Murió el camionero que dijo haber sido abducido por un OVNI en Bahía y le inyectaron el suero de la verdad

El pasado 31 de mayo murió en Villa María, Córdoba, Dionisio Llanca, a los 75 años.

De ocupación camionero, su vida transitaba normalmente hasta que en 1973 se convirtió en una celebridad, incluso fuera del país.

En la madrugada del 28 de octubre, con 25 años, salió de la casa de su tío en Chubut al 1600 y partió en su Dodge 600 hacia Río Gallegos cargado de materiales de construcción.

En la zona de Bordeu, al detectar que tenía una cubierta baja, decidió bajar para cambiar el neumático, cuando vio a su izquierda una luz amarilla. Según su testimonio, pensó que era la de un automóvil, pero se le vino encima una máquina grande, con forma de plato y suspendida en el aire.

En ese momento, tres seres, dos hombres y una mujer, con uniformes, botas y guantes cuyo idioma no entendía, le tocaron la mano derecha y le hicieron una incisión. En ese momento perdió la conciencia y se despertó en los corrales de la Sociedad Rural sin algunas de sus pertenencias.

No sabía quién era hasta que un auto lo levantó en la ruta, pasó por distintas comisarías y terminó atendido por el médico Ricardo Smirnoff en el Hospital Español.

Tremendamente angustiado y desorientado, quedó internado sin heridas ni golpes a la vista.

Según la ufología, se trató de una abducción, que es un acto en el cual uno o más seres extraterrestres toman a un ser vivo terrestre contra su voluntad, lo secuestran y lo llevan a algún sitio determinado, generalmente a su propia nave espacial.

Trascendida la información, llegó a la ciudad el periodista Fabio Zerpa, reconocido ufólogo y miembro de distintas entidades internacionales de Ovnilogía, Parapsicología, Estudios Antropológicos y Esotéricos.

Intentó entrevistarlo pero no tuvo demasiada suerte, por el estado de amnesia de Llanca, que sólo atinó a contar lo de la luz amarilla y las tres personas.

Sin embargo, cuando salió de alta, lo encontró en la casa del tío y pudo sacarle más datos: que las botas y los guantes de los tres seres eran de color naranja; que la mujer tenía el pelo rubio hasta la cintura; que perdió fuerzas cuando se le acercaron; y que no gritó ni reaccionó porque no podía.

La entrevista salió primero por Siete Mundo, en el canal 7 local, pero no tuvo demasiada repercusión. Sin embargo, el periodista Alfredo Serra también llegó a Bahía con el fotógrafo Carlos Flores y el dibujante Roberto Regalado, e hizo una publicación en la revista Gente.

Ese fue el disparador para el comienzo de la Operación Bordeu, que implicó la intervención de distintos profesionales de la salud para tratar de entender qué había pasado.

Por un lado, en Bahía, lo vieronel psicoanalista Roberto García del Cerro, el psiquiatra Eduardo Mata, la psicóloga Nora Milano, el hipnólogo Eladio Santos y el médico forense Ricardo Smirnoff.

Y en Capital Federal, el toxicólogo Agustín Antonio Luccisano, el presidente de la Asociación de Ontoanálisis, Juan Antonio Pérez del Cerro, y el hipnólogo y psicólogo Héctor Solari.

Lo hipnotizaron y magnetizaron hasta que Llanca empezó a recordar y dar más precisiones de lo que había vivido, marcando que los extraterrestres decían ser amigos.

Y después de ese proceso llegaron las inyecciones de pentotal sódico, conocido como “suero de la verdad”.
La conclusión de quienes lo trataron es que el protagonista nunca se contradijo, ni siquiera bajo los efectos de esa droga.

Por eso, para Zerpa hubo evidencia de que Llanca había estado dentro de una nave interplanetaria y hasta fue premiado en México por su investigación.

Años después, otros investigadores denunciaron que se trató de un fraude y que había distintas inconsistencias por parte de Llanca.

En el 2021, el camionero dio entrevista para Café Ufológico Rosario (CUR) y contó su sufrimiento por las interminables sesiones de pentotal.

“Fue un calvario, pensé que me moría, la piel se me hacía como escamas de pescado y se me caía. Me llevaban al consultorio y me ponían el suero cada dos o tres días. Era el mayor de los sufrimientos. Las inyecciones eran tremendas”.