Oda retro en todos los sentidos
La nostalgia y el retorno de la fiebre friki por obras claves en la cultura pop de décadas pasadas son como una ola imparable en el mercado actual. Desde los revivals de series ochenteras, y más lejanas, hasta el pujante coleccionismo de figuras y otros tipos de merchandising relativos a obras pasadas, estos son signos de varias generaciones que, ya en edad adulta, se entregan a las pasiones de la niñez o la adolescencia. Y en ese caldo de cultivo han regresado títulos y personajes que, de otra forma, hubieran muerto en el recuerdo. UFO ROBOT GRENDIZER – The Feast of the Wolves es uno de esos ejemplos; el regreso de una mítica serie nipona de la década de los 70, que ahora vuelve a la vida en forma de videojuego, de la mano de Endroad.
Grendizer, más conocido como Goldorak en España, es una serie emitida entre los años 1975 y 1977 en Japón, creada por Gö Nagai, y que forma parte del universo que se inició con el también mítico Mazinger Z. The Feast of the Wolves abraza con total y dedicación esa herencia friki y la traslada con una fidelidad pasmosa al medio del videojuego. Los robots y criaturas más horteras vuelven a ser protagonistas de esta aventura (que no se entienda hortera como algo despectivo, esto lo escribe un fan de las series originales de Transformers. ¡Lo hortera también puede molar!). Y no sólo estamos ante un salto al pasado por tratarse de una obra basada en otra de hace cinco décadas, sino porque The Feast of the Wolves abraza un estilo de juego que también pertenece a una generación de videojuegos pasada, para lo bueno y para lo malo.
Este título nos propone una amena aventura en la que controlaremos principalmente a Daisuke Umon, el príncipe del planeta ficticio Fleed, que resulta atacado por los despiadados Vega (una civilización de esos “malos malosos” que viven por y para el mal). Daisuke es el dueño y piloto del Grendizer, un robot de combate ultra avanzado, y con el que los Vega se quieren hacer. Como tal, Daisuke debe proteger Fleed, y esa será nuestra primera misión, sin embargo, el enemigo nos aplastará sin remedio y el príncipe se verá obligado a huir a La Tierra para evitar que Grendizer caiga en manos enemigas. En La Tierra dará comienzo nuestra verdadera misión: salvar el planeta y evitar que el destino de Fleed se repita cuando los Vega lleguen siguiendo nuestra estela.
Uno de los puntos fuertes de The Feast of the Wolves es su variedad, y es que nuestra aventura en La Tierra se dividirá entre fases con mecánicas de juego totalmente distintas, básicamente, tres géneros distintos en un solo juego. En primer lugar, y ocupando el mayor porcentaje de fases, tendremos las misiones de exploración y combate a los mandos de Grendizer. En ellas exploraremos vastas regiones de Japón, repletas de coleccionables, retos, misiones y recursos con los que mejorar el robot y aprender nuevas técnicas.
Por otro lado, también tendremos que afrontar diversas misiones a los mandos de la nave Spazer, la versión voladora del Grendizer, básicamente. Estas fases recuerdan enormemente al estilo de juego de Starfox 64, por ejemplo. Por último, a los mandos de una pequeña nave pilotada por el hermanastro terrícola de Daisuke, jugaremos niveles al estilo bullet hell con vista cenital. Combinando estos tres modos de juego completamente distintos, The Feast of the Wolves consigue una variedad y frescura muy gratificante, y que no suele verse en demasiados títulos. Es capaz de suplir ciertas limitaciones o carencias técnicas gracias a esta variedad que ofrece al jugador.
Hace unos párrafos decía que el aire retro de este juego no se limitaba a su temática e inspiración, y es que también lo hace en lo que a jugabilidad se refiere. En las fases en las que controlamos al robot terrestre la forma de proceder, explorar el mapa, recolectar recursos e incluso combatir recuerda a juegos de la época de PS2. Mapas amplios pero sencillos, con tareas consecuentemente sencillas y sin complicaciones que entorpezcan el ritmo de avance. Esto tiene sus pros y sus contras; por un lado ayuda a que un título autoconsciente de sus limitaciones no se meta en jardines que no pueda resolver con elegancia, por el otro, puede resultar no demasiado atractivo si buscamos algo más complejo.
