Los científicos deberían olvidarse de buscar planetas verdes si quieren encontrar vida vegetal o bacteriana extraterrestre. Más bien, deben buscar plantas, bacterias y planetas morados. Un estudio reciente del Instituto Carl Sagan (CSI), publicado en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society: Letters, teoriza sobre los pigmentos que podrían caracterizar a los organismos en distintas regiones del cosmos y se prepara para la posibilidad con una biblioteca de bacterias de otros colores.
En la Tierra, el verde es sinónimo de vida debido a que las condiciones específicas del planeta favorecieron la evolución de organismos fotosintéticos que utilizan la clorofila, un pigmento percibido como verde por el ojo humano. Dicho componente de color es esencial para la conversión de la energía solar en energía química por parte de plantas y bacterias fotosintéticas.
La tonalidad verde de la vida terrestre es el resultado directo de características contextuales únicas como su distancia respecto al Sol, la atmósfera o la cantidad de radiación solar que alcanza su superficie. Si existe otro planeta con las condiciones apropiadas para el surgimiento de vida vegetal y microscópica, la biota probablemente no tendrá el mismo color que ese al que los seres humanos están acostumbrados.
Los científicos saben lo suficiente acerca de los exoplanetas para especular sobre cómo podrían surgir plantas simples en ellos. Pero no esperes que sean verdes.
Bacterias moradas en la Tierra
El estudio del CSI apunta que el morado es una apuesta más acertada al color que presentarían las bacterias y plantas en sus respectivos exoplanetas. La hipótesis está basada en la existencia de vida en condiciones extremas en la Tierra. Hay microorganismos púrpuras que prosperan con escasa luz, se nutren de radiación infrarroja y habitan en entornos con bajo contenido de oxígeno. La versatilidad metabólica de las bacterias moradas les confiere una notable capacidad de adaptación a condiciones ambientales extremas.
Los investigadores proponen un ejemplo estadísticamente probable de vida extraterrestre. La región habitable de un exoplaneta que gira alrededor de una estrella gigante roja recibiría poco o nada de luz visible, pero estaría bañada en radiación infrarroja, lo que favorecería la aparición de formas de vida con pigmentación morada. Si un telescopio investiga ese punto, la huella de color que debería seguir es la del espectro morado, en lugar de la verde.
La base de datos de futuro
Los investigadores del CSI cultivaron muestras de 20 bacterias púrpuras azufradas y no azufradas. Cada una de ellas vive en ambientes adversos y complejos, como aguas profundas, respiradores hidrotermales, pantanos, costas y cuevas. No son especies raras, afirman los científicos, pero suelen ser olvidados por la población debido a los nichos biológicos en donde prosperan.
Una vez que se midió la base de datos de bacterias de otros colores, se simularon planetas similares a la Tierra en distintas condiciones climáticas para verificar cómo brillaría. El estudio afirma que pudieron generar firmas biológicas de colores en situaciones húmedas y secas. «Si las bacterias violetas prosperan en la superficie de una Tierra congelada, un mundo oceánico, una Tierra bola de nieve o una Tierra moderna que orbita una estrella más fría, ahora tenemos las herramientas para buscarlas”, finalizó Lígia Fonseca Coelho, primera autora del reporte.
“Necesitamos crear una base de datos de signos de vida para asegurarnos de que nuestros telescopios no pierdan vida si no se parece exactamente a lo que encontramos a nuestro alrededor todos los días”, explica Lisa Kaltenegger, directora del CSI y coautora del estudio principal
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