Fuego y pólvora: Así se ilumina el cielo mexicano en fiestas patrias

¿Quién no ha quedado hipnotizado con los cuetes que resaltan en la oscuridad de la noche? ¿A quién no se le ha iluminado el rostro con los brillantes colores de la pirotecnia? Sí, es septiembre y llegaron las fiestas patrias.

Cuando nos hablan de la pólvora es inevitable pensar en China, su milenaria inventora, y las maravillas que hace con los fuegos artificiales. Sin embargo, México también tiene una importante tradición pirotécnica que cautiva a nacionales y extranjeros.

Y es en San Mateo Tlalchichilpan, poblado de Almoloya de Juárez, en el Estado de México, donde Fernando Fuentes ha dedicado su vida al oficio de la pirotecnia, el cual aprendió de su padre, quien a la vez aprendió del suyo.

Cuando se le pregunta acerca del nombre de su fábrica –Pirotecnia Ovni- Fernando cuenta que se inspiró en una empresa que le contrató hace más de 16 años llamada Omni, “además, los ovnis, iluminan el cielo, así que cobró más sentido nombrarnos así”, relata mientras supervisa el llenado de pólvora a un pequeño tubo de plástico, que formará parte de todo el arsenal que explotará días después en una fiesta mexicana.

Las brujas, palomas o chifladores -conocidos como juguetería por los fabricantes- no entran en el catálogo de Fernando. Lo de él son los castillos y los piromusicales, fuegos artificiales programados a través de una computadora, que detonan al ritmo de una canción. Algo así como las fuentes danzantes, solo que con pólvora y fuego.

Pero este hombre de 55 años no trabaja solo. Desde hace tiempo, dos de sus cuatro hijos han entrado a la empresa; Juan Carlos, de 30 años, que se encarga de la producción de la pirotecnia, y Fernando, de 24, que se dedica a la programación de los piromusicales, “parece fácil, pero tienes que hacer que los colores luzcan y transmitan una emoción a la gente”, cuenta el más joven de los Fuentes.

Y aunque el arte de la pirotecnia data de milenios, esto no ha impedido que se adapte a la tecnología de estos tiempos. Computadoras, tornos y prensas adaptados exclusivamente para la pólvora, y hasta cerillos electrónicos, complementan el proceso artesanal de llenado y elaboración de los fuegos artificiales.

Ante la polémica sobre el impacto ambiental que causa la pirotecnia, Fernando la calma argumentando que sus productos “ya no son contaminantes” y “los restos de la pólvora sirven como fertilizante para las milpas, ya que está hecha con Nitrato de potasio”. Además, utilizan azúcar glass para hacer humo de colores y cartón reciclado para las estructuras de sus castillos.

Fernando es un hombre de fe. Su oficina alberga un Cristo de madera como de un metro de altura, y conserva una estampa del Señor de los Milagros: “es una prueba de cuando se me quemó un cuarto, los muchachos alcanzaron a salir y solo esta se salvó”, cuenta mientras muestra la impresión con una ligera quemadura en la parte inferior. Su fe es tal que cada año, en la fiesta en honor al Señor de los Milagros, dona un piromusical en la iglesia “en agradecimiento a Dios.”

Y con esta misma fe encomienda sus planes a futuro, porque aunque su talento y perseverancia le han llevado a ganar los primeros lugares en concursos de pirotecnia, hacer exhibiciones en Japón y China, e incluso trabajar con el artista contemporáneo Cai Guo-Qiang -reconocido por sus obras con pólvora y explosivos– aún tiene el objetivo de exportar a Estados Unidos, el mayor consumidor de juegos pirotécnicos del mundo.

Ver la pólvora sobre las mesas de los talleres de esta familia es alucinante, y verla en acción en una noche, al ritmo del Jarabe Tapatío, lo es más. El firmamento despejado de Calimaya, pueblo mexiquense a 40 minutos de Toluca, es el lienzo perfecto para que Pirotecnia Ovni muestre sus artes del fuego a un público de chicos y grandes, en el marco de una noche mexicana.

¿Cómo es posible que un polvo tan fino tenga el poder de detonar e iluminar el cielo de colores? ¡El resultado de estas explosiones bien podrían simular la creación del universo! ¿Acaso habrá sido así pero en mayor proporción