Un nuevo estudio publicado en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society sugiere una posibilidad asombrosa: el universo podría estar rotando sobre su eje, aunque de forma extremadamente lenta.


La galaxia del Remolino, M51, es una galaxia espiral ubicada a 31 millones de años luz de distancia. Crédito: NASA.
La investigación, realizada por un equipo que incluye al astrónomo István Szapudi del Instituto de Astronomía de la Universidad de Hawái en Mānoa, podría ofrecer una nueva perspectiva sobre uno de los mayores enigmas de la cosmología moderna.
«Parafraseando al filósofo griego Heráclito de Éfeso, quien dijo Panta rei —todo fluye—pensamos que quizás Panta kykloutai— todo gira», comentó Szapudi, haciendo alusión a la esencia dinámica del universo.
Hasta ahora, los modelos cosmológicos dominantes sostienen que el universo se expande de manera uniforme en todas las direcciones, sin indicios de rotación. Esta visión ha sido coherente con la mayoría de las observaciones astronómicas. Sin embargo, no logra resolver una discrepancia persistente conocida como la tensión de Hubble: una diferencia entre dos métodos para calcular la tasa de expansión del universo.
Uno de estos métodos utiliza supernovas distantes para medir las velocidades a las que las galaxias se alejan entre sí en el universo reciente. El otro se basa en la radiación cósmica de fondo, un vestigio del Big Bang, para estimar la expansión en los primeros momentos del universo. Ambos enfoques ofrecen resultados incompatibles.


Ilustración de la expansión acelerada del universo. Crédito: Laboratorio de Imágenes Conceptuales del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA.
Para abordar este conflicto, el equipo de Szapudi desarrolló un nuevo modelo matemático que inicialmente seguía las leyes cosmológicas estándar, pero luego introdujo una leve rotación en la estructura del universo. Esa mínima modificación produjo un gran impacto.
«Para nuestra sorpresa, descubrimos que el modelo rotatorio resuelve la paradoja sin contradecir las observaciones astronómicas actuales. Aún mejor: es compatible con otros modelos que también permiten cierta rotación. Así que quizás, efectivamente, todo gira. ¡Panta kykloutai!», afirmó el autor principal del estudio.
Según este modelo, el universo podría estar rotando una vez cada 500 mil millones de años, una velocidad tan lenta que sería casi imposible de detectar directamente, pero lo suficientemente significativa como para influir en la forma en que el espacio se expande con el tiempo.


Escultura de Blanca Muñoz titulada Panta rei, ubicada en la plaza del Siglo del centro histórico de la ciudad andaluza de Málaga (España).
El próximo paso para los investigadores será traducir este modelo teórico en una simulación computacional completa y buscar evidencias observacionales que puedan confirmar o refutar la existencia de esta rotación cósmica casi imperceptible. De confirmarse, tendría profundas implicancias para nuestra comprensión del universo.
Pero incluso esta hipótesis abre una puerta aún más fascinante: ¿y si el universo no solo se expande y rota sobre sí mismo, sino que también gira en torno a algo aún más grande y desconocido? Aunque por definición el universo lo abarca todo y no tendría «un exterior», la idea evoca el antiguo principio hermético de «como es arriba, es abajo». Si planetas, estrellas y galaxias rotan y orbitan dentro de estructuras mayores, ¿por qué no imaginar que el universo mismo también podría formar parte de un sistema aún más vasto, que apenas comenzamos a intuir? Una pregunta que, por ahora, sigue flotando en el misterio del cosmos.
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