Desde hace algunos meses hemos podido apreciar en los medios de comunicación norteamericanos una discusión acerca de la vida extraterrestre con personajes que afirman haber visto naves provenientes de otros mundos. Desde ese momento, el discurso público en aquel país se ha caracterizado por la carencia de evidencias físicas, se trata en todo momento de los dichos de diversas personas que hacen vívidas narraciones y el público las tiene que creer para sacar conclusiones. Por supuesto, coincide con los juicios articulados contra Donald Trump, quizá el presidente norteamericano más demagógico y populista de los últimos tiempos y que durante su gobierno cobijó ideas tan ridículas como el terraplanismo o la negación de la teoría de la evolución. Hoy, Trump pretende nuevamente el gobierno.
Los populismos en toda la historia han propiciado la desconfianza en el conocimiento científico, porque el razonamiento representa un obstáculo para la manipulación de grandes segmentos de la población, y por otro lado el miedo a lo desconocido es un factor adicional que distrae al “pueblo” de los grandes temas nacionales. Visto así, el tema de los marcianos es perfecto; fácilmente puede provocar miedo porque, en caso de existir, nadie podría conocer sus intenciones, y dirige una discusión sin bases respecto de su existencia.
México tiene hoy a un populista consumado a cargo del Poder Ejecutivo que curiosamente se aproxima al final de su mandato, impulsando a una candidata que no emociona frente a las masas, pero representa la mejor versión de quien deja el poder. No es de extrañar entonces que en la Cámara de Diputados se presente ahora nuestra versión tropicalizada de invasores extraterrestres; hecho que se concretó por la invitación que le hizo un diputado a un engañabobos conocido por sus fraudes, pero que tiene muchos años sosteniendo que ha sido testigo del actuar de los marcianos en territorio azteca. Ese señor, que se dice “periodista”, arribó a la cita con los legisladores cargando dos cajas que abrió frente a todos y todas conteniendo dos pequeñas figuras humanoides afirmando, el payaso, que se trataba de cadáveres de extraterrestres. En redes sociales ya se mostró un video haciendo evidente que eran pasteles, pero, por supuesto, semejante ridiculez ha sido empleada para distraer la atención de la candidata opositora, Xóchitl Gálvez, a la que el régimen le tiene miedo por su carisma, y de la extradición del hijo del conocido Chapo Guzmán, cuyo juicio podría traer consecuencias a la clase política gobernante. Los norteamericanos han sido cuidadosos en ese sentido, nunca se hizo pública toda la información que seguramente les entregó El Chapo durante su juicio, relativa a sus relaciones con políticos, pero hoy otra vez cabe la incertidumbre, lo que pone nerviosos a los gobernantes de hoy.
Los marcianos, entonces, llegan a México a cumplir varios papeles en voz de un estafador al que se le abren las puertas del Congreso. Nada tiene que ver con la posibilidad real de que exista vida en otras partes del universo, eso, por supuesto, es posible, pero las intenciones de los políticos de hoy son francamente sucias e ilegítimas. No caigamos en sus idioteces, debemos exigirles a los políticos se centren en rendirle cuentas a la sociedad por su trabajo y debemos también elegir con cuidado a quienes deben gobernar el futuro de la nación.
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