Quizá nunca se sepa qué eran los objetos volantes sin identificar derribados la semana pasada por cazas estadounidenses, pero Washington empieza a plantear hipótesis y dejar otras de lado. Para empezar, el lunes insistieron en que no hay ningún indicio de que sean extraterrestres —la tesis más disparatada, pero que un general había preferido no descartar, dando alas a la especulación—. Este martes, además, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, ha añadido que nada indica tampoco —“por ahora”— que se trate de artefactos chinos, como el globo derribado la semana anterior.
Ni extraterrestres, ni chinos. La tesis que se abre paso es que se tratase de objetos inofensivos, probablemente globos o artilugios similares, que se lanzaron con fines comerciales o de investigación, según ha expuesto Kirby este martes en una rueda de prensa telefónica. El día anterior ya había explicado que, al menos aparentemente, los aparatos no contaban con mecanismos de propulsión propios, sino que se movían a merced del viento. Este martes ha insistido en que no hay tampoco indicios de que pertenezcan a los servicios de inteligencia de otros países.
“No se descarta la posibilidad de que se trate de globos simplemente vinculados a entidades comerciales o de investigación y, por tanto, benignos. Eso muy bien podría ser, o podría surgir, como una explicación principal aquí”, ha señalado Kirby. Tampoco hay certezas, ha admitido.
Restos no recuperados
El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional ha reconocido que encontrar los restos de los objetos derribados está siendo una tarea difícil y que cabe la posibilidad de que no se recuperen. Para empezar, eran objetos pequeños que han recibido el impacto de un misil de corto alcance a miles de metros de altitud. Además, han caído en zonas difícilmente accesibles.
El objeto derribado el viernes cayó sobre las aguas territoriales estadounidenses del norte de Alaska, en gran medida congeladas en pleno invierno. El del sábado, en un área remota y escarpada del noroeste de Canadá. Y los restos del derribado el domingo se cree que se han hundido en las profundidades del lago Hurón. Kirby ha confirmado que el caza que disparó a este último objeto, aparentemente de forma octogonal, falló en el lanzamiento de su primer misil.
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Tras la aparición del globo chino equipado con antenas y al que Washington atribuye fines de espionaje (que Pekín niega), Estados Unidos ha ajustado los parámetros de sus radares. Por lo general, es difícil detectar objetos que se mueven a gran altitud y poca velocidad, pero con esos cambios en los filtros, aparecieron varios objetos volantes sin identificar la semana pasada (en Alaska, la región canadiense del Yukón y sobre el lago Hurón).
Tanto demócratas como republicanos han pedido más transparencia e información en relación con estos incidentes. Este martes, representantes del Gobierno del presidente, Joe Biden, han acudido al Senado para dar explicaciones a puerta cerrada sobre los últimos incidentes.
Los republicanos criticaron al presidente por dejar al globo chino atravesar el país de punta a punta sin derribarlo antes, algo que el Gobierno justificó en los riesgos que la caída de los restos podían suponer para la población en tierra. Además, Kirby replicó el lunes desde el atril de la sala de prensa de la Casa Blanca que el supuesto programa de espionaje chino ya estaba en marcha durante la presidencia de Donald Trump: “Funcionaba durante la Administración anterior, pero no lo detectaron. Nosotros lo detectamos. Lo rastreamos. Y lo hemos estado estudiando cuidadosamente para aprender todo lo que podamos”, señaló.
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