Bosques, montañas, selvas, e incluso pájaros o insectos. Si tuviésemos que elegir un color para describir cómo luce la vida en la Tierra, ese sería, sin duda, el verde. Este se funde con el azul de los océanos para crear la imagen colectiva que todos albergamos en la mente sobre nuestro querido planeta.
Pero esta suerte de lógica cromática no puede extrapolarse a la búsqueda de vida en otros cuerpos celestes. Así lo sugiere un grupo de investigadores de la Universidad de Cornell (Nueva York, Estados Unidos), que ha llevado a cabo un estudio en el que plantea que el color de la vida en otros planetas podría ser el morado.
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La razón es que, tal y como descubrieron, muchas bacterias que, en la Tierra, reciben poca o ninguna luz u oxígeno visible y utilizan la radiación infrarroja invisible para impulsar la fotosíntesis, contienen pigmentos morados. Así, los mundos púrpuras en los que sean dominantes producirían una «huella luminosa» detectable por los telescopios terrestres y espaciales de próxima generación.
El estudio, publicado en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, abre una nueva puerta en el camino por dar con vida fuera de nuestro planeta. Una tarea que, aseguran los autores de la investigación, sigue siendo compleja incluso con la sofisticada tecnología con la que contamos hoy en día.
Bacterias púrpuras que podrían dominar mundos lejanos
En términos científicos, se conoce como bacterias púrpuras a los primeros microorganismos fotosintéticos en habitar la Tierra, hace unos 2.500 millones de años. Estas prosperan con luz roja o infrarroja de baja energía utilizando sistemas de fotosíntesis más simples.
Siguiendo esta certeza, que estas hayan sobrevivido hasta la actualidad en nuestro planeta, en una amplia variedad de ambientes -desde aguas poco profundas, hasta respiraderos hidrotermales de aguas profundas-, revela que esta forma de vida podría estar presente en otros planetas similares al nuestro.
En este sentido, los astrónomos han confirmado más de 5.500 exoplanetas hasta la fecha, incluidos más de 30 planetas potencialmente similares a la Tierra. Sin embargo, para encontrar vida en ellos resulta necesario, en primer lugar, asegurarse «de que nuestros telescopios no pasen por alto la vida si no se parece exactamente a lo que encontramos a nuestro alrededor todos los días», tal y como señaló la coautora Lisa Kaltenegger, directora del CSI y profesora asociada de astronomía en la Facultad de Artes y Ciencias, en una nota de prensa.
Así, tras recolectar y cultivar muestras de más de 20 bacterias púrpuras azufradas y no azufradas, el equipo midió los biopigmentos de estas y sus respectivas huellas dactilares de luz, para luego crear modelos de planetas similares a la Tierra con diferentes condiciones y cobertura de nubes. Y en una variedad de entornos simulados, especificó Coelho, las bacterias púrpuras tanto húmedas como secas produjeron firmas biológicas de colores intensos.
En busca de vida extrasolar (y morada)
Aunque a día de hoy no se cuenta con una tecnología suficientemente desarrollada para estudiar la composición de exoplanetas similares a la Tierra, hace años que es posible realizar modelos de sus atmósferas analizando la luz que emiten. Ahora, además, los científicos pueden añadir como variable el espectro que reflejan las bacterias púrpuras, tal y como ya sugería una investigación anterior llevada a cabo por expertos del Instituto de Astrofísica de Canarias.
A partir de esta metodología, los científicos multidisciplinarios William Philpot, profesor emérito de la Escuela de Ingeniería Civil y Ambiental de Cornell Engineering, y Stephen Zinder, profesor emérito de microbiología en la Facultad de Agricultura y Ciencias de la Vida, están catalogando los colores y las firmas químicas que una amplia gama de organismos y minerales presentarían en la luz reflejada de un exoplaneta.
En próximas etapas del estudio, los observatorios planificados, como el Telescopio Extremadamente Grande (ELT) y el Habitable Worlds Observatory, explorarán la composición química de estos mundos en las zonas habitables de sus estrellas, donde las condiciones son propicias para la existencia de agua líquida en la superficie.
Con esto, los autores del estudio tienen volcadas las esperanzas en este innovador sistema que, a partir de la detección de bacterias púrpuras en exoplanetas, podría dar con nuevas respuestas a una pregunta milenaria: «¿estamos solos en el universo?».
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