Nada que ver aquí. Como diría a los curiosos un agente apostado ante el cordón policial de la escena de un crimen, el Pentágono aseguró este viernes en un exhaustivo informe de 63 páginas, fruto de la revisión de décadas de información clasificada y no clasificada, que no hay pruebas de que Estados Unidos haya encubierto ningún descubrimiento de vida extraterrestre. Tampoco consta, pese a lo que se escuchó en una audiencia celebrada el verano pasado en el Capitolio, que se oculte la existencia naves espaciales recobradas por el Ejército y puestas a buen recaudo en una base secreta. El texto, encargado por el Congreso ante el creciente interés de los últimos por la ufología en este país, también asume que esas conclusiones no acabarán con las sospechas de la opinión pública de que el Gobierno se guarda sus secretos.
Patrick Ryder, portavoz del Departamento de Defensa, explicó en Washington que la investigación se abordó con mente abierta y sin ideas preconcebidas. Pero ni por esas: los funcionarios de la recientemente creada ―y maravillosamente bautizada― Oficina para la Resolución de Anomalías en Todos los Dominios (AARO, en inglés) no encontraron evidencia que respalde las afirmaciones de que existen programas secretos, tecnología alienígena oculta en algún lugar de Estados Unidos o cualquier otro signo de vida de fuera de este mundo.
“Todos esas pesquisas llegaron a la misma conclusión; la mayoría de los avistamientos fueron objetos y fenómenos ordinarios y el resultado de una identificación errónea”, afirmó Ryder en un comunicado divulgado este viernes. El informe también dice que esos reportes normalmente parten de observadores bienintencionados, aunque confundidos. “AARO ha determinado, basándose en toda la información proporcionada hasta la fecha, que las afirmaciones sobre personas específicas, ubicaciones conocidas, pruebas tecnológicas y documentos supuestamente involucrados o relacionados con la ingeniería inversa de tecnología extraterrestre son inexactos”, según el informe.
Y eso incluye al confidente (whistleblower) David Grusch, que trabajó en los servicios de inteligencia durante 14 años, y se mostró bajo juramento convencido ante una comisión del Congreso estadounidense de que el Gobierno tiene en su poder naves extraterrestres siniestradas, así como “restos biológicos no humanos”. Él no las ha visto, aseguró, pero se lo contaron mientras investigaba para el Pentágono y entrevistó a 40 personas a lo largo de cuatro años.
La divulgación en 2020 por parte del Departamento de Defensa de una serie vídeos de 2004 y 2015 de encuentros de pilotos militares con objetos volantes no identificados (UFO, en sus siglas en inglés) puso a volar en los últimos años la imaginación de los estadounidenses; y movió a un grupo de congresistas en Washington a buscar respuestas sobre lo que las autoridades prefieren llamar últimamente Fenómenos Aéreos Sin Identificar (UAP) para ahuyentar los ecos conspiranoicos que carga el término UFO. En la categoría de los UAP cabrían, de haberlas, las naves de origen extraterrestre, pero sobre todo los globos (espía, meteorológicos o de otros tipos), las amenazas a la seguridad nacional en forma de artefactos supersónicos de potencias rivales como China y Rusia, la chatarra aeroespacial, los satélites de Elon Musk o, sencillamente, las ilusiones creadas por ciertos efectos ópticos.
[Noticia de última hora. Habrá actualización en breve].
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