¿Podría volver a ocurrir una tormenta solar tan poderosa?
Un equipo internacional de científicos ha identificado la tormenta solar más potente jamás registrada, ocurrida hace 14.300 años, en el año 12.350 a.C., al final de la última Edad de Hielo. Este hallazgo no solo redefine los límites de la actividad solar conocida, sino que también marca un antes y un después en la comprensión del clima espacial y la datación por radiocarbono.
La investigación, publicada recientemente en la revista científica Earth and Planetary Science Letters, fue liderada por el profesor Edouard Bard (CEREGE, Francia), junto a investigadores de Finlandia, Suiza y Francia. Entre ellos, la doctora Kseniia Golubenko y el profesor Ilya Usoskin, de la Universidad de Oulu (Finlandia), desarrollaron un innovador modelo climático-químico denominado SOCOL:14C-Ex, específicamente diseñado para analizar tormentas solares bajo condiciones glaciares.
Gracias a este modelo, los científicos pudieron confirmar un pico extremo de radiocarbono correspondiente al año 12.350 a.C., registrado en anillos de árboles y validado con muestras de madera halladas en los Alpes franceses. Esta tormenta fue un 18 % más intensa que el evento del año 775 d.C., considerado hasta ahora el más fuerte jamás detectado en archivos dendrocronológicos. En comparación con la mayor tormenta de la era moderna —la de 2005—, el evento de 12.350 a.C. fue más de 500 veces más intenso.
«Este evento establece un nuevo escenario de caso extremo para la actividad solar», explicó la doctora Golubenko. «Comprender su magnitud es fundamental para evaluar los riesgos que tormentas similares podrían representar hoy para infraestructuras como satélites, redes eléctricas y sistemas de comunicación».
Las tormentas de partículas solares son fenómenos raros, pero extremadamente poderosos. A diferencia del famoso evento Carrington de 1859, que fue una erupción solar sin acompañamiento significativo de partículas, el evento de 12.350 a.C. fue una verdadera bomba de radiación cósmica que impactó la atmósfera terrestre, alterando drásticamente la producción de isótopos como el carbono-14.
Estos picos extremos, conocidos como eventos Miyake, permiten establecer fechas exactas en cronologías arqueológicas flotantes. Gracias a este tipo de señales, se han podido fechar con precisión antiguos asentamientos vikingos en Terranova y comunidades neolíticas en Grecia.
La novedad del modelo SOCOL:14C-Ex es su capacidad de analizar estos eventos bajo climas glaciares, lo que extiende el análisis radiocarbónico más allá del Holoceno, los últimos 12.000 años de clima estable en la Tierra.
Advertencia silenciosa
Este descubrimiento no solo amplía el conocimiento sobre el pasado solar de nuestro planeta, sino que también representa un hito en el estudio del clima espacial, con implicancias clave para la seguridad tecnológica y la arqueología del futuro.
Si una tormenta de esta magnitud ocurriera hoy, las consecuencias serían catastróficas. Satélites podrían quedar inutilizados, las redes eléctricas colapsar, las comunicaciones globales interrumpirse por días —o incluso semanas—. Este evento del pasado marca un nuevo umbral de lo que el Sol es capaz de hacer, una advertencia silenciosa que nos recuerda cuán vulnerables seguimos siendo ante el poder del espacio.
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