Muchos científicos han pasado muchas, muchísimas horas más bien, reflexionando acerca de si alguna vez nos toparemos con alguna forma de vida en algún rincón del sistema solar. Tal y como reza la paradoja de Fermi, ¿cómo es que no nos ha visitado ninguna civilización extraterrestre si el universo es un lugar tan grande y con tantos planetas, estrellas y galaxias?
Precisamente intentando dar respuesta a esta pregunta, muchos científicos han presentado justificaciones para respaldar aquellos lugares del cosmos o, más bien, de nuestro sistema solar, que tendrían más posibilidades de albergar vida –quizá tal y como la conocemos-.
A este respecto, un equipo dirigido por Dimitra Atri de la New York University Abu Dhabi (Emiratos Árabes Unidos) ha creado una metodología para clasificar los potenciales lugares en los que deberíamos buscar vida extraterrestre. Ahora sabemos que la vida en la Tierra puede prosperar incluso en los entornos más duros y brutales, en condiciones súper frías y súper secas, profundidades de presiones inimaginables y sin la necesidad de utilizar la luz solar como fuente de energía.
La metodología, publicada en arXiv, se centra en una nueva variable: el índice de habitabilidad microbiana (MHI), que mide cómo de habitable es un entorno específico para los diversos tipos de extremófilos que se encuentran en lugares extremos aquí en la Tierra. Tras definir varias variables ambientales que pueden afectar la habitabilidad para la vida (temperatura, presión, radiación ultravioleta, radiación ionizante, pH y salinidad), eligieron siete mundos habitables y recopilaron todos los datos que pudieron sobre los factores ambientales para cada tipo de entorno en cada mundo potencialmente amigable para la vida.
¿Los afortunados?
Europa
Es uno de los candidatos más probables para encontrar vida bacteriana. Europa está literalmente inundada de agua. Debajo de su capa exterior de hielo, hay un vasto océano global tres veces el volumen de todos los océanos de la Tierra. Las intensas mareas causadas por la interacción de Europa con Júpiter y sus otras lunas, crean una fricción que genera calor, manteniendo el océano caliente. Además, se sospecha que la radiación que golpea la superficie helada podría generar oxígeno que podría llegar a los océanos subterráneos y ser utilizado por la vida emergente. Tenemos, potencialmente, todos los ingredientes para la vida en Europa. La misión Clipper nos ayudará a conocer los secretos de la luna Europa a partir de 2024.
Marte
Es otro de los candidatos idóneos (y también más cercano). Marte fue habitable hace miles de millones de años, cuando tenía lagos y ríos de agua líquida en su superficie. Si encontramos signos de vida antigua, es posible que aún exista vida en Marte. Tal vez bajo tierra.
Encélado
Cubierta de hielo, no solo es uno de los cuerpos más reflectantes del sistema solar, sino que sus penachos expulsa agua salada, amoníaco y moléculas orgánicas como metano y propano. La luna está cubierta de hielo de 20 a 30 kilómetros de espesor, y la temperatura de la superficie es de aproximadamente -201 grados Celsius, pero este agua expulsada por en forma de chorros de vapor de agua y cristales de hielo proviene de un océano salado oculto bajo el hielo del satélite.
Titán
La luna más grande de Saturno centra otro de los lugares en los que deberíamos buscar vida. Tiene una de las atmósferas más robustas para un mundo rocoso en el sistema solar fuera de la Tierra y Venus. Está repleto de lagos, ríos y mares, aunque hechos de metano y otros hidrocarburos. Y hay muchos materiales orgánicos. La misión Dragonfly de la NASA, que enviará un helicóptero no tripulado para explorar la atmósfera de Titán directamente, nos dará otro vistazo más detallado de esta posibilidad de encontrar vida.
Ganímedes
La luna helada Ganímedes, el satélite natural más grande de Júpiter y del sistema solar en general, podría contener un océano templado bajo el hielo y, tal vez, formas de vida relativamente complejas nadando en él. Este océano hipotético sería diez veces más profundo que el océano de la Tierra.
Calisto
Sobre Calisto, otra luna de Júpiter (el tercer satélite más grande del sistema solar), también se cree que tiene un vasto océano subterráneo, bajo tierra. Retiene una fina atmósfera de hidrógeno, dióxido de carbono y oxígeno y podría ser habitable. Aunque, eso sí: hace bastante frío. Unos -120 ºC.
Plutón
Probablemente es el que más nos sorprenda de todos. El planeta enano Plutón está a casi 5 000 millones de kilómetros de la Tierra, por lo que no es un destino precisamente cercano al encontrarse en los confines de nuestro sistema solar. Sin embargo, los estudios indican que habría contado con las condiciones necesarias para albergar vida. También podría albergar un océano bajo su superficie.
Hay algo en cada uno de estos orbes flotantes que podría significar habitabilidad. Los astrobiólogos esperan con impaciencia que las muestras marcianas recolectadas por Perseverance puedan regresar a la Tierra a través de la Misión de Retorno de Muestras de Marte (Mars Sample Return) y aplacar nuestra curiosidad por lo que pueda haber debajo de la superficie de Marte.
Referencia: Dimitra Atri et al, Assessment of Microbial Habitability Across Solar System Targets. arXiv:2203.03171v2 [astro-ph.EP], doi.org/10.48550/arXiv.2203.03171
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