18 de enero de 2025

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La adictiva serie de Netflix sobre una de las sectas más insólitas y disparatadas: ovnis, clonación e inmortalidad

La adictiva serie de Netflix sobre una de las sectas más insólitas y disparatadas: ovnis, clonación e inmortalidad

Los 44 mejores documentales de Netflix que hay que ver50 buenas películas de Netflix aclamadas por la crítica Los 25 mejores documentales para pensar y reflexionar Después del éxito que logró 'Wild Wild Country' en Netflix, el adictivo documental sobre el movimiento rajnísh que logró numerosos premios tras su estreno en 2018 y se convirtió

Después del éxito que logró ‘Wild Wild Country’ en Netflix, el adictivo documental sobre el movimiento rajnísh que logró numerosos premios tras su estreno en 2018 y se convirtió en un pilar del género, los retratos sobre sectas y cultos de reputación dudosa se han convertido en un filón para esta y otras plataformas. Títulos como ‘Bikram: Yogui, gurú, depredador’, ‘Sé dócil: reza y obedece’ o ‘The Family’ han impactado a los espectadores de la ene roja y ahora suman uno nuevo, producido en Francia, al catálogo. Se trata de ‘Rael: el profeta de los extraterrestres’, una serie documental de cuatro entregas que examina la figura de Claude Maurice Marcel Vorilhon, más conocido como Rael, que se convirtió en un extraño y problemático líder espiritual en la década de los noventa.

rael el ultimo profeta netflix

Netflix

La historia de Rael comienza con un supuesto contacto alienígena el 13 de diciembre de 1973. Afirmaba que, mientras caminaba por un monte próximo a su casa, un platillo volante había bajado hasta la Tierra y de ahí había salido un extraterrestre que le había comunicado que tenía una misión para él. Este ser le habría asignado la tarea de ser un profeta y dar a conocer en nuestro mundo la verdad: que habíamos sido creados hace miles de años por los Elohim, quienes seguían observándonos y cuidándonos desde la lejanía. Como él, antes habían llegado otros profetas, tales como Moisés, Jesucristo, Mahona o Buda, pero sus mensajes no habían sido interpretados correctamente. Rael debía, por tanto, prepararnos para saber la realidad de nuestro origen (de hecho, tras el contacto escribió ‘Le livre qui dit la vérité’, que sería «el libro que dice la verdad») y prepararnos para el regreso de nuestros creadores aliens.

Tras su contacto, Rael (su nuevo apodo significaba «el mensajero») comenzó a darse a conocer y captar seguidores por Francia. La televisión, en una era previa a las redes sociales, le sirvió para popularizarse: era ese típico personaje que aparecía y levantaba la audiencia con sus extrañas afirmaciones en un momento en que había un especial interés por los ovnis. Desde ahí, el movimiento raeliano siguió el camino común de este tipo de cultos en torno a un líder carismático, ampliando el número de seguidores entre sus filas y creando un espacio, El Edén, donde poner en práctica libremente sus creencias, basadas en una visión un tanto edonista de la vida: Rael afirmaba que estamos en el mundo para disfrutarlo. Eso incluía, por aquel entonces, una convivencia libremente sexual, separada de la monogamia y con la práctica del nudismo como norma. Rael te invitaba, entre otras cosas, a mirarte el ano con un espejo para conocerte mejor.

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Obviamente, la cosa no quedó ahí y pronto se pasó a la recaudación para que el proyecto creciese: los raelianos debían donar un diez por ciento de su sueldo a la causa y otro uno por ciento al líder. Había, además, una razón -o excusa- de peso para hacerlo, pues Rael quería construir un mastodóntico centro de convenciones que sirviese para recibir a los Elohim cuando llegasen en el año 2035 (aunque Rael ponía la tirita antes de la herida y avisaba de que tal vez no quisiesen venir hasta más tarde) y que aún hoy planean construir en Israel. La elección del lugar les obligó a cambiar de logo, pues hasta ahora habían usado una especie de estrella de David con una esvástica dentro que el líder afirmaba que era un símbolo milenario.

La colección de disparates que se suceden en la narración del documental no es corta: como pasaba con Osho en ‘Wild Wild Country’, vemos a un líder al que le gusta el dinero como a nadie y que no escatima en hoteles de lujo y bienes, pero que además era aficionado a las carreras de coches y se convirtió en piloto, financiado por sus seguidores con la excusa de que era una forma excelente de promocionar el movimiento. También, construyeron en Canadá un parque temático sobre ovnis llamado UFOLand para seguir haciendo caja. Allí se fueron después de que en Francia se empezase a ver con malos ojos a los raelianos, especialmente por una intervención en televisión de Rael en el que se le preguntó por las relaciones sexuales entre adultos y niños y, lejos de negarlo, aseveró que era positivo disfrutar de la sexualidad en libertad. La permisividad de la pedofilia, algo que muchos testimonios de raelianos en el documental niegan, por supuesto les pesó como una losa.

claude vorilhon

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Pero si hay algo que generó incluso más polémica que eso en torno a los raelianos fue su empeño por alcanzar la clonación humana. Lejos de otras religiones o pseudoreligiones, el movimiento raeliano quería tener a la ciencia cerca, a su manera, y veían en la clonación una meta, ya que afirmaban que era la forma de lograr la inmortalidad de los humanos. Para este fin fue muy necesaria Brigitte Boisselier, una persona muy cercana al líder y que aún hoy sigue siendo parte del culto -y que aparece entrevistada en este documental-. Ella era una química y profesora universitaria francesa, lo cual daba cierta imagen de veracidad a los propósitos científicos de la secta. En 1997, fundaron Clonaid, una empresa dedicada a la investigación y años después, en diciembre de 2002, afirmaron que había nacido una niña llamada Eve, la primera humana clonada de la Historia, noticia que recorrió el mundo a pesar de que nunca se proporcionó ningún tipo de evidencia.

Como pasaba con el ya mencionado ‘Wild Wild Country’, la serie documental ‘Rael: el profeta de los extraterrestres’ sirve para refrescarnos la historia de aquella secta de los noventa con bastante lujo de detalle, o contarla a quien nunca haya oído hablar de ello y dejarle perplejo, aunque a nivel formal y narrativo no llega al nivel de excelencia de aquella ni tiene personajes tan carismáticos como Ma Anand Sheela. Aún así, ofrece todo lo que promete: información, testimonios y giros insólitos, junto a un retrato de una sociedad no tan lejana a la que los ovnis y la clonación les volaban la cabeza.

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Álvaro Onieva

Nací en Wisteria Lane, fui compañero de piso de Hannah Horvath y ‘Chicago’ me volvió loco porque Roxie Hart soy yo. Tengo la lengua afilada, pero, como dijo Lola Flores, «me tenían que dar una subvención por la alegría».