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‘El problema de los 3 cuerpos’ ya está en Netflix. Al menos los ocho capítulos que ocupan su primera temporada. Sí, porque a juzgar por el final del ‘El problema de los 3 cuerpos’ temporada 1, Benioff y Weiss planean seguir y seguir con la trilogía sci-fi del chino Liu Cixin. Además de adaptar la primera novela, los creadores de ‘Juego de tronos’ se atreven a ir adelantándonos ya parte de la segunda, ‘El bosque oscuro’. Sin embargo, hay algo que no se han atrevido a hacer, y para bien.
Hace poco decíamos que el gran error de ‘El problema de los 3 cuerpos’ ya nos sonaba bastante de ‘Juego de tronos’. Benioff y Weiss parecen tener prisa por adaptar historias que, quizás requerirían el doble de tiempo y dedican menos de lo que nos gustaría a desarrollar a los personajes. Quizás sea su secreto para hacer series tan entretenidas, pero lo cierto es que lo espectacular lo es más cuando tiene tiempo para respirar. En la primera temporada de ‘El problema de los 3 cuerpos’ hay más de una novela cuando, quizás, el material daba para dos temporadas solo con la primera.
A lo largo de estos ocho capítulos se nos revelan muchas cosas poco a poco. El misterio tras los fallos de la ciencia, el impresionante videojuego, los asesinatos de los científicos, la cuenta atrás que impide a Auggie acabar su investigación de nanomateriales… Todo era un plan de los San-Ti, una raza extraterrestre muy avanzada que habitaba en un sistema afectado por el problema de los tres cuerpos. Es decir, al tener una órbita afectada por tres estrellas distintas, era imposible de predecir su órbita así que se enfrentaban a continuas catástrofes.
Contactados por Ye Wenjie fueron «invitados» a la Tierra pero, tras descubrir que los seres humanos tienen la capacidad de mentir deciden eliminarnos ya que no pueden fiarse de nosotros. Sin embargo, tiene un problema y es que tardarán 400 años en llegar y para entonces nuestra tecnología ya habrá avanzado lo suficiente para detenerlos. Su plan, por tanto, es destruir nuestra ciencia y lo hacen a través del sabotaje y del continuo espionaje de dos super ordenadores microscópicos llamados Sofón.
Pero en medio de tanta información, revelación e ideas hay algo que permanece y que dota de gran interés al futuro de la serie. En toda adaptación de texto a imágenes lo verdaderamente nuevo es poner en imágenes el texto. Es decir, ilustrar algo que, por muy descriptivo que haya sido nunca es tan preciso y cerrado como una imagen. En este caso, uno de los recursos más estimulantes de Weiss y Benioff es renunciar por completo a mostrar a los San-Ti, al enemigo. Cuando deben hablar con los humanos lo hacen bajo el rostro de la actriz Sea Shimooka, pero es solo una representación humana para servir de interlocutor.
El misterio por la forma de los San-Ti es máximo, y se juega con ello en varias ocasiones. Se habla de tentáculos, apéndices, cabezas, colores… Acaba la primera temporada y todavía no sabemos absolutamente nada de cómo es el enemigo. Igual que las películas de monstruos son mejores cuanto más tarde en verse al monstruo, aquí el misterio de los San-Ti es parte fundamental de que deseemos que llegue cuanto antes la continuación de la historia. Refuerza, además, el carácter de batalla mental y científica que tan especial hace esta historia sci-fi.
La primera temporada de ‘El problema de los 3 cuerpos’ ya está en Netflix.
Rafael es experto en cine, series y videojuegos. Lo suyo es el cine clásico y de autor, aunque no se pierda una de Marvel o el éxito del momento en Netflix por deformación profesional. También tiene su lado friki, como prueba su especialización en el anime, el k-pop y todo lo relacionado con la cultura asiática.
Por generación, a veces le toca escribir de éxitos musicales del momento, desde Bizarrap hasta Blackpink. Incluso tiene su lado erótico, pero limitado, lamentablemente, a seleccionarnos lo mejor de series y películas eróticas. Pero no se limita ahí, ya que también le gusta escribir de gastronomía, viajes, humor y memes.
Tras 5 años escribiendo en Fotogramas y Esquire lo cierto es que ya ha hecho un poco de todo, desde entrevistas a estrellas internacionales hasta presentaciones de móviles o catas de aceite, insectos y, sí, con suerte, vino.
Se formó en Comunicación Audiovisual en la Universidad de Murcia. Después siguió en la Universidad Carlos III de Madrid con un Máster en Investigación en Medios de Comunicación. Además de comenzar un doctorado sobre la representación sexual en el cine de autor (que nunca acabó), también estudió un Master en crítica de cine, tanto en la ECAM como en la Escuela de Escritores. Antes, se curtió escribiendo en el blog Cinealacarbonara, siguió en medios como Amanecemetropolis, Culturamas o Revista Magnolia, y le dedicó todos sus esfuerzos a Revista Mutaciones desde su fundación.
Llegó a Hearst en 2018 años y logró hacerse un hueco en las redacciones de Fotogramas y Esquire, con las que sigue escribiendo de todo lo que le gusta y le mandan (a menudo coincide). Su buen o mal gusto (según se mire) le llevó también a meterse en el mundo de la gastronomía y los videojuegos. Vamos, que le gusta entretenerse.
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