Juan Pérez cumplió 55 años el pasado 9 de julio y su vida podría enmarcarse en la de un hombre común vinculado a las cuestiones esenciales de la supervivencia. Vive de la caza y de la cría de pequeños animales, como lechones, chivos, pollos y hasta jabalíes. Allá por el lejano 6 septiembre de 1978, con apenas 12 años, tuvo su primer encuentro cercano con extraterrestres. Y desde ese momento su vida viró para siempre, tanto que aún lo atormentan las luces que vio aquel día y las que le aparecieron por última vez a principios de 2020, previo a la pandemia de Covid-19.
La vida de Juan trascurre en una pequeña granja ubicada a unos 7 kilómetros de Venado Tuerto, junto a sus padres y dos hermanos. Cuesta creer que un vecino venadense, ciudad próspera y moderna si las hay, viva de un modo tan “primitivo” y a tan poca distancia de la llamada “civilización”. La familia es nativa de Entre Ríos pero su madre es de origen guaraní y aún conserva sus costumbres ancestrales. En el seno de ese hogar, el celular parece un objeto no identificable. Al menos, no tiene el uso habitual que le da la mayoría de las personas.
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Su vida, y su contacto extraterrestre, fue llevado al cine en 2018 por el cineasta Alan Stivelman, y el documental “Testigo de Otro Mundo” fue filmado en su mayoría en Venado Tuerto, con la ayuda del famoso astrofísico Jacques Vallée.
“Tenía 12 años y estaba en un campo ubicado en la estancia La Victoria, cuando de repente se me apareció una luz muy fuerte en el medio de la nada, en el medio del campo”, contó Juan a La Capital.
Asustado, el adolescente Juan volvió a su casa, a pocos kilómetros, y demoró un tiempo en contarles la experiencia a sus padres. Una vez que lo hizo, la familia no creyó en su relato (a excepción de su madre guaraní) por lo que se sumergió en una profunda angustia. “No podía contar mucho por miedo a que me acusaran de estar loco”, dijo con la inocencia de las personas sencillas.
Sin embargo, su caso atrapó a personas vinculas a fenómenos extraterrestres y así fue como el astrofísico californiano Vallée conoció a Juan en 1980, dos años después de haber tenido el encuentro. El caso de Juan fue de los más impactantes y verosímiles de los fenómenos mundiales de este tipo y Vallée fue quien estudio su caso.
Vallée desarrolló conjuntamente la primera cartografía computarizada de Marte para la NASA y fue un precursor del moderno Internet. Es también una importante figura en el estudio de los objetos voladores no identificados (ovnis). Y en los relatos de Juan no aparecen fisuras desde aquel primer contacto en 1978 y se demostró que no tuvo ni tiene problemas psíquicos.
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Juan, el cazador que tuvo encuentros extraterrestres, junto a dos hermanas (son ocho, cuatro varones y cuatro mujeres) en plena «carneada».
Encuentros cercanos
Tras aquel primer encuentro en 1978 Juan tuvo varios más. El siguiente fue también en cercanías de su casa, seis años más tarde. “Fui al pueblo (por Venado Tuerto) para divertirme y ver chicas. Y cuando regresaba en bicicleta a mi casa, a las 3 o 4 de la madrugada, se me apareció en el aire una nave de impresionantes dimensiones, con luces muy poderosas. En aquellos años esta zona era campo y el camino de tierra, a diferencia de hoy que es una ruta de acceso que te lleva al pueblo de San Eduardo”, relató.
Como pudo, y visiblemente asustado, ingresó al rancho que compartía, y aún comparte con sus padres, y les contó la segunda experiencia. Tampoco le creyeron. Otra vez, a excepción de su madre, que si creía en Juan y hasta le dijo que ella también había tenido experiencias de ese tipo. A Juan esas dos experiencias con extraterrestres lo atormentaban pese a que nunca temió que algo malo podría sucederle.
“Estuve sentado como estamos sentados vos y yo ahora”, narró. “Y sólo atinamos a mirarnos. Era una persona con rasgos parecidos a nosotros pero más grande y totalmente blanco. Sentí mucho miedo a pesar de que nada agresivo irradiaba de ese ser”, dijo Juan al contar el contacto realmente cercano que tuvo con un ser extraterrestre. Fue el único de ese tipo, a pesar de que contactos con la nave de impresionante dimensiones lo persiguió durante varios encuentros más.
Otro de los encuentros –años más tarde- fue en un campo de la zona de San Luis. Allí Juan había ido a cazar jabalíes junto a tres perros de caza que tenía. Eran él, sus canes, un cuchillo entre los dientes y la inmensidad y soledad del campo como único testigo. Había atrapado a un jabalí de grandes dimensiones y se predisponía a “cuerearlo” luego de curar a dos de sus perros que habían terminado malheridos tras la persecución y caza del animal.
“En eso apareció una luz muy fuerte en el cielo, a pocos metros de altura, y vi una nave gigantesca de varios metros de largo por varios metros de ancho que se paró arriba mío. Los perros se asustaron, se fueron del lugar y la nave o ese objeto con el correr de los minutos se retiró. Era plena madrugada y debí esperar a que amaneciera porque quedé realmente perdido en tiempo y espacio”, relató Juan aún emocionado al contar la experiencia.
Otro episodio similar transcurrió también en un campo de la zona rural de la provincia de La Pampa, adónde Juan solía ir a despuntar su pasión por la caza, que es lo mejor que sabe hacer, una herencia de su sangre guaraní. El caso fue casi calcado al anterior de San Luis. Una inmensa nave con luces fulgurantes apareció por encima de su cabeza, a unos doscientos metros de altura, calcula.
“Yo siempre me preguntaba por qué me pasa a mí esto, aunque debo decir que nunca me pasó nada malo. Salvo el susto que aún tengo cuando recuerdo todo lo que pasé”, dijo el cazador que no se define como predador sino como un hombre que sólo caza para comer.
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Juan Pérez cumplió 55 años el 9 de julio de 2021 y lo festejó junto a su familia en la pequeña chacra ubicada a 7 kilómetros del centro de Venado Tuerto.
Último contacto
El último contacto extraterrestre que vivió Juan fue a principios de 2020, previo a la pandemia de coronavirus. La salvedad es que en este caso su padre Felipe, su madre y uno de los hermanos que vive con él en la chacra, vieron el mismo fenómeno.
Juan contó que venía caminando por el flamante acceso a San Eduardo, ya pavimentado en su totalidad, cuando una inmensa nave se posó sobre su cabeza (esta vez a unos cien metros) y apuró como pudo el tranco para meterse inmediatamente en su rancho. El haz de luz de la nave atravesó el techo y las paredes e hizo que la casa estuviera completamente iluminada. Eso sucedió a principios de 2020 y fueron testigos sus familiares, que estaban adentro.
El padre de Juan, don Felipe Pérez (77 años), observó como la inmensa nave estaba arriba de su rancho. “Era una cosa impresionante y con una luz muy fuerte. En esta zona prácticamente no hay muchas luces de noche por lo que nos llamó la atención. Era una gran nave y la estuve observando algunos segundos, luego se fue”, dijo el baqueano rural que desde hace un tiempo a esta parte ya no desconfía de los encuentros que tuvo su hijo allá por el lejano 6 de septiembre de 1978.
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Uno de los hermanos de Juan (el menor) junto al padre, Felipe Pérez (77) aseguran haber visto la «luz» a principios de 2020.
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