Estas luces son difíciles de captar a simple vista y aparecen un instante. ¿De qué están compuestas?
En junio del 2019, científicos en España salieron en busca de fantasmas. Estas volutas de tonos verdes, bailando sobre relámpagos de color rosa a gran altura durante las tormentas, apenas se descubrieron en mayo de ese año. ¿Qué eran? La única forma de saberlo era capturar uno.
Pero estos fantasmas son difíciles de ver a simple vista y aparecen solo un instante.
“Ver un fantasma es realmente difícil”, afirma María Passas-Varo, investigadora del Instituto de Astrofísica de Andalucía.
Pero el 21 de septiembre del 2019 finalmente captaron uno con una cámara especializada: un espectro verde parpadeando en la corona de una vorágine de relámpagos fucsia en forma de medusa a 80 kilómetros sobre el mar Mediterráneo. Y después de desenredar minuciosamente las distintas longitudes de onda de luz emitidas por el fantasma, los científicos descubrieron su composición elemental.
En un estudio reciente en la revista Nature Communications, Passas-Varo y sus colegas revelaron que la complexión verde esmeralda pálida del fantasma procedía, en parte, de los átomos excitados del oxígeno, similar al brillo de las auroras; el nitrógeno también juega un papel. Pero el principal contribuyente era el hierro. Fue una sorpresa porque a final de cuentas procedían del espacio.
Comprender mejor los fantasmas y otras entidades efímeras parecidas a rayos puede ayudar a los científicos a interpretar la química y la física de la atmósfera superior de la Tierra.
Los fantasmas son un tipo de evento luminoso transitorio (TLE, por sus siglas en inglés) descrito por primera vez por científicos en 1989. Entre los TLEs figuran chorros azules, disparados hacia arriba desde las nubes de tormenta, así como relámpagos atmosféricos superiores con tonos carmesí que pueden tomar formas como zanahorias y medusas, y conocidos como duendes.
Para capturar su propio fantasma, el equipo de Passas-Varo apuntó una cámara espectrográfica —que puede usar luz para determinar química— a la atmósfera superior desde un puesto de observación en Castellgalí, España. Todo lo que podían hacer los investigadores era esperar a que aparecieran tormentas de duendes y esperar que al menos una tuviera un fantasma.
“Era cuestión de suerte”, dijo Passas-Varo.
El fantasma que fotografiaron en gran medida estaba compuesto de hierro extraterrestre. La cámara también reveló la presencia de níquel, sodio y silicio. La compleja sopa química añadía un tinte amarillo anaranjado al resplandor verde del fantasma.
Todos esos elementos a menudo provienen de micrometeoroides y partículas de polvo del espacio profundo que caen en la atmósfera superior. Eso significa que los fantasmas podrían verse en efecto como visitantes interplanetarios.
ROBIN GEORGE ANDREWS. THE NEW YORK TIMES
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