J. J. Benítez tuvo que huir de la última Feria del Libro como si fuera un fugitivo. De noche, por la puerta de atrás. Sus lectores -la iglesia jotajotiana- se acercaban a la caseta como si los arrastrara un río furioso. Su pastor ha vuelto y con él nada les falta. Incluso a ellos les va a sorprender esta entrevista. Desde que publicó la primera entrega de Caballo de Troya en 1984, ha vendido millones de libros. Los datos oficiales dicen que, aproximadamente, cinco millones. Aquella novela que él dice que no es una novela regó España -y el resto del mundo- de conversos: personas que creían en el Jesús de Nazaret de Benítez, descrito por un militar retirado estadounidense que viajó en el tiempo a la Palestina del siglo I. Benítez, ya sentado en la vinoteca del Hotel Pestana, acepta ser investigado. “De esto no charlo nunca. Con vosotros estoy haciendo una excepción”. Hablará de cómo “son realmente los extraterrestres”, de cómo “conoció a uno de ellos” cuando tenía tres años; confesará los detalles de un supuesto asteroide que podría impactar contra la Tierra en 2027 y matar a 1.200 millones de personas.
-Un momento, un momento, ¿cómo?
“Lo tengo confirmado al 60%. Vendrán la oscuridad y el caos. Desaparecerán países como España y Portugal”.
-Estimado Juanjo, no nos conocemos y ya tenemos que despedirnos: según sus investigaciones, en 2027 un meteorito chocará contra el planeta y lo mandará todo al garete.
“Sí. Suponiendo que sea verdad, ojalá me equivoque. En 2027, llegaría Gog, un asteroide, según mis noticias, de unos 24 kilómetros de longitud. Este objeto impactará en el Atlántico y provocará una situación… La actual pandemia sería a su lado una cosa de niños. Calculo que, en 48 horas habría, aproximadamente, 1.200 millones de muertos”.
-Teniendo en cuenta la magnitud del asteroide, no es mucho, ¿no?
“Pero es que después llegaría la segunda parte. A consecuencia de ese impacto en la zona de las Bermudas se provocaría un deslizamiento del magma. Eso daría lugar a la erupción volcánica de Indonesia en su totalidad: 90 volcanes. La ceniza oscurecería el Sol durante nueve años”.
-Viviríamos en una absoluta oscuridad.
“Sí, ahora en La Palma se puede ver cómo la ceniza cubre casi toda la isla. En 2027, serían 90 volcanes a la vez… Oscuridad absoluta. Desaparición de la agricultura y de la ganadería, de las comunicaciones, de la electricidad y del combustible. Un caos. Por eso digo que ojalá esté equivocado en mi predicción”.
-Pero… cuando dice “suponiendo que sea verdad”, ¿qué quiere decir? ¿Cómo ha realizado exactamente su investigación?
“La información me llega a través de distintos canales y, a partir de ahí, hablo con científicos y mucha gente para saber si es verdad. Durante años. Esto no es una cosa de ahora. Tengo una seguridad al 60% de que lo que te digo ocurrirá. Es mucho”.
-Cuando usted cuenta todo esto, ¿cuál es la reacción entre sus amigos, familiares y conocidos?
“Desde hace ya bastante tiempo no hablo de esto. Contigo estoy haciendo una excepción. ¿Por qué no hablo? Porque si es verdad, no tiene sentido. Prefiero callar. No sabes qué hacer. Si ocurre, que Dios nos pille confesados”.
-Es casi ofensivo que un periodista le pregunte a otro por sus fuentes, pero permítame que lo haga, que soy muy joven: ¿cuáles son? Yo también quiero esas fuentes. Me cogería unas buenas cogorzas con tanta información.
“Lo único que te puedo decir es que son fuentes fiables. Si no, no les hubiera prestado atención. Me costó mucho decidirme si hacer esto público. Estuve años pensando: ¿lo digo o no lo digo? Al final, venció la parte periodística. Como periodista, me sentí en la obligación de comunicarlo. Aunque advirtiendo de que puedo estar en un error. Te estoy hablando de una investigación que empieza hace 15 años. En 2011, me fui a un notario en Sevilla”.
-He leído por ahí que, en algunos casos, sus fuentes son “extraplanetarias”. Es decir, le cuenta las cosas alguien que no está en la Tierra.
