La madrugada del 21 de marzo de 1974, Valentín Anderson, por entonces funcionario de la municipalidad de El Calafate, observó un objeto raro a la distancia, a unos 10 kilómetros de su casa. Eran las 5:10 de la mañana, el cielo estaba despejado, no había nada que estorbara la visualización de una luz brillante, resplandeciente, que alternaba de color, entre el azul intenso y el rosado, y que permaneció inmóvil durante dos horas.
La luz se posó por encima del Cerro Calafate, arriba de su cumbre chata, en un cielo plagado de estrellas. El testigo, Valentín Anderson, no recuerda si había luna o no, pero sí pudo ver cómo la luz brillante, que parecía estar quieta, repentinamente aceleró y se alejó en cuestión de microsegundos, a una velocidad imposible. El objeto no se rompió en partes ni generó explosión. Según describió, tampoco despidió humo. En cambio, mantuvo su brillo fuerte. Generó un fulgor y revoloteo hasta que desapareció por completo.
“Siendo la 0,5 aproximadamente del día 21 de marzo de 1974, mientras el joven Santos Mazzei, entenado del suscrito (el hijastro), regresaba de una fiesta según sus propias declaraciones. Observa que desde arriba le hacían señas similares a las que hace un coche cuando cambia de luz baja a luz alta pudiendo ver cómo se desplazaban y quedaban inmóviles en el espacio, por lo que un poco asustado corrió hacia la casa distante unos 100 metros y despertó a mi esposa y al suscripto para que contempláramos ese fenómeno”, dice la descripción del entonces funcionario de El Calafate.
La descripción se encuentra en un expediente al que accedió Infobae, que recién hoy ve la luz gracias al trabajo de la Comisión de Estudios del Fenómeno Ovni de la República Argentina (CEFORA), una organización civil dedicada a la investigación y desclasificación de denuncias de avistamientos, de eventos extraordinarios que aún hoy no tienen explicación.
“Mi padre era honrado y muy responsable en todos los cargos que le tocó asumir”, dijo Wálter Anderson, su hijo, en diálogo con Infobae. Su padre fue intendente interino en el Parque Nacional Los Glaciares, además de secretario del parque durante años. A nivel municipal, se desempeñó como secretario de gobierno y ejerció como intendente cada vez que el titular de la intendencia estaba de viaje.
“El tema de los OVNIs siempre estuvo presente en las conversaciones familiares. A unos primos de mi padre de Bariloche, que venían en camión desde la ciudad de Neuquén por el año 1950, los siguió un plato volador y siempre contaban esa historia. Mi padre nos contó lo que vio esa madrugada de 1974, junto a su esposa de ese momento y el hijo de ella. Siempre estuvimos comunicados. Nos dijo que eran luces brillantes que cambiaban de color”, recordó su hijo.
El objeto se movía de tanto en tanto entre una nube para después quedarse estático. Los testigos no pudieron distinguir si el objeto era sólido, transparente o de vapor. Sí se dejaba ver perfectamente su luz y no generaba ningún sonido. “Se veían dos enormes luces rojas que cambiaban entre el azul intenso al rosado. Tampoco se podía determinar un borde. Era como una estrella brillante”, grafican.
Por entonces, cuenta Wálter Anderson, casi nadie hablaba del tema OVNI. Los pocos que deslizaban haber visto un fenómeno extraño, un objeto volando a la velocidad de la luz, un plato volador, eran catalogados de locos o, en el mejor de los casos, de fabuladores. En este caso, su padre había llegado a tomarle unas fotos, pero la calidad de las imágenes no era buena, la luz se divisaba a lo lejos como si se tratara de una estrella más.
La denuncia de ex secretario de gobierno de El Calafate es una más de las tantas que se producen en la Patagonia. A lo largo del tiempo la región se convirtió en el punto neurálgico de la investigación oficial del fenómeno OVNI. Otros avistamientos se registran a pocos kilómetros incluso en la actualidad, en las cercanías de la Base Aeronaval Comandante Espora, en Bahía Blanca, o en las inmediaciones de la Base General Belgrano, en Punta Alta. Son eventos de origen desconocido que en algunos casos -según los relatos- incluyen desplazamientos desde el Mar Argentino hacia el territorio a velocidades inauditas.
Un mes después del suceso, el 25 de junio de 1974, el intendente de El Calafate, Valentín Anderson, recibió una carta personal del Oficial Capitán de Navío Omar Roque Pagani, a través del contacto de la secretaria del entonces Almirante Chevalier, quien ofició de enlace. La secretaria Silvia Garfagnoli conocía la historia porque era prima de Anderson.
En la misiva, Pagani se presenta como el representante oficial de la Armada Argentina para el “problema” de los OVNIS y le solicita colaborar con la investigación: le pide que complete el formulario que adjunta a continuación y que le envíe los negativos de las fotografías que tomó del objeto para su posterior análisis. Esas fotos, según la familia del testigo, nunca regresaron.
En la firma de la carta se hace referencia al funcionamiento de una oficina en el edificio Libertad ubicado en Comodoro Py y Corbeta Uruguay, 1 ro. Oficina 257. Según pudo verificar CEFORA de parte de uno de sus hijos, la firma pertenecía efectivamente al Capitán Pagani.
“La Armada Argentina desde hace muchos años viene recopilando información sobre eventos extraordinarios, objetos que realizan condiciones de vuelo fuera de la normal. No sabemos cuántos casos se denunciaron en la comisión de Pagani, pero presumiendo que el expediente comenzó en 1, serían más de 2.200 denuncias vinculadas al fenómeno OVNI. La Armada nunca reconoció la existencia de esos archivos. Nosotros, vía la ley de Acceso a la Información Pública, pedimos en numerosas oportunidades los expedientes y siempre nos contestaron que no había ninguno”, señaló Andrea Simondini, presidenta de CEFORA.
En 1958 nació la inquietud de la Armada por documentar las denuncias informales que recibían, cada vez más seguido, de parte de su personal y de civiles. Unos pocos años después, en 1962, se presentó el modelo de formulario para que los testigos pudieran describir con precisión lo que habían observado. Pagani quedó a cargo de la comisión que estudiaba esos casos y, una vez retirado, siguió ligado al fenómeno OVNI a través de investigadores civiles.
Respecto al destino de los expedientes de Pagani hay distintas versiones. Por un lado, están quienes aseguran que se los llevó a su casa. Están también quienes creen que esos documentos están en Estados Unidos debido a la relación estrecha que el responsable de la comisión argentina tenía con la organización MUFON, con sede en Cincinnati, y con Josef Allen Hynek, un astrofísico que dedicó gran parte de su carrera al proyecto Blue Book, una serie de estudios ufológicos que encabezó la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. La última versión indica que los documentos reposan en distintas bases militares argentinas, en especial en Espora y General Belgrano.
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