La noción de que existe vida en otros planetas puede cruzar la mente de las personas cada vez que observan un punto blanco en el cielo. Alguien con una perspectiva racional podría sugerir que se trata de una estrella o un satélite artificial orbitando la Tierra, ideas respaldadas por la ciencia. Sin embargo, estas explicaciones no siempre convencen a un sector de la población que sostiene la creencia de que el ‘plantea azul’ ha sido visitado por seres extraterrestres, y que una luz blanca en el firmamento estrellado podría ser la señal de su nave espacial.
La concepción de que existe vida en otros planetas se alimenta, en cierta medida, de películas de ciencia ficción. Estas producciones audiovisulaes pueden estimular la imaginación de las personas, pero también generan miedo ante la idea de lo desconocido o la posibilidad de encuentros con seres extraterrestres. A pesar del temor que experimenta un sector de la ciudadanía, existe un interés por conocer más acerca de estos temas. A lo largo de la historia, se han difundido imágenes de ‘restos alienígenas’, provocando conmoción en los peruanos y extranjeros.
Si nos enfocamos en Perú, encontramos el caso de las ‘momias alienígenas de Nasca’, que generó revuelo a nivel mundial en 2016 debido a las características singulares de sus cuerpos. Tras la difusión de las primeras instantáneas de los restos momificados, personas de diversas nacionalidades comenzaron a tejer teorías conspirativas sobre su origen.
A pesar de que algunos creían que se trataba de extraterrestres, la comunidad científica cuestionó las afirmaciones de los círculos pseudocientíficos que sugerían que eran ‘alienígenas’. Los tres dedos en cada mano, los cráneos alargados y los torsos estrechos de las momias llevaron a algunas personas a pensar que eran seres de otro mundo.
No obstante, el World Committee on Mummy Studies, una de las organizaciones más importantes en el estudio de momias, desestimó la idea de que estos restos momificados tuvieran un origen alienígena. Por su parte, antropólogos y arqueólogos coinciden en que parte de estas momias son cuerpos humanos precolombinos modificados.
Este no es el único caso del que muchas personas comentan. En 1980, un piloto de la Fuerza Aérea del Perú (FAP) avistó un objeto volador no identificado (ovni) en los cielos peruanos. Lo que le sucedió al hombre la mañana del 11 de abril en la base aérea La Joya, ubicada en Arequipa, no fue conocido en su momento por las personas. Pero ¿por qué las personas no se enteraron? ¿Hubo interés en ocultar información? ¿Qué sucedió con el piloto? Estas y otras interrogantes serán respondidas en los siguientes párrafos cargados de testimonios e historia.
En 1980, Perú aún estaba bajo el liderazgo de Francisco Morales Bermúdez, un militar que tuvo la consigna de reforzar las capacidades militares del país, para lo cual destinó un presupuesto significativo a las Fuerzas Armadas. Sin embargo, esta misión ya había sido cumplida durante el gobierno del general Juan Velasco Alvarado (1968-1975), quien estableció lazos más estrechos con la Unión Soviética y realizó adquisiciones de material bélico procedente de dicho país.
En relación con el armamento adquirido por Perú, la revista ¿Qué Pasa? de Chile informó lo siguiente: “Con préstamos soviéticos a largo plazo y de baja tasa de interés, Perú inició sus órdenes de compra en Moscú adquiriendo 200 tanques T-54 y T-55, aviones de combate sofisticados, artillería pesada, etc. Se irían acumulando año a año en los regimientos peruanos”.
Mientras Velasco era presidente, existía una fuerte tensión entre Chile y Perú. Uno de los motivos fue la proximidad del centenario de la Guerra del Pacífico. Esta tensión no terminó cuando el general dejó el poder en 1975, ya que los militares continuaron entrenando en la base aérea La Joya después de ese año.
En diálogo con History Latinoamérica, Julio César Chamorro, comandante (r) de la Fuerza Aérea del Perú (FAP), dijo que “La Joya es el miembro más importante en el sistema de defensa nacional” y que en 1980 “había una tensión en la frontera con Chile”. Por este motivo cientos de militares se encontraban en el lugar entrenando.
La rutina de los miembros de las Fuerzas Armadas del Perú se vio alterada cuando vieron una especie de globo aerostático en el cielo, un objeto que podría constituir una amenaza para los militares. “Para obtener información específica de algunos sitios, se colocan sensores en globos (aerostáticos). Entonces, había que tomar la decisión de destruirlo porque no podía haber vulnerabilidad en esta base. Se envió un avión para que sea derribado”, contó Chamorro.
El vehículo volador que se eligió para derribar al ‘globo aerostático’ fue un Sukhói Su-22, un avión de combate desarrollado por la Unión Soviética. Precisamente en esta nave, conocida por ser un caza-bombardero con ala de geometría variable, fue conducida por Óscar Santa María, quien tuvo la valentía de disparar a un objeto desconocido que podría poner en riesgo la seguridad del país.
