El explorador George Kourounis logró algo que de momento ninguna otra persona pudo: descendió a la famosa “puerta del infierno” para conocer una superficie y ambiente hostil, diferente a lo imaginado alguna vez. Gracias a ello, su investigación dio con una importante respuesta que serviría para probar la vida extraterrestre.
En el planeta existen misterios aun sin resolver, hechos naturales que mantienen en vilo a científicos y que conforme al avance de la tecnología, poco a poco se resuelven sus incógnitas. Debido al alma curiosa de Kourounis, oriundo de Canadá, se dio con la posible explicación de si existe vida fuera de la Tierra o si sobreviven allí organismos con vida.
Hace tiempo que el explorador desarrolla todo tipo de acercamientos a sitios peligrosos con el fin de tomar las mejores fotos. Y eso es lo que obtuvo al descender 30 metros a la puerta del infierno, un pozo de fuego que se ubica en un campo remoto de Turkmenistán y que alcanza los 1000°C.
George fue parte del grupo expedicionario que se arriesgó a esta aventura para recabar información de ambientes extremos y sus imágenes luego se publicaron en conjunto con National Geographic. Para el viaje bajo las llamas utilizó un traje especial, resistente a altas temperaturas, al igual que los materiales que llevó para capturar las impresionantes fotos estuvieron especialmente blindados.
Acerca del importante hallazgo, el canadiense dialogó con el medio británico The Sun y dijo: “La parte más importante de la misión y el objetivo detrás de toda esta expedición fue tomar algunas muestras del suelo en el fondo (arena, básicamente) y ver si hay alguna bacteria extremófila viviendo en el fondo que pudiera darnos pistas, básicamente sobre la vida en estos entornos extremos”.
Además, sostuvo: “Hay planetas que se han descubierto fuera de nuestro sistema solar que tienen un ambiente muy caliente y rico en metano, similar al que hay en el cráter. Entonces, en esencia, estábamos buscando vida extraterrestre aquí mismo en la Tierra”.
Durante los minutos que el equipo descendió, se tomaron muestras de tierra y fragmentos de rocas. A pesar del calor y los gases tóxicos que se emanaban al exterior, la misión resultó satisfactoria. Según explicó Stefan Green, el microbiólogo que integró el cuerpo de profesionales, se descubrieron algunas bacterias en las partículas del suelo.
“El brillo anaranjado de las llamas hace que el suelo sea completamente anaranjado y las paredes del cráter se vean anaranjadas. Realmente me recuerda a estar en un lugar como Marte, donde tenés ese suelo naranja o rojo. Simplemente tiene otra sensación terrenal”, describió el microbiólogo.
Sobre la sensación de tal hazaña, George se sinceró y puntualizó: “Es intimidante (…) No estaba nada oscuro, de hecho, estás rodeado de llamas, así que todo tiene este tono naranja”. Además, celebró: “Estaba en un lugar donde ningún ser humano había estado nunca. Fue como pisar un planeta extraño: más personas han estado en la Luna. Fue emocionante, aventurero, peligroso, una primicia mundial y una contribución a la ciencia. La expedición tenía todo lo que amo”.
La puerta al infierno, oficialmente conocida como Cráter Darvaza, es una alegoría a una imagen tenebrosa, tétrica y que se vincula con el mundo subterrenal en el que, según el cristianismo, todas las almas de pecadores no arrepentidos irán a parar. Por fuera de la connotación religiosa, este hoyo no existía hace 50 años, pero debido a una mala maniobra por parte del ser humano, el paisaje cambió para siempre.
Es importante destacar que aquella parte de Asia contiene grandes reservas de gas y luego de una perforación por parte de un grupo de soviéticos en la zona se generó un incendio que hasta nuestros días perdura. Se supone porque uno de ellos tiró una colilla de cigarrillo hacia el agujero y el fuego se propagó.
LA NACION
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