versus Aliens and Predator’ o ‘Aliens vs. Predator/Witchblade/Darkness: Overkill’) son las novelas. En ellas se siguió desarrollando la mitología predator especialmente, y aparte de adaptaciones de la película y algunas miniseries, es destacable la reciente ‘Alien vs. Predator: Armageddon’ de Tim Lebbon, que forma una trilogía junto a ‘Predator: Incursion’ y ‘Alien: Invasion’.
Guerra galáctica interactiva
Solo cuatro años después de la aparición de los primeros comics, llegó el turno de los videojuegos. El primero aterrizó en 1993 para Super Nintendo, un beat’em-up de desarrollo lateral ambientado en el planeta Vega 4, donde aparecen unos huevos de alien que motivan una llamada de auxilio por parte de los colonos. Los predators interceptan la llamada y acuden a reventar humanos y aliens. El jugador toma el control de uno de los predators que, al estilo de la recreativa ‘Aliens’ de Konami, tendrá que fundir una buena cantidad de xenomorfos en todos los estados de desarrollo, jefes incluidos, aunque de un modo más físico y directo.
El juego es estupendo -quizás algo confuso-, frenético y con escenarios muy variados, de unas alcantarillas a un bosque, pasando por el interior de una nave y un enfrentamiento final con una Reina Alien. El título tuvo una simpática réplica en el mecánica y argumentalmente similar, aunque obviamente más limitado, ‘Alien vs Predator: The Last of His Clan’ para Game Boy. Llegó solo un año después e hizo un interesante trabajo de atmósfera y ambientación con recursos muy modestos.
Un año después, en 1994, aterrizarían dos auténticos hitos para la franquicia: por una parte, el arcade de Capcom ‘Alien vs. Predator‘, ya técnicamente con el desarrollo y estilo de un beat’em-up típico de la casa (fue desarrollado para la placa CPS-2, donde se programaron juegos como ‘Marvel Super Heroes vs. Street Fighter’ o ‘Darkstalkers’).
Permitía la participación de tres jugadores y escoger entre cuatro personajes: dos soldados humanos (uno de ellos claramente inspirado en el Schwarzenegger de ‘Depredador’) y dos predators, que se enfrentan a los aliens en un planeta Tierra infestado de bichos. Frenético, colorista, violento, ruidoso, y nunca portado a sistemas domésticos.
El otro hito del mismo año fue ‘Alien vs. Predator’ para Jaguar, el memorable fracaso portátil de Atari. Este juego de los británicos Rebellion (famosos por esta franquicia y por ‘Sniper Elite’) tenía como gran novedad la posibilidad de jugar como marine, alien o predator, todos enfrentándose en una base militar humana hasta los topes de carne de cañón. El resultado es altamente asfixiante y con mecánicas diferenciadas: el predator tiene puntos de honor, el marine variedad de armas, el alien puede infestar humanos y moverse por los conductos de aire… una maravilla altamente innovadora y muy imitada.
En 1999, Rebellion lanzó el auténtico bombazo: la versión para PC de su original de Jaguar, mejorándolo en todos los aspectos, pero sobre todo en velocidad y acabado gráfico, con distintos filtros de visión según la raza del personaje y que garantizaban la inmersión total en la violentísima acción. El resultado fue un éxito descomunal que permitió al estudio vivir parcialmente de las rentas desde entonces, y vinculó el enfrentamiento entre aliens y predators de forma definitiva a los videojuegos. El juego disfrutó de una interesante secuela en 2001 (con ideas como la experimentación con presos y xenomorfos).
El resto de los títulos de la franquicia van de lo curioso (‘Extinction’ para PS2 cambia la acción frenética por la estrategia en tiempo real, con desiguales resultados) a lo más bien pocho (‘Aliens vs. Predator’ de 2010, una reformulación de las esencias de la saga sin demasiado interés). Entremedias, ‘Aliens vs. Predator: Requiem’, una modesta adaptación de la segunda película para PSP de 2007 donde solo se podía dar vida a un predator en entornos terrestres.
‘Alien vs. Predator’: la película que no convenció a casi nadie
Sinceramente, no entiendo lo mal consideradas que están la película de Paul W. Anderson de 1999 y su secuela para el fan medio, el mismo que habitualmente demuestra muchas más tragaderas con otras franquicias de éxito.
Sencillas, directas y con body-counts muy generosos (sobre todo la segunda) son películas hechas por y para fans, y que dan todo lo que se puede pedir a producciones de estas características: abundan en la mitología de aliens y, especialmente, la de los predators, enfrenta a los eternos enemigos cuerpo a cuerpo y hay un montón de humanos que caen como moscas. La primera especialmente es puro pulp de bichos galácticos cabreados y tiene una mala fama que no le hace ninguna justicia.
Debido a sus peculiares características, el proceso de preproducción de ‘Alien vs. Predator’ fue largo y pesaroso, y aunque tardó años en fructificar, comenzó a prepararse tras el éxito de los primeros comics de Dark Horse. En 1991 Fox encargó un guión a Peter Briggs (‘Hellboy’), con Roland Emmerich como posible director, que no vio la luz. El productor John Davis pasó una década intentando poner de acuerdo a los seis productores de las respectivas sagas de ‘Alien’ y ‘Predator’ para que cedieran los derechos.
El siguiente guión lo desarrollaron James DeMonaco (director y guionista de la serie ‘La purga’) y Kevin Fox (‘Negociador’) que no prosperó, pero que ya acariciaba la idea de situar la acción en la Tierra, en una nave accidentada de predators llena de huevos de xenomorfo.
