Viernes, 17 de noviembre 2023, 07:40
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Ruidos extraños que registran las grabadoras y que no son oídos a simple escucha; relojes que se paran sin una razón aparente; pilas y baterías que se descargan solas. Apariciones, ovnis… Ochate lo tiene todo para ser un pueblo maldito, el misterio más grande de la provincia de Burgos.
Llegar o Ochate entraña su dificultad si quien pretende hacerlo lo intenta por primera vez. Ya desde Imíruri, el pueblo que le precede en el camino, se divisa la torre de Ochate, hoy ya huérfana; sola en mitad del pradillo en el que pastan caballos. La torre de la vieja iglesia de San Miguel está alerta por si algún espíritu indómito tiene a bien manifestarse.
Es el prototipo del misterio. El lugar idóneo para la experimentación paranormal. Decenas de investigadores han estado el Ochate. Han experimentado sensaciones extrañas y hasta se han grabado impresionantes parafonías o piscofonías.
Otros, sin embargo, pese a tener experiencias diversas, han relativizado mucho acerca de lo paranormal y han concluido que el lugar es mágico, pero de ahí tener en sus entrañas el misterio y el oculto secreto de la vieja población, tampoco.
Hoy las ruinas apagadas por el paso del tiempo, las piedras engullidas por la madre naturaleza, están cercadas por un alambre de espino. A la izquierda del antiguo poblado se abre un enorme precipicio donde en su valle canturrea un arroyo. Sus aguas son limpias y transparentes. Ochate no. El pueblo se envuelve en la niebla como queriendo evitar ser visto.
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Al llegar al lugar es fácil sugestionarse, sobretodo si cae la noche antes de tiempo. Porque en Ochate todo ocurre a destiempo. Es frecuente que al llegar, el visitante no termine por encontrar un camino para llegar. Y si se echa la noche y la niebla, ni que decir tiene. Su entorno encierra una magia singular que lo hace único, más allá del misterio.
Hoy todo es ruina: su poblado, la torre de la iglesia de San Miguel, la ermita de Burgondo que ya so se tiene en pie por más tiempo. Las tumbas alto medievales que se encuentran al lado del pueblo han sido tan azotadas por el viento y por la lluvia siguen perennes esperando que alguien las investigue. Hoy Ochate es todo piedra amalgamada sin casi orden.
Prudencio Muguruza
En el mes de julio de 1981, Prudencio Muguruza, empleado de una entidad bancaria de Vitoria, paseando con su perro por las inmediaciones de Aguillo, ve a la altura de Ochate un objeto extraño sobre la vertical de la ermita de Burgondo.
Lo curioso es que otro supuesto ovni hizo en 1947 que se desprendiera enorme medallón del techo de la ermita. Las vivencias de Muguruza quedaron recogidas en las revistas del misterio más prestigiosas. La primera en hacerlo fue la mítica Mundo Desconocido. La fotografía del ovni de la portada dio la vuelta al planeta.
Visionario o realista, Muguruza abrió en ese momento un melón interesante porque si bien la profusión de experimentos y visiones de ovnis en los años 70 había sido espectacular, en España se había diluido un poco y hasta los programas televisivos de divulgación del misterio ya flaqueban. Ochate supuso un impulso importantísmo.
Tras las experiencias relatadas por los investigadores y curiosos, multitud de personas se acercaron a la aldea maldita. Todo ello estaba incentivado y salpimentado con las conclusiones a las que estaba llegando Muguruza con sus investigaciones en el Arzobispado de Burgos y en la sede episcopal de Vitoria.
Prudencio Muguruza relata que varias epidemias de tifus, viruela y cólera, ésta última a mediados del siglo XIX, que fue la que terminó con la población, asolaron la zona. Y señala los años 1860, 1864 y 1870 como fechas posibles de esas plagas.
En el artículo que Muguruza escribe para Mundo Desconocido, ‘Luces en la puerta secreta’, basa su teorías en testimonios orales y en leyendas de la zona. Cuando describe las plagas que asolan Ochate, asegura que esas epidemias sólo afectaron a Ochate. Los demás pueblos salieron indemnes a pesar de estar al lado de este, como Aguillo, Ajarte, Sanvicetejo o Imíruri se encuentran a escasos kilómeotros. Sin embargo, la única certeza histórica es que la de la gripe de 1918, afectó a la zona, como lo hizo en el resto del España y vació el pueblo.
En cualquier caso son solo teorías. Más base histórica tienen las investigaciones de Antonio Arroyo y Julio Corral, autores del libro ‘Realidad o leyenda de un lugar maldito’. Hace ya casi dos décadas recogieron testimonios orales de personas del entorno, incluso del último habitante de Ochate. En todos pervive, como subconsciente colectivo, que sí hubo aquellas epidemias terribles, cuando no existe constancia.
Ochate lleva más de 40 años siendo protagonista, en la primera plana del mundo del misterio. El caldo de cultivo que se resucitó en los años 80 hizo que investigadores de la talla de Antonio José Alés, Juan José Benítez, Fernando Jiménez del Oso y otros, se interesaran por el misterio de Ochate.
Hoy es impensable que un periódico tenga sus páginas específicas dedicadas al misterio como tenían los desaparecido La Gaceta del Norte o Pueblo. Algunas secciones como esta Burgos Misteriosa quiere recuperar esa tradición tan imbricada en la cultura del sur de Europa que sabe que hay algo más en otras dimensiones.
Orígenes
Los más puristas de la antropología dicen que Ochate tiene una clara etimología euskera, Otxate, algo así como la puerta secreta para algunos, la puerta del frío para otros, o la puerta secreta; goirate, que hace referencia a la altura. Otras fuentes apuntan a una etimología diferente y la proveniencia de la terminología de ‘Gogate’, referencia del año 1025, donde se muestra en el documento de la ‘Reja de San Millán’.
Nadie sabe a ciencia cierta por qué desapareció Ochate, pero sí se conoce cual es su origen. Tanto es así que era uno de los puntos más importantes de la ruta del Norte de España, desde Madrid y Burgos hacia Francia. Era un paso franco obligado para llegar a Vitoria. Hablamos del siglo XIX. Con la construcción de las carreteras modernas, Ochate quedó a un lado y la N-I se fue por Treviño y La Puebla de Arganzón, un acceso más sencillo por las dificultades montañosas de este tramo.
Una vez que se pierde la baza de la comunicación y el transporte, el pueblo muere y la población se desplaza a Imíruri y Sanvicentejo. Fue el fin lógico. Pero también está el trágico que habla del miedo de la población, como ha ocurrido en otras tantas, a un asesino sanguinario, Jacinto del que dicen mató a un pastor y su crimen quedó impune.
Psicofonías
Uno de los investigadores más reconocidos en el misterio de Ochate es el gasteiztarra Enrique Echazarra. Este gran conocedor de Ochate, intervino en un programa de la serie La Puerta del Frío en Burgos hace cuatro años. La entrevista mantenida con él siempre arroja luz y así lo comprobé. Como buen investigador «no hay verdades categóricas», nada es «ni blanco ni negro con respecto a Ochate», confesaba.
Muchos investigadores han grabado voces parafónicas en el lugar. Dos destacan entre todas ellas. Una en la que una voz de mujer dice «¡qué hace aún la puerta cerrada!» y otra en la que una voz dice «pandorá», según algunas interpretaciones, o bien «kanpora» que en euskera quiere decir ‘fuera’. Muchos se inclinan por la segunda por ser una voz imperativa.
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