El espacio esconde misterios que el hombre intenta descubrir con las múltiples misiones que orbitan la Tierra y más allá. A veces, estos enigmas desbordan la inventiva e incluso impulsan teorías ‘conspirativas’, como ocurre con el ‘Caballero Negro’. Un supuesto satélite de origen extraterrestre que gira alrededor de la Tierra desde tiempos inmemoriales, con el propósito de espiarnos.
En 1998, la NASA captó una particular imagen, durante la primera misión del Transbordador Espacial a la Estación Espacial Internacional (ISS). Algunos indicaron que se trataba de un hombrecillo que flotaba en el espacio. Otros se mostraron proclives a pensar que era una nave espacial extraterrestre en una órbita casi polar de la Tierra. La imagen fantástica del Caballero Negro se niega a desaparecer del imaginario de los aficionados a la ufología.
CABALLERO NEGRO, EL ENIGMÁTICO SATÉLITE
Los hechos que rodean al Caballero Negro, ¿el satélite?, están improvisados a partir de una serie de cuentos.
El caballero negro es el nombre dado a un misterioso objeto que ha sido observado en órbita alrededor de la Tierra desde finales del siglo XIX. El objeto es de color negro y tiene una forma alargada, y ha sido visto a veces emitiendo pulsos de radio.
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Los primeros informes de avistamientos del caballero negro se remontan a 1899, cuando Nikola Tesla afirmó haber visto un objeto extraño en el cielo mientras estaba trabajando en su laboratorio en Colorado Springs. Tesla dijo que el objeto era grande y redondo, y que emitía pulsos de radio.
En un artículo del Collier’s Weekly de febrero de 1901, Tesla relató su experiencia: “Los cambios que noté ocurrían periódicamente y con una sugerencia tan clara de número y orden que no eran atribuibles a ninguna causa que yo conociera. Las expectativas están sobre mí que había sido el primero en escuchar el saludo de un planeta a otro”.
Los verdaderos Caballeros Negros citan esto como la primera señal de su satélite, que envió los pulsos de radio. Desde entonces, los científicos han determinado que esos pulsos de radio probablemente eran señales naturales que los objetos espaciales emiten mientras están en órbita. La teoría predominante, aunque todavía poco probable, es que Tesla escuchó un púlsar o un cuerpo celeste lejano que emite pulsos regulares de ondas de radio. Claro, el Caballero Negro podría haber emitido tales pulsos, pero eso no lo hace de naturaleza extraña.
La teoría de que los extraterrestres se comunicaban con la Tierra a través de pulsos de radio se propagó aún más en 1927. El ingeniero civil y radioaficionado Jorgen Hals tropezó con una calidad inusual en sus señales de radio. Mientras transmitía desde su casa en Oslo, las señales regresaban inesperadamente momentos después. Hals lo percibió como un fenómeno extraño.
En 1922, el astrónomo Clyde Tombaugh vio un objeto similar mientras observaba el cielo desde el Observatorio Lowell en Arizona. Tombaugh describió el objeto como “una mancha negra pequeña y brillante”.
En 1954, el piloto militar estadounidense John Gill observó un objeto similar mientras volaba sobre el Océano Pacífico. Gill describió el objeto como “un disco negro de unos 30 metros de diámetro”.
AVISTAMIENTO DESDE LA MISIÓN MERCURY
En 1963 el astronauta estadounidense Gordon Cooper que se encuentra a bordo de una cápsula del programa Mercury sobre un cohete Atlas. Su misión le iba a llevar a dar 22 vueltas a la Tierra. Cooper fue el primer astronauta estadounidense en dormir en órbita, y en su momento batió el récord de estancia. Durante la vuelta número 15, Cooper aseguró haber visto una luz delante de la cápsula y se dice que una estación de radar en Muchea, Australia, captó un eco proveniente del objeto.
Los ufólogos vinculan el avistamiento al Caballero Negro, pero lo cierto es que no existe constancia alguna del supuesto positivo en el radar, y Cooper ha negado una y otra vez haber visto ningún objeto. La NASA considera que la luz vista por el astronauta fue una alucinación producto de la larga estancia en órbita y el exceso de CO2.
EL SATÉLITE EXTRATERRESTRE DE 13 MIL AÑO
En 1973 un aficionado a la astronomía y ufólogo escocés Duncan Lunan (quién, por cierto, también asegura ser descendiente ilegítimo del rey Robert II de Escocia), se hizo famoso por un artículo en la revista Spaceflight en el que aseguraba haber descifrado una señal de radio captada por radioaficionados noruegos en los años 20 que investigaban el eco de largo retardo. Este fenómeno hace que algunas señales de radio generen un eco con un retardo de varios segundos y a día de hoy aún no se ha podido determinar su causa exacta.
Lunan aseguraba que había descifrado la señal y se trataba del saludo de una civilización extraterrestre que señalaba su posición en un planeta alrededor de la estrella Arcturus, en el sistema binario Epsilon Boötis. El mensaje citaba una sonda en órbita lunar y alineada con Arcturus como punto de origen del mensaje. Lunan comprobó que la posición de la estrella en el supuesto mensaje no estaba bien, y calculó que la posición correcta correspondía a hace unos 13.000 años, de lo que dedujo que la nave debía llevar en órbita ese tiempo. La leyenda del Caballero Negro había encontrado el trasfondo literario perfecto.
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INCIDENTE EN LA MISIÓN STS-88
Llegamos a la década de los 90 y al documento que los entusiastas del fenómeno ovni esgrimen como la prueba definitiva de la existencia del satélite Black Knight. Se trata de una foto que forma parte de una serie de imágenes (abajo) tomadas por la propia NASA durante la misión STS-88 del transbordador Endeavour en 1998. La misión es mítica porque en ella se ensamblaron con éxito los dos primeros módulos (uno ruso y uno estadounidense) de la Estación Espacial Internacional.
La misión fue un rotundo éxito, pero en ella también tuvo lugar un pequeño incidente. Durante una actividad extra vehicular, al astronauta Jerry L. Ross se le escapó una manta térmica que había instalado sobre el módulo en el exterior del Endeavour. Este tipo de mantas se utilizan para evitar la perdida de calor en determinadas piezas metálicas
Si crees o no en el caballero negro hasta el día de hoy no hay sustento de su existencia, pero tampoco hay evidencia de lo contrario.
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