Los magos son personas que nos han enseñando a no creer cualquier cosa. Si alguien hace desaparecer un avión jet de un hangar o bien, vuela a través de un escenario, sabemos todos que seguramente hay truco en esto. Un avión no puede desaparecer. Los seres humanos no podemos volar como supermán. Es así de sencillo. Pero cuando hablamos de especulaciones aparentemente científicas, empezamos a creer cualquier cosa. Si vemos una luz que no reconocemos en el cielo ya estamos pensando que nos encontramos ante la presencia extraterrestre. Si nos muestran unas fotos o videos de supuestos objetos flotando en el cielo o bien extraterrestres de cabezas enormes y ojos saltones, dudamos de que sean un truco y tendemos a creer que “un mundo nos vigila”, como decía el desaparecido Pedro Ferriz Santacruz.
Vamos, que en 70 años del fenómeno de los OVNIs, no tenemos una sola prueba fehaciente de su existencia, ni siquiera un tornillo de una nave interplanetaria. Y miren ustedes, si una de esas pruebas en video fuese irrefutable pues ya está, ya llegaron, ya están aquí, pero nada. Nadie ha podido demostrar la presencia extraterrestre en nuestro planeta Tierra e incluso, no tenemos ningún rastro de vida que pueda ser demostrado en los planetas que el ser humano ha investigado en nuestro sistema solar. Así, por el momento seguimos solos en el Universo.
Pero más allá de eso, lo que sí tenemos es una cantidad innumerable de mercachifles de lo extrasensorial, los cuales se convierten en gente que puede leer el futuro, personas que dicen hablar con quienes ya fallecieron y quienes afirman que pueden leer la mente de terceros. Y la gente tiende a creer a pesar de que al final de cuentas, uno y otro hablador caen por su propio peso. Y uno esperaría que quizás gente con pocas posibilidades de educarse cayese en estos trucos y fuese engañada por estos vivales, pero no. Tenemos a Arthur Conan Doyle, (el creador de Sherlock Holmes), quien creía en las hadas y que un hábil proto-fotógrafo de la época (la fotografía estaba en pañales), engañó al escritor con fotos que hoy en día diríamos a la primera que se trataba de hadas de papel y cartón. Así, nadie es inmune a estos engaños.
Por suerte, tenemos gente muy capacitada para descubrir a todos estos impostores. Me refiero al Mago James Randi, nacido en 1928 n Canadá. Es una figura reconocida en Estados Unidos para exponer los fraudes relacionados con la homeopatía, la parapsicología y muchas otras pseudociencias. Randi fue mago por más de 50 años y conoce un catálogo enorme de trucos para engañar a cualquier audiencia.
Randi ha escrito muchos libros y sus investigaciones han causado malestar en los supuestos iluminados o seres con capacidades fuera de lo normal, como el supuesto psíquico Uri Geller, del cual Randi dijo que se ocupaba de hacer trucos de magia triviales y los presentaba como eventos paranormales. Geller lo ha demandado desde hace años y Randi no cede en sus argumentaciones. Su rivalidad dura ya unos treinta años. Por ejemplo, en su ensayo “Por qué rechazo la religión, lo tonta e irreal que es, y por qué soy un bright entregado y enérgico”, Randi indica que muchos relatos de los textos religiosos, como la virginidad de María, los milagros de Jesucristo o la división de las aguas del Mar Rojo por Moisés, no son creíbles. Concluye que El Mago de Oz “es más creíble y más divertido” que la Biblia.
Randi, en 1996 creó la Fundación Educativa James Randi (JREF, por sus siglas en inglés). Esta organización examina las afirmaciones paranormales en condiciones controladas de experimentación. Entre 1996 y 2010 ofreció un premio de un millón de dólares a cualquiera que pudiera demostrar evidencia de cualquier poder o suceso supernatural bajo condiciones de observación controladas. Nadie ha superado las pruebas preliminares, que han sido acordadas previamente por ambas partes para cada afirmación paranormal específica.
Sin embargo, la cifra de un millón de dólares tiene su propia historia: Randi fue desafiado en 1964 por un médium a “respaldar con dinero sus palabras”. Randi ofreció 1000 dólares a la primera persona que pudiese ofrecer una prueba objetiva de actividad paranormal. Más adelante elevó su oferta a 10,000 dólares. Desde entonces, el premio ha crecido hasta 1 millón de dólares, y las reglas del desafío han adquirido un carácter más oficial y legal. A la fecha se han recibido más de 1000 solicitudes para someterse al desafío, pero ninguna de ellas ha pasado siquiera una prueba preliminar, en la que se ponen de acuerdo Randi y el solicitante.
Y si una cifra tan jugosa, como un millón de dólares, no ha reclamada por nadie, ¿a qué se deberá? ¿Es que no existe un fenómeno paranormal que pueda ser mostrado a los ojos de los escépticos y de la ciencia, y que en condiciones controladas se demuestre su existencia? ¿No sería un dinero fácil de ganar si existiese este asunto de los poderes paranormales?
Randi es más que un mago, es un personaje ya mítico que ya cuenta con unos 87 años. Es una institución científica por sí misma y su rigor en favor de la ciencia real es ya un referente mundial.
Referencias:
Más historias