20 de septiembre de 2024

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De revolucionaria a olvidada: cómo Anne Heche desapareció de Hollywood

De revolucionaria a olvidada: cómo Anne Heche desapareció de Hollywood

Anne Heche, la primera novia lesbiana oficial de Hollywood © Getty ImagesLa actriz culpa a su homosexualidad de haberle perjudicado profesionalmente, pero lo cierto es que nunca ha sido tan famosa como cuando tuvo novia.De repente estaba en todas partes. Seis días, siete noches, Volcano, Sé lo que hicisteis el último verano y el remake

Anne Heche, la primera novia lesbiana oficial de Hollywood

© Getty Images

La actriz culpa a su homosexualidad de haberle perjudicado profesionalmente, pero lo cierto es que nunca ha sido tan famosa como cuando tuvo novia.

De repente estaba en todas partes. Seis días, siete noches, Volcano, Sé lo que hicisteis el último verano y el remake de Psicosis. Sí, ser la novia de Ellen Degeneres suponía un reclamo publicitario exótico para un Hollywood que nunca había hospedado oficialmente a una pareja del mismo sexo.

Aquel 1998 fue el año de Anne Heche. Pero sería el único. Su cara desapareció de las pantallas con la misma rapidez con la que había irrumpido en ellas**. Su relación terminó, el mundo entero se puso de parte de Ellen y Heche se acabó reciclando en otro tipo de estrella**. Una de esas que protagonizan otro tipo de noticias.

La actriz culpa a su homosexualidad de haberle perjudicado profesionalmente, pero lo cierto es que nunca ha sido tan famosa como cuando tuvo novi a. Su debacle, en realidad, radica en una actitud de dinamita tan explosiva como inestable cuya póliza de seguros ninguna productora puede permitirse pagar. Anne Heche es un riesgo que nadie quiere correr.

El noviazgo entre Anne y Ellen salió a la luz pública el mismo día que la hoy presentadora, que por entonces protagonizaba Ellen, su propia sitcom, salió del armario mediante una portada en Time cuyo titular era «sip, soy gay». Por si alguien no se había enterado, lo repitió también en una entrevista con Oprah Winfrey. La entonces mujer más poderosa de América bendijo así la decisión de Ellen a ojos de la sociedad, argumentando que era «una buena persona» con un estilo de vida «nada promiscuo». En 1997 los gays debían esforzarse en aclarar que, a pesar de su condición sexual, eran ciudadanos decentes.

Heche y Degeneres, en tiempos felices.

© Getty Images

Ellen y Anne se deshacían en demostraciones de amor público, lo cual dio visibilidad a la comunidad lésbica pero también generó cierto rechazo y suspicacia. Parecían esforzarse demasiado. Cuando Heche explicó sin reparos que, si nos fijamos, podemos adivinar en qué escenas de Seis días, siete noches Ellen había ido a visitar el set porque sus pezones se revolucionaban, muchos torcieron el gesto: ¿Cuál demonios era la pregunta?

Anne Heche participó en la entrevista con Oprah, protagonizó un delirante video en el que las novias retozaban y sacaban una lámpara de araña de su cama, y aclaró que ella «se enamora de las personas». Su exnovio, Steve Martin, escribió una película llamada Bowfinger, el pícaro en la que Heather Graham interpretaba a una ambiciosa aspirante a actriz que haría cualquier cosa por ser famosa y terminaba la película arrimándose a la lesbiana más poderosa de Hollywood.

Esta venganza –siempre se dijo que Martin perdió la cabeza por ella– reafirmó la percepción colectiva de que Anne Heche no era trigo limpio. Ella defendió que su vida había estado llena de mentiras, y por eso necesitaba vivirla con la mayor verdad posible. Quizá con demasiada verdad.

Anne Heche, con Harrison Ford en ‘Seis días y siete noches’.

© D.R.

Tras la ruptura en el año 2000, Degeneres se mantuvo discreta. Insinuó, eso sí, que había sido Anne la que insistió en asistir a todos los eventos posibles agarradas de la mano. Ella, por su parte, solo confesó tener el corazón roto. «Simplemente se fue un día, y no he vuelto a hablar con ella», explicó Ellen. «La gente tiene muchas preguntas acerca de nuestra ruptura, yo también las tengo. Me siento traicionada. Y además, yo le conozco. Estaba en mi gira, era como un hermano para mí».

La presentadora no tuvo un lapsus de género. Con esos «le conozco» y «era un hermano para mí» se refería a Coleman Laffoon, un miembro de su equipo con el que Anne Heche se fugó llorando en un taxi sin importarle la dirección. Convertida, a ojos de la opinión pública, en la Noemí Ungría americana, Heche se casó con Laffoon pocos meses después y comenzó a escribir su autobiografía. En ella tendría que aclarar, entre otras muchas cosas, qué demonios sucedió el día en el que abandonó a Ellen. Y sobre todo, la noche siguiente.