Finalmente, se llevaron el gato al agua Paul W. S. Anderson y Randy Bowen gracias a su inspiración en las obras de Erich von Däniken, un antropólogo alucinado que afirma que las construcciones primitivas de la Humanidad, como las pirámides, son obra de extraterrestres.
Anderson introdujo en el guión la idea de la destrucción de civilizaciones a manos de los predators cuando se veían sobrepasados por los aliens (todo ello se cuenta en un flashback que está entre lo más evocador e interesante de la película). Redujo el número de cazadores de los cinco inicialmente previstos a tres y reconoció la influencia de un clásico literario: ‘En las montañas de la locura’, conectando el horror xenomorfo con el lovecraftiano -algo que ya estaba presente de forma muy sutil en la película original de Ridley Scott-.
La película se ambientó en la Antártida, aparte de para tener un entorno hostil, para que no se contradijera con la continuidad de las películas, ya que personajes del futuro como Ripley no debían conocer a los xenomorfos. En cualquier caso, las películas de ‘Alien vs Predator’ no se consideran canon, mucho menos después de que Guy Pearce interpretara en ‘Prometheus’ el papel al que aquí da vida Lance Henriksen y que se hablara de los xenomorfos como una creación de laboratorio, un siglo después de la acción de la película de Anderson.
El resultado es una película cuyos problemas son evidentes; tira de tópicos muy gastados en la construcción de personajes, y la mitología alien (no así la predator) no se aprovecha muy bien. Pero también son obvias sus virtudes; la devoción con la que contempla a los monstruos, a los que Anderson ve como seres míticos, y a los que se esfuerza en dar todos los momentos de gloria posibles (aliens en todos sus estados de desarrollo, todos los gadgets de los predators…).
Incluso algunas cuestiones que se han señalado siempre como fallos, como que la acción tarda en llegar, particularmente no los veo tan problemáticos: la construcción del suspense, lentamente y a través del escenario, es ágil e inteligente.
Sin duda, al fan medio le molesta la asumida condición de subproducto de la película, que abiertamente no quiere contar el choque épico definitivo entre ambas especies, pero eso no hace sino sumarle un particular encanto a la producción, que asume con orgullo su condición de serie B. Y hay más: el empleo de efectos especiales prácticos, con un discreto y muy medido uso del CGI, el montaje de las secuencias de terror y acción, claro y sencillo… siempre que tengamos claro que vamos a ver wrestling entre extraterrestres y no una secuela hecha y derecha de ‘Alien’, pocos aspectos discutibles tiene esta simpatiquisima escaramuza.
‘Aliens vs. Predator 2’: ahora, por los alrededores
Algo inferior a su precedente, ‘Aliens vs. Predator 2’ tiene no pocos puntos de interés. El primero, sin duda, es su tremenda brutalidad, que hace que -en sintonía con otra secuela contemporánea muy especial, la del remake de ‘Las colinas tienen ojos’- esta segunda parte parezca más una explotación italiana de los ochenta que una continuación oficial. En ‘AvsP2’ se presentan continuamente personajes para liquidarlos sin parar, y los primeros que caen son aquellos que suelen librarse en producciones más comedidas…
Los hermanos Strause, habitualmente técnicos de efectos especiales, se encargaron de la dirección después de que un guión suyo fuera descartado para la primera entrega. Tras dejar de lado ideas como la abducción de humanos para que hagan de carnaza en un planeta de entrenamiento de predators (algo que se maquillaría para ‘Predators’) o la caída de una nave predator en plena Guerra de Afganistán (ésta se usaría en el comic promocional ‘Sand Trap’, regalado con una edición en DVD del film), Shane Salerno (‘Armageddon’) acabó escribiendo la epopeya del enfrentamiento entre aliens y predators en la Tierra.
De nuevo confiando en los efectos prácticos más que en los digitales (es decir, bien de marionetas y prótesis, aunque para ahorrar, el interior de la nave predator se hizo con CGI), la película destaca por su extrema violencia, que le llevó a recibir una insólita calificación R. Secuencias como todas las relativas a la maternidad (con una matanza de inocentes fuera de plano o un parto no muy apto para estómagos sensibles) son de una brutalidad fuera de lo común.
Por desgracia, el resultado queda algo deslucido por una planificación oscura y que a menudo no deja que el espectador se recree en lo que sucede (justo lo contrario de lo que sucedía en la primera entrega), lo que quizás delata la mano poco experta de los directores. El Predalien que debutaba en la anterior entrega y que aquí vemos con toda su gloria tampoco se aprovecha como se debiera, y acaba siendo un alien más, pero con rastas.
Una producción simpática, en fin, irresistible en su mostrenca visualización de la violencia, pese a que se criticó que ni aliens ni predators hacían honor a su fama de letales y a su extrema inteligencia, aspecto en el que son fácilmente superados por unos humanos que tampoco destacan por su brillantez.
Que la franquicia no haya tenido más secuelas pese al arrollador éxito en taquilla (y el final abierto de la segunda parte) delata el interés de Fox de no quemar sus dos propiedades. Puede que ahora, pasado el tiempo y calmadas las aguas tras las secuelas de ‘Alien’ de Ridley Scott, la nueva entrega que está rodando Fede Álvarez, el proyecto de serie del creador de ‘Fargo’ y el reboot de la saga ‘Predator’ que dirigió Dan Trachtenberg, ‘Prey: La presa‘, sea el momento perfecto de retomar este choque de titanes extraterrestres.
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