Nos encantan los misterios, y cuantos más datos inexplicables contengan, más fascinados estaremos. Como el extraño caso de las máscaras de plomo, una historia bizarra la mires por donde la mires y que ha generado todo tipo de teorías para intentar resolver el misterio.
Todo comenzó y terminó el 17 de agosto de 1966. Dos técnicos electrónicos, Manoel Pereira da Cruz y Miguel José Viana, residentes en Campos do Goytacazes (Brasil), avisaron a sus familias de que irían a comprar algunas piezas que necesitaban para reparar unos televisores a Río de Janeiro.
Los dos subieron a un autobús y viajaron 250 kilómetros hacia el suroeste del país. Fue la última vez que se los vio con vida; tres días después, un joven se encontraba paseando en una colina cercana a Río cuando hizo un macabro descubrimiento: los cuerpos sin vida de los dos técnicos.
Cuerpos llenos de misterios
El joven encontró los cadáveres, pero no de cualquier manera: ninguno de los cuerpos mostraba violencia física, vestían de traje y llevaban impermeables.
Junto a los cuerpos, una serie de objetos que dejaron boquiabiertos a los investigadores de la policía que acudieron a la llamada de emergencia del joven.
Para empezar, ambos cuerpos tenían puestas una especie de máscaras de plomo que les cubrían los ojos y que ellos mismos habrían confeccionado en su taller.
Después, una libreta con dos misteriosas anotaciones: la primera de ellas decía «16:30, estar en el lugar acordado»; la segunda, «18:30, tragar las cápsulas. Después del efecto, proteger los metales, esperar a la señal de la máscara».
Junto a ellos, los investigadores también encontraron una botella de agua vacía y un paquete con dos toallas.
Según los investigadores del caso, el uso de las máscaras de plomo podría indicar que ambos técnicos esperaban entrar en contacto con algún tipo de radiación.
Otro de los datos que descubrieron poco después fue que la botella de agua había sido comprada en Niteroi, un pueblo cercano a donde se encontraron los cuerpos.
Es más, para añadir todavía más misterio, los dos hombres prometieron a la camarera del bar donde la adquirieron que se la devolverían, firmando incluso un papel jurando hacerlo, lo que indica que estaban seguros de que iban a regresar.
¿Encuentro con extraterrestres?
La mujer declaró también que uno de ellos parecía muy nervioso, y miraba constantemente su reloj.
Eso sí, a pesar de haber descubierto el origen del agua, tanto las toallas como el hecho que llevaran impermeables resultaba inexplicable para los investigadores. Tampoco se encontraron las cápsulas de las que hablaba la primera nota, y la autopsia no reveló ningún indicio de envenenamiento.
El misterio de las máscaras de plomo ha hecho que muchos se aventuren a lanzar sus propias investigaciones e hipótesis sobre lo que podría haber sucedido.
Algunos opinan que podría tratarse de algún tipo de suicidio ritual del estilo a los de la secta estadounidense Heaven’s Gate, que pretendían con sus muertes acceder a otros mundos; aunque el hecho de que prometiesen devolver el agua eliminaría esa teoría.
Por otro lado, hay quien dice que ambos hombres eran apasionados de la ufología y todo lo que tuviese que ver con los extraterrestres, y habrían elegido la colina donde se encontraron los cuerpos como «punto de encuentro», ya que la colina en cuestión habría sido señalada como foco de apariciones OVNIs durante los años.
Luego están los que aseguran que los hombres habrían intentando viajar en el tiempo. Pero en ese caso, ¿para qué querrían las máscaras o las toallas? ¿Y los impermeables?
Para aumentar los interrogantes, se encontró un libro en el taller de la casa de Miguel, donde la policía halló las herramientas y la chatarra que se usaron para cortar las máscaras de plomo, con pasajes destacados relacionados con la «luminosidad intensa» relacionada con los espíritus. ¿Para eso protegieron sus ojos con escudos de plomo?.
Cuatro años antes, un técnico de televisión murió en el mismo lugar en circunstancias similares. Sin signos de violencia, sin otros objetos y con una máscara de plomo.
Al final, el misterio de la muerte de Manuel y Miguel continúa sin resolverse.
La Vanguardia.
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