“Le dispara 64 obuses de 30 milímetros. Una bala de este calibre atraviesa un riel de acero de ferrocarril, una pared de concreto; también puede destruir totalmente un tanque de guerra”, declaró Alfonso Salazar, experto en tecnología aeronáutica, a History Latinoamérica.
A pesar de los disparos, la nave salió ilesa. Otro detalle que llama la atención es que este objeto no fue detectado por el radar de la FAP, un sistema electrónico utilizado para monitorear, rastrear y determinar la posición, distancia y velocidad de objetos tales como aeronaves, naves espaciales, misiles y vehículos terrestres. Quienes sí vieron al ‘globo aerostático’ fueron cientos de personas que se encontraban en la base aérea.
La mañana del 11 de abril de 1980, el entonces piloto de la Fuerza Aérea del Perú se le encomendó una misión que cambiaría la percepción que tenía acerca de ciertos temas. Sus superiores le habían encargado destruir un ‘globo aerostático’ que en realidad se trataba de un objeto volador no identificado (ovni). De esto se dio cuenta cuando estuvo batallando con la nave durante varios minutos en el cielo peruano.
“Primera vez que algo no se destruye al ser impactado por los obuses. (Cuando) veo que el objeto comenzó a alejarse, pensé que le había hecho un hueco, y por efecto del aire se estaba alejando (…) Cuando estaba por llegar al rango de disparo, el objeto que estaba detenido hizo una aceleración súbita en ascenso que me dejó sin capacidad de disparar (…)”, contó al programa El Dominical de Panamericana.
Cerca de 20 minutos estuvo enfrentándose con la nave que se movía rápidamente y esquivaba los disparos. En un momento tomó la decisión de subir rápidamente para que desde lo alto pueda atacar, pero el objeto también ascendió. Ambos estaban a 19.200 metros de altura y los separaba una distancia de mil metros. Cuando estuvo a punto de atacar nuevamente, se encendió una luz en su cabina que significaba que no tenía mucho combustible para seguir operando el avión. Antes de descender a la base, se acercó un poco más al objeto.
“A 100 metros, pude ver al objeto: tenía 10 metros de ancho por 10 metros de alto, una forma cuadrada pero con una parte ovalada, como de un globo de color crema. Su base era ancha y de metal. Entonces, al acercarme y verlo completamente, vi que no tenía ventanas, alas, motores, nada externo, todo era liso”, dijo al medio local.
Tras el aterrizaje del avión, el objeto seguía en el cielo peruano. A pesar de su presencia, las autoridades no enviaron otro vehículo volador bélico para derribarlo.
Las autoridades no informaron sobre lo que ocurrió la tarde del 11 de abril en la base aérea La Joya. Pero ¿por qué no lo hicieron? En diálogo con el investigador Yohanan Díaz Vargas, Santa María dijo lo siguiente: “En la torre de control hay grabador de voces, supuestamente quedó grabado, pero después no dieron orden de guardarlo. Cuando ya definimos que era un ovni, alguien dijo: ‘Uy, eso jala público, si mencionamos que es un ovni se nos vienen periodistas, investigadores, curiosos y van a ver justamente lo que estamos protegiendo’”.
Lo que no querían los militares era que las fuerzas militares de otros países no conocieran la base aérea ni los armamentos que tenían. A pesar de que el entonces piloto elaboró un informe, este documento no fue de acceso público. “Dieron la orden de que nadie hablara del caso; hice mi informe y todo quedó en silencio (…) se borraron huellas”, dijo Santa María.
Durante 20 años, el caso no fue difundido, pero al interior de la Fuerza Aérea los miembros conversaban sobre este tema. Cabe señalar que Santa María dijo que sus compañeros de la base aérea La Joya estaban atentos a lo que ocurría en el cielo y que había 1800 testigos.
En otro momento de la conversación que entabló con Díaz Vargas, el piloto retirado de la FAP contó detalles de lo que pasó meses después en su vida cotidiana. “Armé mi maletín de viaje. Después del almuerzo fui a mi cuarto y me dije: ‘Si me vienen a buscar (los extraterrestres) me voy; me han respetado la vida, nos conocemos. (…) Durante 3 meses siempre andaba con mi maletín de viaje para irme con ellos”, contó.
Santa María quería ser abducido por los ‘extraterrestres’, pero con una finalidad: conocer su tecnología, aprender, para luego aplicar sus conocimientos en el Perú.
Finalmente, este hecho generó conmoción cuando se difundió, llegando al punto de crítica hacia las autoridades por esconder el suceso. Al margen de ello, se destaca la valentía de Santa María, quien arriesgó su vida por la patria al enfrentarse con un objeto volador no identificado como si fuera un acto de guerra. Habiendo contado los pormenores de esta historia, ¿crees en la existencia de los extraterrestres? Naturalmente, surgirán dos respuestas, pero la idea es establecer un debate donde el respeto y la tolerancia estén en primer plano.
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