“De repente, en determinados casos, recibo una información de seres que no son de aquí”.
-Me está descolocando… Lo entiende, ¿no? A mí nunca me ha pasado.
“Hasta cierto punto, lo entiendo. Cuando llevas 50 años investigando los ovnis, es comprensible que algunas de esas civilizaciones estén al tanto de lo que estás haciendo. También están al tanto de otros investigadores. En un momento determinado, puedes recibir algunas informaciones. Pero esto no se puede comentar con casi nadie”.
-¿Qué cree que pasaría si yo mañana, en la reunión de portada, le dijera a Pedro J. que tengo una información contrastada por “fuentes extraplanetarias”?
“Se echaría a reír”.
-Siguiendo con lo “extraplanetario”: en ‘Mis primos’ (Planeta, 2021) reúne usted 250 casos…
“251”.
-Disculpe, 251 casos de avistamiento de ovnis. Les llama “primos”. Vaya primos más raros tiene. Siendo los dos de Pamplona, pensaba que sus primos serían parecidos a los míos.
“Es una broma, una manera de hablar entre investigadores. Estamos tan familiarizados, entre comillas, con las naves y con estas civilizaciones que, bueno, medio en broma, nos referimos a ellos así: “Oye, tus primos…”. No tiene más fundamento que ese”.
-Después de tanto estudiar, descríbame físicamente a un extraterrestre.
“Hay muchos casos. Es como si me pides que describa el prototipo de un ser humano. Depende de si es chino, blanco, negro, finlandés…”.
-Pero hay rasgos comunes: los ojos, la boca, la nariz…
“Se lo explicaré a través de lo que sabemos de encuentros con tripulantes: el 80%, aproximadamente, son humanos; es decir: cabeza, visión frontal, extremidades superiores e inferiores, una manera parecida de caminar… Luego hay un 20% que no tiene aspecto humano. Hay seres con un solo ojo, como los cíclopes; otros tienen una sola pierna, otros no tienen brazos, otros son muy pequeñitos… Es un abanico impresionante. Son cientos de civilizaciones. Me acuerdo de unos casos que me sorprendieron mucho”.
-¿Cuáles?
“Son casos notificados el siglo XX: tripulantes que salen de una nave y que tienen cuerpo humano, pero cabeza de animal. Halcón, perro, rata… Inmediatamente lo asocias con otra cosa: la mitología egipcia a lo mejor está basada en hechos reales. Eso también está en la Edad de Piedra. Se piensa: “Bah, fantasías”. Probablemente, no”.
-¿Y mentalmente? ¿Tienen buen carácter? No estarán como en el Congreso de los Diputados, a insulto limpio todo el día…
“Cuanto más investigo, menos sé. No sabemos las razones por las que están aquí. Sospechamos que vienen a investigar. En este último libro, de entre todos los casos que yo conozco, un 52% son agresivos. Es mucho, ¿eh? Agresiones por parte del fenómeno ovni al ser humano. Sin justificación”.
-Entonces no tienen muy buen carácter.
“Es peligroso aproximarse tanto a las naves como a ellos. Si uno tiene el valor de acercarse a una nave, que lo haga con prudencia. Ha habido muchos casos de radiaciones. Uno puede quedar contaminado y morir. ¿A qué vienen? No tenemos ni idea. ¿Desde cuándo están aquí? Probablemente desde la noche de los tiempos. Es posible que, cuando no había nada en la Tierra algunos de estos seres tomaran algún animal de nuestro planeta e hicieran un cruce genético: un ser híbrido que seríamos nosotros. Por eso me gusta la frase: “Hagamos el hombre a nuestra imagen y semejanza”.
-Usted cree que los seres humanos somos una creación de los extraterrestres.
“Exacto. Ahora me parece perfectamente viable. Algún día, quizás, el ser humano llegará a un planeta donde haya fauna. No sería muy complicado desde el punto de vista técnico que uno tomara a algunos de esos animales con posibilidades de desarrollo e hiciera un intercambio genético”.
-En todos estos años, sin testigos de por medio, ¿usted ha visto algún ovni o algún extraterrestre?
