Enanos que medían menos de 60 centímetros, de color verde y sin orejas. Así eran las extrañas criaturas que aseguraban haber visto a fines de 1983 los vecinos de Villa Montoro y que puso a ese barrio platense en el centro de todas las miradas. Cuarenta años después de toda la locura que se generó alrededor de la supuesta presencia extraterrestre en la zona, nunca más nadie volvió a verlos, pero tampoco se olvidaron de los “enanitos verdes” de La Plata.
Una casa abandonada ubicada en la calle 600, entre 2 y 3, fue el epicentro de las supuestas apariciones relatadas, en su mayoría, por chicos y adolescentes que aseguraban haberse topado con los alienígenas mientras jugaban cerca de aquella vivienda, entre fines de noviembre y principios de diciembre del verano del ‘83.
Algunos, más osados, dijeron que habían perseguido a esos “enanitos” por el bosque que rodea Villa Montoro, hasta que “se escondieron en un pozo abajo de una piedra” y los perdieron de vista.
Si bien aparecieron escépticos que tildaban todo esto como “fantasías” de los chicos, eran llamativos también los relatos casi calcados de los testigos, que uno a uno y sin fisuras describían a estos seres “muy chiquitos y verdes” que se dejaban ver, pero jamás, a ninguno de ellos, les habían dicho ni una sola palabra.
Entre el miedo y la curiosidad
Mientras el fenómeno extraterrestre amenazaba no solo la tranquilidad del barrio, sino hasta el normal dictado de las clases en las escuelas porque nadie dejaba de hablar de “ellos”, Amadeo Villar, titular de la comisaría 8ª con jurisdicción en la zona, le decía al diario El Día: “Me gustaría agarrar a uno (de los seres) a ver si solucionamos este asunto”. Pero los “enanitos verdes” de La Plata ya estaban en boca de todos y eran furor.
Así llegó un día con todo su equipo del entonces Canal 9 Libertad el reconocido periodista José de Zer, que dejó su huella en la televisión argentina por su particular forma de cubrir las noticias y, sobre todo, por sus memorables “cacerías” en vivo de gnomos y seres extraterrestres al grito de “Seguime, Chango”, su incansable camarógrafo.
Pero pese a su estilo inigualable, el periodista estrella de los fenómenos paranormales no fue el único en acercarse a Villa Montoro. Además de los curiosos, por el barrio desfilaron biólogos, antropólogos, geólogos, psicólogos y parapsicólogos.
“El comandante de la nave astrogaláctica se comunicó mentalmente conmigo y me dio un mensaje secreto para el presidente Alfonsín” (en ese momento presidente electo, ya que asumió el 10 de diciembre)”, afirmaba en ese momento a los medios el parapsicólogo platense Oscar Avendaño.
El mensaje, que se conoció al día siguiente, tenía que ver con que la Argentina “deseche la idea de construir la bomba atómica”. En tanto, otro testigo, un adolescente de 17 años, dijo que se había comunicado con un tal Fit, o Fix, que le dio “un mensaje de paz” y contó que a los seres los guiaba “el Gran Dios-Amor del Universo”.
La noticia de los encuentros del “tercer tipo” alimentaban las tapas de los diarios, que seguían generando títulos, hipótesis y fotos inéditas, a la par que aumentaban sus ventas. Los comerciantes también afilaron su ingenio con la fiebre alienígena y así nacieron también los muñequitos de “Luciano, el Marciano”, bautizado en honor a un dibujito que estaba de moda en esa época.
Los “enanitos verdes” platenses habían traspasado todas las barreras. Una noche apareció incluso un grupo de científicos suecos que trabajaban en el Instituto de Ovnilogía y acamparon, literalmente, en Villa Montoro con la ilusión de cruzarse con los extraños seres que tantos aseguraban haber visto en ese lugar.
La fiebre extraterrestre parecía inagotable, pero un día se retiró de golpe como toda aparición. El investigador Claudio Omar Rodríguez fue uno de lo que intentó darle una explicación y manifestó que la madrugada del 15 de diciembre escuchó una gran explosión. “Parecía el despegue del cohete Saturno V”, aseveró. Una parapsicóloga le dijo después que “los seres habían intentado cruzar el umbral dimensional”.
Y una mañana, un diario local informó en una breve nota: “los enanitos verdes ya se fueron”. Ya no hubo más denuncias ni avistamientos ni testigos que en primera persona contaran cómo había sido su encuentro con las extrañas criaturas. Los alienígenas, si alguna vez estuvieron, se olvidaron de aquel pequeño pueblo plantense, pero el mito jamás abandonó a Villa Montoro.
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