/ viernes 4 de agosto de 2023

Hasta hace poco la existencia de los extraterrestres era una creencia estrictamente personal. Unos creían y otros no. Y la duda quedaba en el aire. Pero ahora que los gringos han hecho oficial que los alienígenas existen, nos los vamos a tener que chutar sí o sí. Hoy, millones de seres humanos han volteado a mirar al cielo y se hacen toda clase de preguntas respecto a la vida fuera de este mundo. Más allá de cómo pudiera darse la probable relación entre humanos y alienígenas, todo apunta a que, junto con los platillos voladores que aparecen en toda clase de tik toks, ha llegado la oportunidad de hacer el negocio del siglo.

La noche de Halloween del 30 de octubre de 1938, los gringos, sugestionados por un programa de radio, creyeron durante unas horas que el mundo era invadido por un ejército de marcianos. En minutos, la zozobra y el pánico se apoderaron de miles, que colapsaron las comisarías de policía y las carreteras de Nueva Jersey. Para muchos era algo así como el Juicio Final. Pero todo fue una patraña, un embuste, pues lo que la gente había escuchado, era en realidad un episodio de la serie radiofónica The Mercury Theatre on the air. El episodio, una adaptación dramatizada para radio de la novela La Guerra de los Mundos, era narrado por el actor y, más tarde, célebre director de cine, Orson Wells.

En su actuación radiofónica en vivo, Wells interpretaba al profesor Pierson, del observatorio de Princeton, quien con una voz entrecortada por el espanto, hablaba de que a través de su telescopio podía ver que en Marte estaban ocurriendo una serie de explosiones de gas, las cuales venían directo a la Tierra. El mismo Pierson se trasladaba a Grovers Mill, Nueva Jersey, un pueblo cercano a Princeton, donde un meteorito con marcianos había caído en una granja. Desde ahí los pinches marcianos lanzaban gas venenoso y rayos que incendiaban todo lo que salía a su paso, incluyendo a los terrícolas.

Era el caos. La histeria colectiva. El mundo estaba siendo asediado por marcianos, los cuales eran descritos por el profesor Pierson como seres monstruosos con tentáculos, una especie de pulpos intergalácticos de mala entraña.

Encuentros cercanos

Esa noche también quedaría de manifiesto que los medios de comunicación poseen un poder tremendo, capaz de manipular a millones con chismes, rumores y algunas verdades. Hoy, ya no es la radio, sino las redes sociales quienes alteran las conciencias de los hombres o las apaciguan. Es en las redes sociales donde millones pueden ver, en todo momento, los tik toks mostrando naves voladoras de variadas formas y tamaños surcando el cielo. Desde un modesto platillo volador, chiquillo y escurridizo, hasta una gigantesca nave con luces y humo, fiel al estilo de Encuentros Cercanos del Tercer Tipo, cinta setentera dirigida por un Steven Spielberg, quien al igual que George Lucas, se había dado cuenta de que en las películas de extraterrestres había una mina de oro.

Hasta ahora los gringos, como dueños absolutos del discurso del fenómeno ovni, nomás nos han dejado ver las naves espaciales, puro atole con el dedo. ¿Y los tripulantes de las naves cuándo aparecen? ¿Cuándo nos van a decir algo? ¿Lo que sigue será verlos en vivo, apoyando la campaña de Donald Trump? Por ahora aquel que logre subir al Tik Tok o, al Instagram, un video suficientemente verosímil de un alienígena, reventará las redes y hará mucho dinero. El gran negocio está en puerta. Hoy, millones de seres humanos de todas las edades, razas y nacionalidades están más pendientes que nunca del fenómeno ovni. Millones de consumidores potenciales, a quienes venderles nuevas historias y nuevos personajes; nuevos estilos de vida y de pensamiento; nuevas necesidades y nuevos dioses. Todos, literalmente, venidos de otro mundo. Así como se las gastan los chinos y los gringos, lo más probable que muy pronto una avalancha de productos alienígenas inunden los mercados. En este momento, alguien, en algún lugar, ya le está poniendo nombre a su línea de peluches, camisetas y dulces. ¿Y la película? ¿Y la serie de tv? ¿Y el documental? Seguro ya se están cocinando.