“He visto cuatro naves. En una ocasión pude hacer fotografías. En cuanto a los tripulantes, no recuerdo ningún caso, salvo algo que me sucedió en la infancia. En una aldea de las montañas de Navarra: Urdax. Un pueblo de brujas, al lado de las cuevas de Zugarramurdi. Estuve perdido durante dos o tres horas. Había salido a jugar al río y desaparecí. Cuarenta años después, me hicieron una regresión hipnótica en Estados Unidos y creo que se pudieron reconstruir esas dos o tres horas en las que estuve desaparecido. Me estuvo buscando todo el mundo y nadie me encontraba”.
-Vayamos entonces con la reconstrucción, ¿qué pasó en esas horas?
“Cuando yo estaba en el río, apareció un ser muy alto, que me agarró de la muñeca izquierda y me llevó a un sitio que no sé cuál es. Me tuvo allí durante un tiempo”.
-¿Le trató bien?
“Me trató muy bien. Me colocó dentro de una especie de sarcófago de piedra”.
-Joder, Juanjo, ¿eso es tratar bien? A mí me coge un tipo así por la muñeca y me mete en un sarcófago de piedra…
“Había luces divididas en grupos de tres y, con los pies, yo jugaba con ellas. Después, me sacó de allí, me abrazó… No le vi la cara, llevaba un casco tintado. Me devolvió al río, al lugar donde me había recogido”.
-Si llevan viniendo tanto tiempo… ¿piensa que han intervenido en los sucesos más importantes de nuestra Historia? No sé, la Revolución francesa, el descubrimiento de América, las guerras mundiales, nuestra Guerra Civil.
“Me inclino a creer que sí. Uno de los aspectos que más me gusta de la investigación es el de los infiltrados”.
-Me está volviendo a acojonar usted.
“Civilizaciones que técnicamente pueden adoptar un cuerpo humano y mezclarse con nuestra sociedad. Con múltiples intereses. Por ejemplo, el encauzamiento de la sociedad en momentos concretos. La Revolución francesa, el descubrimiento de América. Sí, lo que sea”.
-Como si Pedro Sánchez fuera un extraterrestre y estuviera gobernando con un objetivo oculto.
“Yo creo que lo es”.
-Me lo está diciendo de coña, ¿no?
“No, no. No te lo digo de coña”.
-¿Cree que Pedro Sánchez es un extraterrestre de veras?
“Me parece una catástrofe tan espantosa…”
-Hombre, pero de ahí a que sea un extraterrestre…
“Tiene que ser un extraterrestre a la fuerza”.
-Me está tomando el pelo.
“No, no. Incluso me parece peligroso acercarse a él”.
-Se está quedando conmigo.
“Hablando en serio… No tengo ni idea, no me interesa la política. Las cosas que hace son muy raras. Lo digo siendo caritativo. Pero déjeme volver al tema de los infiltrados. Un testigo al que entrevisté me contó que un compañero suyo de trabajo, en Sudáfrica, no era humano. Fueron a pescar. Este ser, aparentemente como nosotros, le preguntó: “¿Crees en los ovnis?”. Mi testigo le respondió: “Sí y no”. A la siguiente vez que fueron a pescar, aquel hombre sacó una emisora y comenzó a hablar en un lenguaje incomprensible. En diez minutos apareció un ovni”.
-En su libro asegura que Tierno Galván desapareció cuatro días con unos extraterrestres y que, para no levantar sospechas, dijo que había sido un lío de faldas. Por favor, ¿podría explicarlo?
“Es uno de los casos estrella del libro. El tema estuvo silenciado durante mucho tiempo por razones obvias. La persona a la que Tierno confesó lo que le había pasado me dijo: “Vamos a esperar, le he dado mi palabra a este hombre. Cuando muera, te lo cuento todo de arriba abajo”. Tuve paciencia y esperé”.
-¿Qué le contó esa persona al morir Tierno Galván?
“A Tierno le gustaba mucho hacer fotografías, sobre todo de pájaros. Llegó a un pueblecito de Zaragoza. Solo, por la mañana. Levantó su trípode y se puso a hacer fotos de águilas. Se dio cuenta de que, al lado, había un objeto y unos señores manipulando unos tubos. Empezó a sentir un efecto raro. Se le erizó el cabello, sentía los dientes metálicos… Se dio cuenta de lo que era aquello. Hizo fotos a la nave, que desapareció. Cuando volvió en sí, Tierno comprendió que habían pasado cuatro días. ¿Dónde había estado? Lógicamente, dentro de la nave”.
Más historias