En el año 2000 la industria discográfica ya había entrado en crisis con todo el tema de Napster e internet, pero grabar un disco seguía valiendo el mismo pastizal que en los años de bonanza. Por ello, las bandas que vivían en el ostracismo estaban destinadas a grabar en estudios reguleros de dudosa calidad profesional.
Vaya, que el presupuesto para «antiguallas» como UFO al grabar un disco nuevo era de risa en la entrada y de lagrimas al finalizar. Es por ello que en la época nos tirábamos de los pelos cada vez que una de nuestras bandas favoritas acababa en sellos como Spitfire o SPV, porque eso significaba que sus discos bajaban la calidad sónica hasta el punto del espanto. Ni qué decir tiene, esos sellos pusieron lo mejor de sí mismos para salir a la superficie en una época muy complicada para la industria discográfica. Que dios bendiga a Spitfire, a SPV y a todos los sellos que lo intentaron entonces.
En 1993 UFO había vuelto al ruedo con la formación de Strangers In The Night; es decir: Michael Schenker, Phil Mogg, Pete Way, Andy Parker y Paul Raymond. O lo que es igual, la formación definitiva de una de las bandas más grandes que vio aparecer Inglaterra a lo largo y ancho de su historia. Claro, que en el 93 el público no estaba para estas reuniones de viejas glorias y la cosa se fue prolongando pasito a pasito pero sin armar mucho revuelo. En el 93 graban Walk On Water, disco de reunión; lo editan en el 95 en Japón, giran ese año por USA y el disco lo reeditan en el 97 para el mercado europeo; giran ese mismo año por el viejo continente (para regocijo nuestro, ya que pudimos verles por aquí) y acaban la fase de Walk On Water con una serie de conciertos en Inglaterra a principios del 98.
En el camino se había perdido al batería Andy Parker que fue sustituido por Simon Wright (AC/DC), ya en el 95. Después fue Paul Raymond el que se bajó del barco, por discrepancias con Schenker. Así que la banda entró a grabar Covenant (2000) con solo el triunvirato formado por Way/ Mogg/ Schenker. A la batería les ayudó el legendario Aynsley Dunbar. Pero por mucha leyenda que pulule en un estudio de grabación, si no hay canciones ni química rara vez se produce un disco interesante. En Covenant cuesta rascar, ya de entrada porque ese sonido malo del que hablábamos al principio es más que patente. Hay unos graves horribles, el bajo está perdido en la mezcla y la voz de Mogg suena a la de una demo. ¿Canciones destacables? «Serenade», una y otra vez. Es una joya que justifica la existencia del álbum. «Love is forever» tampoco está mal y «Rise Again» tiene sus momentos. El resto es mediocre, sin paliativos.
Lo que llegó tras Covenant fue puro UFO, pues en el último concierto de la gira Phil y Schenker acabaron enganchados físicamente enfrente de la audiencia, no una sino tres veces. Todos pensábamos que la banda se había acabado, al menos con Schenker en ella. Pero la cosa dio para un disco más: Sharks, en 2002. Teniendo en cuenta que seguramente este disco se grabó porque ninguno de ellos tenía algo mejor que hacer, que cantante y guitarrista no se dirigieron la palabra, y que de nuevo el presupuesto era paupérrimo, la verdad, no está tan rematadamente mal. No hay una sola gran canción, pero en líneas generales es más interesante que Covenant. Hay un algo, cierto riesgo, quizás fruto de la tensión, que lo hace interesante. De nuevo, el sonido lastró toda posibilidad al álbum. Si hay alguien que logre oír el bajo de Pete Way que se ponga en contacto conmigo.
Este triple cd lo acaba conformando el directo Live In Buffalo del 95, en el que la banda se muestra radiante y eléctrica. Todavía eran jóvenes, carajos. Todas las canciones son versiones rescatadas de Strangers In The Night, con el añadido de «Venus» y «Pushed To The Limit», del entonces reciente Walk On Water. Curiosamente, esas canciones no desentonan entre tanto coloso. Y es que Walk On Water era un disco que mereció mayor suerte, pese a su, también, horrible sonido y mezcla final.
Texto: Sergio Martos
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