Los alienígenas son lo de hoy.

Por supuesto, serán los medios electrónicos quienes se lleven la mejor tajada del nuevo negocio global. Después de todo, son ellos quienes crean la narrativa y la transforman en mito o en realidad, según les convenga. Y luego le cobran millones de dólares a las marcas por anunciarse en sus noticieros o en sus portales web. No es lo mismo el rating que pudiera generar alguien como Carmen Aristegui o Ciro Gómez Leyva, hablando del CNTE, que el rating que podrían lograr hablando de las naves alienígenas surgidas misteriosamente del cráter del volcán Popocatépetl durante las madrugadas.

Los dioses

¿Será mera coincidencia la súbita aparición de los alienígenas en un momento en el que la raza humana atraviesa por una profunda crisis? ¿Por qué querría alguien venir a este sufrido planeta en medio de guerras y pandemias? ¿A quién le podría seducir la idea de visitar la Tierra precisamente cuando se está derritiendo a causa del calentamiento global? Los aztecas creían que sus dioses habían venido de otro mundo, específicamente del planeta Venus; habían llegado con sus grandes poderes para crear a los hombres y gobernarlos. Algunos de esos dioses eran bondadosos y comprensivos, otros eran crueles e insaciables. Unos se conformaban con un sencillo ritual, los otros exigían sacrificios con corazones humanos y ríos de sangre. Nada ocurría sin que los dioses lo permitieran. Ellos controlaban la vida y la muerte. Pudiera ser que esos mismos dioses, o sus descendientes, estén de regreso en la que alguna vez fue su casa; quizá aún hay viejas cuentas que saldar. Lo cierto es que mientras se mantenga el interés morboso del consumidor en los alienígenas, la posibilidad de hacer un gran negocio estará latente. Eso mientras no nos salgan con que los pinches alienígenas son de pacotilla, igual que los marcianos de Orson Wells.

Hasta hace poco la existencia de los extraterrestres era una creencia estrictamente personal. Unos creían y otros no. Y la duda quedaba en el aire. Pero ahora que los gringos han hecho oficial que los alienígenas existen, nos los vamos a tener que chutar sí o sí. Hoy, millones de seres humanos han volteado a mirar al cielo y se hacen toda clase de preguntas respecto a la vida fuera de este mundo. Más allá de cómo pudiera darse la probable relación entre humanos y alienígenas, todo apunta a que, junto con los platillos voladores que aparecen en toda clase de tik toks, ha llegado la oportunidad de hacer el negocio del siglo.

La noche de Halloween del 30 de octubre de 1938, los gringos, sugestionados por un programa de radio, creyeron durante unas horas que el mundo era invadido por un ejército de marcianos. En minutos, la zozobra y el pánico se apoderaron de miles, que colapsaron las comisarías de policía y las carreteras de Nueva Jersey. Para muchos era algo así como el Juicio Final. Pero todo fue una patraña, un embuste, pues lo que la gente había escuchado, era en realidad un episodio de la serie radiofónica The Mercury Theatre on the air. El episodio, una adaptación dramatizada para radio de la novela La Guerra de los Mundos, era narrado por el actor y, más tarde, célebre director de cine, Orson Wells.

En su actuación radiofónica en vivo, Wells interpretaba al profesor Pierson, del observatorio de Princeton, quien con una voz entrecortada por el espanto, hablaba de que a través de su telescopio podía ver que en Marte estaban ocurriendo una serie de explosiones de gas, las cuales venían directo a la Tierra. El mismo Pierson se trasladaba a Grovers Mill, Nueva Jersey, un pueblo cercano a Princeton, donde un meteorito con marcianos había caído en una granja. Desde ahí los pinches marcianos lanzaban gas venenoso y rayos que incendiaban todo lo que salía a su paso, incluyendo a los terrícolas.

