10 de noviembre de 2024

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Clara Sánchez reivindica en su ingreso en la RAE a los extraterrestres, “rescatados de las tinieblas frikis”

Clara Sánchez reivindica en su ingreso en la RAE a los extraterrestres, «rescatados de las tinieblas frikis»

La escritora y filóloga Clara Sánchez (Guadalajara, 1955) ha ingresado este domingo en la Real Academia Española (RAE) para ocupar la silla X, vacante desde el fallecimiento de Francisco Brines el 20 de mayo de 2021. Apoyada por Soledad Puértolas, Carme Riera y Paloma Díaz-Mas, su candidatura se impuso el pasado jueves 23 de marzo de 2023 a la del escritor Jon Juaristi (Bilbao, 1951)

La escritora y filóloga Clara Sánchez (Guadalajara, 1955) ha ingresado este domingo en la Real Academia Española (RAE) para ocupar la silla X, vacante desde el fallecimiento de Francisco Brines el 20 de mayo de 2021. Apoyada por Soledad PuértolasCarme Riera y Paloma Díaz-Mas, su candidatura se impuso el pasado jueves 23 de marzo de 2023 a la del escritor Jon Juaristi (Bilbao, 1951), que contaba con el respaldo de Pedro Álvarez de Miranda, Félix de Azúa y Carlos García Gual. Con el ingreso de Sánchez, el número de mujeres académicas de número asciende a nueve. 

Parecía que su intervención iba a ser una reflexión en torno a la lectura, pero Sánchez pronto empezó a dejar claro que el centro de su discurso, La máquina del tiempo, iba a focalizarse en la ciencia ficción literaria, «la que más se atreve a coger el toro por los cuernos» a la hora de patentizar «la necesidad que los humanos tenemos de comprender y manipular el tiempo». Esto es, además, «algo bastante infrecuente en la literatura clásica en español».

Antes de detenerse en las distintas obras de este género que la han ayudado a encarar la «perturbación» que le genera el paso del tiempo —«Qué impotencia y dolor nos crea no poder volver atrás», lamentó—, recordó que, en su ingreso en la Real Academia, «Pío Baroja dejó sentado todo lo que en cuanto a carencias e inseguridades puede sentir un ser humano».

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Sánchez, por su parte, recuerda el miedo en la infancia a que la sacaran a la pizarra, mientras que en la edad adulta los temores pasan por «tener que gustar, una meta fatigosa e incierta». En cambio, la labor de la autora de Los pecados de Marisa Salas, novela que llegará a las librerías esta semana, se convirtió en «seducir con las palabras». Sánchez vino a decir que no habría llegado a la escritura sin «Anita, la más joven de las mujeres» de su familia, que buscaba excusas para meterse en la cama y leer.

También habría sido determinante El milagro de Ana Sullivan, novela que le hicieron leer en el colegio y cuenta la historia de superación de una niña sorda y ciega. Recuerda la nueva académica que Ana Sullivan enseñaba a Helen Keller a leer través del tacto y el olfato hasta que logra publicar numerosos libros. «El mundo entra en nuestra alma por donde puede», asegura Sánchez, y «una vez dentro se convierte en recuerdo, memoria».


No faltó el recuerdo emocionado al poeta Brines, que sin saberlo le dejaría en herencia «la letra del enigma, la que hubiera elegido sin dudar», pues «en la X se concentra todo un mundo por descubrir que nos hace soñar», según ha afirmado la escritora. Fue el dramaturgo Antonio Buero Vallejo, según recordó, quien se la legaría a Brines, cuyo «mayor reconocimiento es el respeto y la admiración» de tantos compañeros. Sánchez ha despedido el homenaje hacia el poeta destacando «su incorruptible coherencia vital» y uno de los ragos de su poesía: la evocación de la niñez. 

Y es que «el tiempo asequible nos trae de cabeza», ha insistido la escritora. Menos mal, vino a decir, que «la imaginación ideó una potente máquina del tiempo para mitigar esta sensación». Es la literatura, claro, mejor que cualquier otro invento, pues «nos deja ir atrás y hacia adelante». 

La máquina del tiempo es, igual que de su discurso, el título de la emblemática novela de H. G. Wells, publicada en 1895, cuyo encanto reside en «presentarnos el tiempo con la solidez del metal. No es una barca, sino la encarnación del tiempo mismo. A la máquina se la describe tan bellamente que me encantaría verla en el salón de mi casa», ha asegurado.

Micromegas, de Voltaire, es «otra delicatessen llena de libertad, atrevimiento y sentido del humor» que encaja en esa bibliografía reivindicada por la escritora en su discurso de ingreso en la Academia. Este «relato de ciencia ficción adorable», que se publicó en 1752, sigue a dos extraterrestres. Se ha detenido aquí Sánchez para reivindicar «una palabra que hasta hace poco parecía mancillar cualquier tipo de inteligencia científica y racional», pero ha sido «rescatada de las tinieblas frikis». Con todo, «Voltaire se adelantó», ha aseverado la escritora, que opina que este relato, por poner de manifiesto «nuestra pequeñez», «debería usarse el relato en los colegios para enseñar a los niños lo presuntuosos que podemos llegar a ser los humanos». 

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La otra gran obra sería La invención de Morel. Según la escritora, «Bioy Casares estaba profetizando la deshumanización del éxito en las redes sociales, la locura de no concebir una vida plena si no es a través de la permanente exhibición». De regreso a España, Sánchez ha considerado que, mucho antes, «Cervantes ya intuyó que el tiempo no es el mismo para todos». Así, Don Quijote creyó que había pasado tres días y tres noches en la cueva de Montesinos, mientras que a Sancho le había parecido a una hora.

En la misma línea, Benito Pérez Galdós se habría adelantado a las teorías contemporáneas de Freud con la «visión de futuro» que ofrece La desheredada. Sí, el realista por antonomasia podría haber hecho ciencia ficción, vino a decir. Entre otras referencias a textos sobre el tiempo y otras apreciaciones sobre la literatura, Sánchez ha celebrado que Albert Einstein nos acercara el tiempo «para hacérnoslo accesible». Y ha recordado que es el historiador de la ciencia José Manuel Sánchez Ron, su nuevo compañero en la Academia, quien se ocupa en sus ensayos de las teorías del científico.

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