Celestia, la hermanastra de Jesucristo

El 19 de agosto de 2000, Heche caminó durante horas por el desierto de California. Como hacía mucho calor, llevaba solo unos pantalones cortos y un sujetador. Cuando se cansó de deambular, le entró sed y volvió a su casa, donde bebió hasta reponerse, y después se dio una ducha. El problema es que esa no era su casa. Al salir de la ducha, Anne estaba como nueva y le propuso a la verdadera iniquilina de la casa que vieran una película juntas. «¿Tienes un par de zapatillas de estar por casa que me pueda poner?», le preguntó. Araceli Campiz, la anfitriona por sorpresa que a estas alturas no daba crédito, sólo alcanzó a responder «lo siento, tengo el vídeo roto».

Heche, con su marido Coleman Laffoon.

© Getty Images

Cuando Campiz entendió que Hech –a quien había reconocido de Seis días siete noches a pesar de que la camapaña de promoción de la película la peinó para que el público creyese que era Meg Ryan– no tenía la menor intención de irse de su casa, llamó a la policía. Araceli no estaba dispuesta a protagonizar un remake lésbico de Mujer blanca soltera busca. Aunque con lo que se topó no fue con un thriller, sino con una película de ciencia ficción.

Heche le explicó al sheriff del condado que era Dios –ella, no el sheriff–, y que pretendía llevarnos a todos al cielo en una nave espacial. Como esto es Hollywood, el problema no fue el incidente en sí, sino la desgracia de que una cadena de televisión local lo grabase y emitiese. Tras pasar unos días internada, Heche se mostró recuperada para promocionar su autobiografía. ¿El título? Llamadme loca.

La misma sinceridad de la que Anne Heche presumió durante su relación con Ellen le llevó a aclarar que sus primeros 31 años de vida habían sido «una enajenación». Tenía 32 cuando explicó esto. Según la actriz, todo empezó cuando su padre abusó de ella desde que era pequeña y hasta los 12 años, llegando incluso a contagiarle un herpes. Para escapar de su realidad, Heche creó un mundo imaginario llamado la cuarta dimensión, incluído su propio alter ego: una hija de Dios y hermanastra de Jesucristo llamada Celestia.

Heche, presentando su biografía.

© Getty Images

una verdad incómoda

A pesar de que matizó que ya no mantenía contacto con ella, Heche aseguró que Celestia puede comunicarse con los extraterrestres.
El padre de Anne era un homosexual reprimido que murió de SIDA en 1983. Meses después, uno de sus hijos falleció en un accidente de tráfico. Heche está convencida de que se trató de un suicidio. La madre de Anne, por su parte, no mantiene ninguna relación con su hija. Asegura que su marido «murió de homosexualidad» y hoy imparte seminarios por todo Estados Unidos «curando» a personas que sienten atracción por su mismo sexo. Aún no conoce a los dos hijos de Anne. La actriz, por su parte, también parece «curada» de su lesbianismo: aseguró que «ha cerrado esa puerta» porque simplemente ha cambiado de idea.

En 2005, Anne abandonó a su marido por el actor James Tupper, encadenando así 19 años de relaciones ininterrumpidas, cada una solapada con la anterior. El divorcio de Laffoon se puso feo cuando él le arrebató la custodia de su hijo en común, argumentando que no estaba mentalmente preparada para ser madre. «En ocasiones exhibe comportamientos extraños y fantasiosos, pero se niega a buscar ayuda profesional» declaró a People, que expuso como ejemplo aquel día en el que Heche le llamó desde el aeropuerto, desorientada y sin saber dónde estaba, para al día siguiente actuar como si nada hubiera pasado.

Heche se declaró en bancarrota, demostró que sólo le quedaban 35.000 dólares en el banco y volvió a sentirse como aquellos días en los que su familia vivía apilada en la habitación de invitados de unos amigos. Y aunque nadie le haga ya mucho caso, ella ha seguido trabajando, sobre todo en televisión, y se ha recuperado económicamente.

Heche, con James Tupper, su actual marido.

© Getty Images

Hoy, Anne Heche vive –suponemos– felizmente con el guapísimo James Tupper. En ese sentido, ella ya ha ganado. Luce ostentosos anillos de oro y diamantes que su prometido le regala, uno por año, hasta que ella acceda a casarse con él. No puede seguir culpando a su lesbianismo de hundir su carrera, porque a su exnovia Ellen las cosas le van mejor que nunca. Recuerda el incidente del desierto como una crisis hostigada por el consumo de éxtasis. Ella sabe que Hollywood tolera mejor a los drogadictos que a los lunáticos.

Sea quien sea hoy Anne Heche, el caso es que el mundo no parece demasiado interesado en descubrirlo. Se autoerigió como un símbolo de las libertades sexuales y rompió barreras, pero lo hizo por su propio interés. Sufrió el peor castigo que puede experimentar una estrella: rechazo e indiferencia**. A los 47 años, Anne se conserva radiantemente bien, y ni aun así le llaman para hacer películas.** «Así que eso es lo único que mi madre me ha dado, una piel bonita. ¡Gracias mamá!» bromeaba Heche hace cinco años en una entrevista con The Telegraph antes de cambiar el gesto hacia la melancolía y la tristeza. «O gracias, papá».

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