6 de noviembre de 2024

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Air aterriza en Sónar con el OVNI musical de ‘Moon Safari’ en sus 25 años

Air aterriza en Sónar con el OVNI musical de ‘Moon Safari’ en sus 25 años

Barcelona, 14 jun (EFE).- 'Moon Safari', primer álbum del dúo francés Air aterrizó como un extraño objeto no identificado en 1998, cuando la música parecía ir por otros derroteros, una anomalía de canciones pop y de funk retrofuturista, sublimación de lo chic, que este viernes ha celebrado sus 25 años con un concierto hipnótico en

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Barcelona, 14 jun (EFE).- ‘Moon Safari’, primer álbum del dúo francés Air aterrizó como un extraño objeto no identificado en 1998, cuando la música parecía ir por otros derroteros, una anomalía de canciones pop y de funk retrofuturista, sublimación de lo chic, que este viernes ha celebrado sus 25 años con un concierto hipnótico en la primera sesión nocturna de Sónar 2024.

Sónar no es un festival nostálgico, pero sí muy respetuoso con los artistas que marcaron una época, especialmente si proceden de las escenas de la música de baile y la electrónica, para los que siempre tienen un espacio destacado en su programación.

Y por eso, la presencia de Jean-Benoît Dunckel y Nicolas Godin, los dos miembros de Air, como indiscutibles cabezas de cartel de este Sónar (ya lo fueron en 2010), es un homenaje a ese álbum casi conceptual por la inocencia y las ganas de vivir que desprendían los sonidos sintetizados de vieja escuela, letras sin ninguna complicación, y las voces robóticas tratadas por vocóder, una combinación muy alejada del club en el que se imponía la zapatilla que reinaba en esa época.

Un disco que dejó a muchos con el paso cambiado en un momento en el que la felicidad y el optimismo en la electrónica no estaba de moda, pero que ellos supieron actualizar rebuscando en el hedonismo tontorrón del easy listening y el pop espacial de unas décadas anteriores, sin caer nunca en la parodia, como les ocurrió a otras bandas que lo intentaron y salieron trasquiladas.

Dunckel a los teclados y Godin con su bajo y guitarras, ambos vestidos con mono blanco, y acompañados de un batería, han posado sobre el escenario del SónarClub su nave espacial creada con leds, que recordaba a la de 2001 de Kubrick pero que por momentos se convertía en un club disco parisino.

Una misión espacial arriesgada por la dificultad de poner en directo un disco de estudio lleno de matices sonoros que resulta complicado, por no decir imposible, reproducir en un macrofestival, aunque ellos han buscado ser fieles a la letra, pero la acústica no ha acompañado del todo.

Por ese sentido de ópera en diez actos y como si de una partitura se tratara, han desgranado uno a uno y en el mismo orden que se presentaba en el disco la decena de canciones, temas que ahora llevarán en una gira conmemorativa por todo el mundo.

La atmosférica y espacial ‘La femme d’argent’ ha levantado el telón como esa larga y sensual intro instrumental que hacía (y hace) segregar dopamina a sus fans cada vez que comienzan a oír la percusión acompañada de un bajo profundo, porque saben lo que viene después.

Y ese después ha sido, claro, ‘Sexy Boy’, el primero de los éxitos internacionales del dúo, que dirigió aún más las miradas de aficionados y críticos curiosos por lo que estaba pasando musicalmente en la Francia de finales del XX, y que se convirtió en el cliché del «french touch».

Para ‘All I Need’, una de las dos canciones de corte clásico del álbum junto a ‘You make it easy’, y que en el disco interpretaba la voz de Beth Hirsh, Dunckel y Godin han optado por utilizar efectos digitales y el vocóder, en uno de los pocos giros de guion de la noche.

Hay canciones, como ocurre con la efervescente ‘Kelly Watch the Stars’, que uno no puede despegar del videoclip que las acompañaba, en este caso el que Mike Mills ideó de un partido de tenis de mesa entre dos chicas de largas melenas, y que aquí ha sido uno de los temas más coreados por los miles de personas del público.

Sin dar respiro ha sonado ‘Talisman’, otra de esas delicadas joyas instrumentales que apabulla por su aparente sencillez, concebida como si fuera una microbanda sonora que comienza sosegada para alcanzar su clímax dramático, a la que ha seguido ‘Remember’, la más robótica de todo el álbum y posiblemente la que peor ha resistido el paso de estos 25 años.

Si se trata de encontrar paralelismos en las raíces sonoras de ‘Moon Safari’, los Air buscaron sin duda el reflejo en el espejo del gigante Burt Bacharach para su ‘Ce matin‐là’, una composición que ayuda a levantarse de la cama en esos días grises y en los que, si uno está aún un poco melancólico, puede continuar la prescripción fijada por el disco con ‘New Star in the Sky (Chanson pour Solal)’ que ayuda a sobrellevar cualquier pena que se arrastre, y que este viernes ha sonado como una nana reparadora.

Una psicodélica aproximación a ‘Le voyage de Pénélope’ ha puesto el punto final al concierto monográfico de ‘Moon Safari’ en sí, aunque el dúo, que no publica nada nuevo desde hace una década -ahora trabajan en un montaje musical para los Juegos Olímpicos de París- ha aprovechado para recuperar, ya que estaban en harina, temas de sus otros discos, especialmente de ‘Talkie Walkie’ (‘Venus’, ‘Run’) y 10.000 Hz Legend (una rockera versión de ‘Don’t Be Light’) y la melancólica ‘Highschool Lover’, uno de los temas que hicieron para la banda sonora de ‘Las vírgenes suicidas’, de su amiga Sofia Coppola.

Si un concierto «25 años» siempre tiene ese trasfondo generacional, un cierto anhelo por tiempos que no volverán, los Air han querido dejar claro con su arrebatadora ‘Electronic Performers’, con el que han cerrado el show, los principios que han regido en su (coherente) trayectoria musical: «We are the synchronizers, We are electronic performers» (Somos los sincronizadores, Somos artistas electrónicos). Ha quedado claro, chicos.

Sergio Andreu