- Analía Llorente
- HayFestivalArequipa@BBC Mundo
Cuando el año pasado Matteo, un niño italiano de 8 años, inventó la palabra «petaloso» para un trabajo de la escuela, no pensó que su ocurrencia iba a llegar tan lejos.
Describió una flor con muchos pétalos y el término que creó gramaticalmente tiene sentido como una combinación de «pétalo» y el sufijo «-oso/a» («lleno de»).
Si bien la palabra no existe oficialmente en el diccionario italiano, su propuesta logró una fuerte repercusión en los medios y redes sociales.
Incluso la Academia de la Crusca, la versión italiana de la Real Academia, tiene una convocatoria abierta en su página web para incluirla en el diccionario y dijo que su propuesta podría tener éxito.
Esta es una de las maneras en que se crea una palabra nueva. Pero no es la única.
¿Cómo nace una palabra?
Existen procesos para formar una nueva palabra, aunque muchas veces las inventamos sin darnos cuenta.
«Las palabras las vamos creando los hablantes de modo espontáneo, simplemente porque necesitamos expresar un concepto. Y si no tenemos la palabra, intentamos explicarlo o la inventamos», explica Javier Bezos, especialista en ortotipografía de la Fundación del Español Urgente (Fundéu).
Pero también hay palabras que se crean con premeditación, como «ningunear» que deriva de ninguno y significa no hacer caso o menospreciar a alguien.O la palabra «mileurista» que se utiliza en España para definir a una persona que gana 1.000 euros o menos, es decir que tiene un salario bajo.
«Una vez una persona la empleó en una entrevista y ahora es de uso normal», afirma Bezos a BBC Mundo.
Y, ¿cualquier persona puede crear una palabra? «Si, aunque podrá o no tener éxito», sostiene el especialista.
«La lengua es como un organismo vivo, siempre está evolucionando con la introducción de nuevas palabras y la desaparición de otras. No hay un conjunto cerrado y estricto de palabras como a veces se piensa que es el diccionario», añade.
Según los especialistas, la mayoría de palabras nuevas en castellano entran a través de palabras de otros idiomas. Se las denominan extranjerismo o préstamos.
«Una razón obvia es la necesidad de referirse a una cosa, persona, concepto animal, etc. para lo cual no existe palabra en español, por ejemplo las palabras indígenas como cóndor (del quechua), tomate (del náhuatl) o piraña (del guaraní) que se introdujeron en el castellano para luego entrar en el resto de lenguas europeas», dice Paz González, profesora de lingüística española de la Universidad de Leiden, Holanda.
También la palabra puede adaptarse según la fonética como fútbol o futbol que en inglés es football o pronunciarse según la escritura como túnel, del término inglés tunnel.
Calcos
El calco también se basa en un extranjerismo, con la diferencia de que se descompone la palabra y se traducen sus componentes.
Por ejemplo, el inglés interview se tradujo en entrevista, de entre: inter y vista: view. Aunque también sufrió un proceso de adaptación a interviú.
O el caso de rascacielos, del inglés skyscraper.
Derivación y composición
En la derivación se trata de añadir a la palabra uno o más prefijos o sufijos, por ejemplo de perro a perrera.
Mientras que la composición consiste en formar una palabra nueva, uniendo dos o más vocablos, como sacacorchos.
«Tanto la derivación como la composición son productivas y depende del idioma cuál de los dos procesos va a ser más fructífero», dice González a BBC Mundo.
«Por ejemplo el holandés es magnífico creando palabras nuevas a través de la composición: Geneesmiddelenvergoedingssysteemque significa «sistema de seguro de productos medicinales». Pero el español no hace este tipo de composiciones, es mucho más modesto«, señala.
Eponimia
Eponimia es la adopción de un nombre propio que asumimos como un nombre común.
Los quevedos son ciertos tipos de lentes que utilizaba el político y escritor español Francisco de Quevedo.
Y linchar, que es ejecutar a un sospechoso o reo sin proceso y tumultuosamente, viene del juez estadounidense del siglo XVIII, Charles Lynch, que encabezó un tribunal irregular en Virginia para castigar a un grupo de leales a la corona británica en la guerra de la independencia de Estados Unidos.
Raíces
También se crean palabras a partir de raíces clásicas, griegas o latinas.
Este es un procedimiento típico que utilizan las ciencias, como por ejemplo clorofila: chloros en griego es verde y fýlon que significa hoja.
O también la palabra centígrado: centésimo o ciento del latín y grado.
Siglas y acrónimos
Este es un fenómeno que se ha dado en los últimos años como por ejemplo «sida» (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), «ovni» (objeto volador no identificado) y ofimática (de oficina e informática).
Cambios de sentido
Este es el proceso en el cual se utiliza una palabra que ya existe para cambiarle su significado.
«Cuando escribimos con pluma, no se suele entender que escribimos con la pluma de un ave«, sino con un bolígrafo común, ejemplifica Bezos.
Entonces el objeto actual para esa función adquiere el nombre de la tecnología antigua.
Otros ejemplos de este tipo son «pon la cacerola al fuego» cuando es una placa de inducción, o sea que no hay fuego, o «colgar el teléfono celular» que en realidad no lo estamos colgando (antiguamente se colgaban los teléfonos de un gancho), sino que solo presionamos un botón para terminar la llamada.
«No es una palabra nueva, pero designa una nueva realidad a partir de algo que a lo mejor ya ha dejado de existir», destaca el miembro de la Fundéu.
¿Cuándo una palabra es oficial?
La palabra no es oficial solo cuando aparece en el diccionario del idioma sino cuando «los propios hablantes deciden que la palabra tiene utilidad y la usan«, asegura Bezos a BBC Mundo.
Entonces en la preparación de cada nueva edición del diccionario, la Real Academia observa e identifica nuevas palabras y evalúa si las incluye.
Entre que aparece una palabra y se escribe en el diccionario pueden pasar «uno 10 años», agrega. Y en este tiempo y proceso ocurren situaciones llamativas como cuando una palabra se incluye en el diccionario de la RAE e inmediatamente queda obsoleta.
Este es el caso de «pela», una forma coloquial de la «peseta» española que entró en la edición del 2001 y poco después, el 1 de enero del 2002, se cambió la moneda al euro y la peseta desapareció.
«Antiguamente si una palabra nueva no llegaba a un medio de comunicación o un libro, esa palabra bien podía acabar cayendo en desuso», afirma.
«Pero en la actualidad, cuando a una persona se le ocurre una palabra, se difunde automáticamente de modo instantáneo por todo el mundo con lo cual la propagación de nuevas creaciones es más fácil y rápido», reflexiona Bezos.
Este artículo es parte de la versión digital del Hay Festival Arequipa, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza en esa ciudad peruana entre el 9 y el 12 de noviembre.
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