Por Marcelo Metayer, de la Agencia DIB
La Plata es una ciudad que vive el misterio desde su misma creación. Más allá de las leyendas que rodean sus días iniciales, que incluyen hasta una maldición, lo cierto es que gran cantidad de acontecimientos extraños han tenido lugar en la capital bonaerense. Y muchos tienen que ver con el fenómeno ovni, de manera lateral como los enanitos verdes de 1983, o de forma directa con la enigmática Zona 72. De todos estos acontecimientos relacionados con las luces del cielo, uno de los más importantes ocurrió en el barrio de Tolosa allá por noviembre de 1974: toda una familia, después de oír un ruido extraño, vio un objeto desde el patio de su casa que dejó huellas en el piso y afectó hasta a los animales… y algo más. No en vano el investigador Carlos Ferguson, autor de “Ovnis en La Plata” (2019) lo llama “mi caso favorito”.
El hecho ocurrió el 26 de noviembre de ese año convulsionado, cerca de la medianoche. El primero en investigar lo sucedido fue el ufólogo platense Roberto Banchs, quien describió la situación en el número 10 de la revista “Ovnis-Un desafío a la ciencia”. Allí consigna que esa noche, en una vivienda ubicada en la calle 518, entre 5 y 6, “se hallaban reunidos viendo televisión en la sala del living, la señora Rosario Segura, viuda de Perique (57, ama de casa), su hija Lidia Graciela Perique de Nicolini (25, empleada de comercio), y el esposo de ésta, Rubén Horacio Nicolini (28, mecánico de la Policía)”.
“En tanto -continúa Banchs- en la finca lindera, los cuatro componentes de la familia Deluchi, integrada por el matrimonio y sus dos pequeños hijos, habían dispuesto irse a dormir a eso de las 22:30, más temprano de lo habitual, porque la jornada anterior habían tenido una reunión y estaban cansados”.
Un ruido y una luz
Esta apacible noche de barrio fue alterada a las once y media, cuando los ocupantes de la primera vivienda mencionada fueron sorprendidos por un sonido fortísimo semejante al “sobrevuelo de muchos aviones a reacción”. De golpe, como vino el ruido se fue.
Instantes después, el resplandor. La casa, que estaba en penumbras, quedó completamente iluminada por una luz plateada que entraba por una ventana. Enseguida los tres ocupantes salieron al patio a ver qué ocurría.
Creyeron que iban a ver una tormenta.
Pero se encontraron con una claridad diáfana, “como si fuera de día”. Y vieron un objeto más o menos esférico que ascendía desde el patio de los Deluchi. Pasó detrás de un sauce y desapareció en un cielo despejado.
La joven Lidia le describió a Banchs lo que habían visto como “una esfera o cúpula de color amarillo pálido, con una base plana saliente de vivo color rojo, esto último de un material similar al acrílico”. Y agregó que “tendría 1,80 metros de diámetro por 2 de alto”. Su madre, en tanto, lo percibió más como “un huevo, un globo alargado, transparente, y adentro se veía vacío”.
Las marcas
La familia quedó conmocionada, por supuesto. Pero, tal como ocurrió con muchos casos de aquellos años, decidieron no contarle a nadie lo que habían visto, a excepción de familiares y amigos cercanos. No lo hicieron público, no llamaron al diario, ni nada. Presumiblemente, temieron burlas; en los años ’70, como aprendieron cruelmente Dionisio Llanca y otros protagonistas, hablar de ovnis todavía era exponerse al escarnio.
De modo que recién a los cuatro días la señora Rosario, en una charla con su vecina, Concepción Deluchi, decidió confiarle lo del ruido, la luz y el huevo transparente. Concepción, con asombro, le respondió que “eso seguro explica las marcas en mi jardín”.
Banchs cuenta que los Deluchi habían encontrado en su terreno “un perfecto anillo circular” con una traza de 5 centímetros de ancho y un diámetro de 3,4 metros. Además, había una gran cantidad de marcas triangulares, de 10 centímetros de lado, que se extendían desde la huella circular hacia los fondos de la casa. En ese lugar había un laurel, que apareció con sus hojas calcinadas, al igual que ocurrió con un sauce cercano a la huella.
Ferguson, en “Ovnis en La Plata”, agrega que “se encontraron aves calcinadas cerca de la huella, y un mono tití de unos vecinos pareció enloquecer desde esa noche y tuvo que ser llevado al zoo platense, donde murió poco después”.
Más allá de los efectos biológicos, la huella del patio de los Deluchi tenía otro detalle notable: en su trazado se encontró una cantidad considerable de óxido de calcio, no existente en el resto del terreno.
Pasos en la noche
Es fácil imaginar que el círculo fue provocado por el medio de locomoción del objeto que observaron Rosario, su hija y su yerno; ahora, ¿qué son las huellas más pequeñas? Estaban separadas entre sí unos 30 centímetros, de modo que Ferguson se atreve a decir que “una hipótesis audaz puede sugerir la presencia de alguna entidad humanoide”. Entidad que habría dejado esas huellas con su calzado.
Esta “hipótesis audaz”, además, tiene una correlación con otro detalle, el más extraño de todos, que fue conocido muchos años después, en 2010, cuando el propio Ferguson, junto a otro investigador de la ciudad de las diagonales, Carlos Iurchuk, volvieron al lugar para hacer una reevaluación.
Porque en ese momento hablaron con Concepción Deluchi y su hija. Y la mujer más joven reveló algo que no había dicho nunca: recordó que esa noche vio a dos entidades humanoides en su habitación, que iluminaban “con una luz extraña” a su hermano en su cama.
¿Qué pasó esa noche de primavera en Tolosa, qué sucedió en la casa de la familia Deluchi, que justo habían optado por acostarse más temprano y no oyeron ni vieron nada, ni fueron despertados por el extraño sonido? ¿Y por qué la hija recordó un suceso tan insólito tantos años después?
La lista de casos de ovnis en la provincia de Buenos Aires es inagotable. Y siempre habrá ciudades que se disputen el primer puesto en avistamientos y encuentros de todo tipo: en un momento fue Bahía Blanca, también Olavarría, Mar del Plata… y, por supuesto, en esa pelea figura la capital, la misteriosa La Plata. (DIB) MM
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