Era el caos. La histeria colectiva. El mundo estaba siendo asediado por marcianos, los cuales eran descritos por el profesor Pierson como seres monstruosos con tentáculos, una especie de pulpos intergalácticos de mala entraña.

Encuentros cercanos

Esa noche también quedaría de manifiesto que los medios de comunicación poseen un poder tremendo, capaz de manipular a millones con chismes, rumores y algunas verdades. Hoy, ya no es la radio, sino las redes sociales quienes alteran las conciencias de los hombres o las apaciguan. Es en las redes sociales donde millones pueden ver, en todo momento, los tik toks mostrando naves voladoras de variadas formas y tamaños surcando el cielo. Desde un modesto platillo volador, chiquillo y escurridizo, hasta una gigantesca nave con luces y humo, fiel al estilo de Encuentros Cercanos del Tercer Tipo, cinta setentera dirigida por un Steven Spielberg, quien al igual que George Lucas, se había dado cuenta de que en las películas de extraterrestres había una mina de oro.

Hasta ahora los gringos, como dueños absolutos del discurso del fenómeno ovni, nomás nos han dejado ver las naves espaciales, puro atole con el dedo. ¿Y los tripulantes de las naves cuándo aparecen? ¿Cuándo nos van a decir algo? ¿Lo que sigue será verlos en vivo, apoyando la campaña de Donald Trump? Por ahora aquel que logre subir al Tik Tok o, al Instagram, un video suficientemente verosímil de un alienígena, reventará las redes y hará mucho dinero. El gran negocio está en puerta. Hoy, millones de seres humanos de todas las edades, razas y nacionalidades están más pendientes que nunca del fenómeno ovni. Millones de consumidores potenciales, a quienes venderles nuevas historias y nuevos personajes; nuevos estilos de vida y de pensamiento; nuevas necesidades y nuevos dioses. Todos, literalmente, venidos de otro mundo. Así como se las gastan los chinos y los gringos, lo más probable que muy pronto una avalancha de productos alienígenas inunden los mercados. En este momento, alguien, en algún lugar, ya le está poniendo nombre a su línea de peluches, camisetas y dulces. ¿Y la película? ¿Y la serie de tv? ¿Y el documental? Seguro ya se están cocinando.

Los alienígenas son lo de hoy.

Por supuesto, serán los medios electrónicos quienes se lleven la mejor tajada del nuevo negocio global. Después de todo, son ellos quienes crean la narrativa y la transforman en mito o en realidad, según les convenga. Y luego le cobran millones de dólares a las marcas por anunciarse en sus noticieros o en sus portales web. No es lo mismo el rating que pudiera generar alguien como Carmen Aristegui o Ciro Gómez Leyva, hablando del CNTE, que el rating que podrían lograr hablando de las naves alienígenas surgidas misteriosamente del cráter del volcán Popocatépetl durante las madrugadas.

Los dioses

¿Será mera coincidencia la súbita aparición de los alienígenas en un momento en el que la raza humana atraviesa por una profunda crisis? ¿Por qué querría alguien venir a este sufrido planeta en medio de guerras y pandemias? ¿A quién le podría seducir la idea de visitar la Tierra precisamente cuando se está derritiendo a causa del calentamiento global? Los aztecas creían que sus dioses habían venido de otro mundo, específicamente del planeta Venus; habían llegado con sus grandes poderes para crear a los hombres y gobernarlos. Algunos de esos dioses eran bondadosos y comprensivos, otros eran crueles e insaciables. Unos se conformaban con un sencillo ritual, los otros exigían sacrificios con corazones humanos y ríos de sangre. Nada ocurría sin que los dioses lo permitieran. Ellos controlaban la vida y la muerte. Pudiera ser que esos mismos dioses, o sus descendientes, estén de regreso en la que alguna vez fue su casa; quizá aún hay viejas cuentas que saldar. Lo cierto es que mientras se mantenga el interés morboso del consumidor en los alienígenas, la posibilidad de hacer un gran negocio estará latente. Eso mientras no nos salgan con que los pinches alienígenas son de pacotilla, igual que los marcianos de Orson Wells.

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