A lo largo de estas misiones recolectaremos diversos materiales para mejorar al robot, cumpliremos distintas misiones ayudando a los terrícolas y protegiéndolos de los Vega, y buscaremos coleccionables ocultos. El combate se basa en un sistema de combos y habilidades especiales como rayos o cuchillas arrojadizas, al más puro estilo de las series japonesas en las que se inspira, con efusivas exclamaciones de nuestro protagonista recitando el nombre de cada técnica. El combate que en un primer momento puede lucir algo descafeinado por la escasez de movimientos se va volviendo más interesante a medida que desbloqueamos habilidades.
Las fases de vuelo al estilo Starfox resultan de lo más refrescante, y si eres un amante de los tiroteos espaciales arcade sin duda te gustarán. A nivel visual son realmente bonitas y tienen un ritmo bastante dinámico y rápido. Tendremos que evitar obstáculos mientras acertamos al mayor número de enemigos posible y tratamos de recoger recargas de salud. Desde tierra y por aire, decenas de enemigos se irán introduciendo en la “pantalla” mientras nuestra nave va guiada por “raíles” y nosotros controlamos el movimiento dentro de esa ruta prefijada. La principal pega que puede tener este formato es la escasa dificultad o reto que presenta.
Por último, las fases al estilo bullet hell nos transportan a esos juegos clásicos como Gradius, con pantallas llenas de enemigos y proyectiles en todas direcciones, y también potenciadores que mejorarán nuestros disparos temporalmente. La dificultad de este modo es algo más elevada que la del anteriormente mencionado, pero tampoco llega a ser un reto exigente. En general, el términos de dificultad, The Feast of the Wolves es un precioso ejercicio de nostalgia y oda al medio, un paseo que aúna y transita por varios géneros que, sin duda han marcado a generaciones de jugadores, y que pueden coincidir en rango temporal con los aficionados a series como Goldorak o Mazinger. Un poco más de reto o dificultad hubiera rematado con broche de oro este viaje al pasado del videojuego y la cultura friki.
Villanos molones y diseño fiel
Sin duda, uno de los puntos más llamativos de este juego es su precioso diseño visual. Y es que, aunque es heredado de la obra original, es de mérito propio estar exquisitamente trasladado al estilo gráfico 3D colorido y sencillo del juego. Desde los dibujos originales en 2D utilizados para los diálogos entre personajes, hasta los modelos 3D previamente mencionados, todo el juego es una colorida estampa visual que traslada la animación nipona de mediados del siglo XX al videojuego. Estos diseños brillan con especial luz en el personaje principal, el Grendizer, y en los jefazos finales.
Cada jefe final es una fusión entre un platillo volante y un animal concreto, desde monos hasta hidras de varias cabezas. Están tremendamente cuidados y mimados para reproducir fielmente los diseños originales, y sus presentaciones al entrar en batalla son de lo más vistosas, con kanjis en grandes que rezan el nombre del enemigo, y la traducción justo debajo. Las animaciones en cinemáticas y los ataques especiales de cada uno de ellos son puro espectáculo. Sin duda, este aspecto hará las delicias de los fans de la serie, y termina de sellar un apartado visual que, si bien no es puntero, está muy bien resuelto en un estilo colorido y simple que deja algunas estampas preciosas. También están cuidados elementos tan icónicos como las transiciones entre nave y robot, o las “cortinillas” con dibujos al estilo manga al utilizar técnicas finales.
Una oda sincera y apasionada a la obra original
UFO ROBOT GRENDIZER – The Feast of the Wolves es todo un homenaje a la obra original, que cuida con especial atención la fidelidad visual en personajes, trajes y vehículos. Sus tres modos de juego diferentes le dan frescura y dinamismo, al fin y al cabo son tres géneros distintos en un mismo juego. Es una aventura amena y divertida, que no lleva más de diez o doce horas ser completada al 100%, y que ofrece algunos elementos de postgame. Como puntos más débiles, los combates pueden llegar a hacerse algo repetitivos, y le vendría bien un chute de dificultad extra en ciertos puntos, aunque nada de ello le impide coronarse como un buen viaje al pasado.
Este análisis ha sido realizado con una copia digital para PlayStation 5 cedida por Microids.
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