El caso sorprendió, no solo a Bahía Blanca sino a todo el país. Los rumores de un supuesto «enfrentamiento» entre Ovnis y miembros de la Base Aeronaval «Comandante Espora» capturó la atención de cientos de personas el último fin de semana.
Tales afirmaciones parecían tener un sustento. Fueron numerosos los videos y audios de disparos que circularon por redes sociales, los cuales parecían certificar esta escena de película.
Sin embargo, la desmentida no tardó en llegar por parte de la Armada Argentina. Carlos Eduardo Gómez Nolasco, jefe del departamento de Comunicación Institucional, negó la veracidad de las filmaciones.
“No hubo ningún enfrentamiento”, afirmó rotundo en diálogo con Radio Mitre.
El comandante del departamento de la ARA reconoció que “se desconoce el origen de las cosas que se han viralizado” y explicó: “Durante la tarde/noche del 5 de septiembre se llevaron a cabo actividades de adiestramiento programado, que involucró un vuelo en la zona de la Base Aeronaval Comandante Espora”.
Entre los detalles, remarcó que “una aeronave perteneciente a la 2° Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros, del tipo Sea King, realizó un vuelo establecido en el plan anual de instrucción”.
“La actividad de adiestramiento se realizó entre las 19.50 y 22.30 horas de aquel día, fue informada a la torre de control a través del correspondiente Plan de Vuelo y no involucró el uso de munición de ningún calibre”, puntualizó Gómez Nolasco.
Ovnis en Bahía Blanca: Un «gran calesita» vista en 1978
Sin embargo, los archivos parecen darle la razón a los bahienses. Es que no se trataría de la primera vez que ocurre algo similar.
Según reportó el diario La Nueva, durante la primavera de 1978, en la Base Naval de Puerto Belgrano, ubicada en las proximidades de la ciudad de Punta Alta el sur de la provincia de Buenos Aires, sucedió algo que hasta el día de hoy es un enigma.
Una noche el personal que custodiaba la Base recibió una particular orden de parte de un oficial: «Capturen al Ovni».
Eduardo, quien había comenzado el servicio militar obligatorio desde hacía pocos meses, en 2009 contó por primera vez su testimonio al investigador Carlos Iurchuk, fundador de la Comisión de Estudios del Fenómeno Ovni de la República Argentina (Cefora), entidad que por estas horas analiza el extraño suceso ocurrido en Espora.
El soldado integraba el Grupo a la Orden (GAO), una guardia de 8 personas que tenía que estar alerta ante cualquier suceso. Contó que lo de aquella noche empezó con un llamado en el handy: «Están atacando la Base… están atacando la Base».
Las bromas entre los miembros del GAO eran habituales. «Inventaban que nos estaban atacando para que nosotros dejáramos de dormir y tuviéramos que salir corriendo«, dijo Eduardo.
Pero esa vez el chiste no era posible: el llamado venía del puesto 215 (cercano a los polvorines y uno de los más alejados de la zona central de la Base Naval Puerto Belgrano) y en ese puesto el soldado estaba con un suboficial. Y con los oficiales no bromeaban.
«Salimos corriendo para el puesto. Cuando llegamos la escena era impresionante: el cabo y el soldado le estaban tirando a Dios y María Santísima. Y además gritaban ‘está allá, está allá’. A 200 metros había otra garita con otro soldado que tampoco paraba de tirar. Ahí me di cuenta de que no era una broma, porque hubieran tirado 2 o 3 tiros, no miles», relató.
«Le tiraban a la nada», afirmó Eduardo.
«Era una oscuridad total, los eucaliptus que había enfrente eran inmensos. Al mar lo teníamos a la izquierda y además había un monte inmenso», describió.
Al momento en que todo se calmó el oficial le preguntó al cabo qué había visto. «Un Ovni», respondió, con seguridad, antes de recibir la extraña orden. «Capturen al Ovni», indicó el superior.
«Abrieron el portón y salimos de ahí en posición de combate, avanzamos unos 30 metros y ahí fue que vimos surgir una luz intensa, como azul, muy fuerte, aunque no te enceguecía, te permitía mirarla. Y así como la vimos, desapareció», recordó Eduardo.
En ese momento sintió frío, aunque uno de sus compañeros tuvo calor. No llegó a percibir cuánto tiempo duró la aparición –»puede haber sido una eternidad o microsegundos»– y recordaba que la forma del objeto era la de «una gran calesita».
En el lugar no quedó rastro alguno de la misteriosa aparición.
Pero el desenlace de la historia la vuelve aún más inquietante. Los soldados recibieron la orden específica de no hablar del tema. No fueron interrogados y se los apartó de sus puestos. Al otro día un grupo de altos rangos, externos a ese batallón, acudió para investigar el suceso y habló con el oficial.
Eduardo siguió la orden al pie de la letra y se guardó su testimonio por 31 años. «Hasta que uno no lo ve es un incrédulo. Yo no lo hablé por vergüenza a la cargada, a que no te crean, a que no te tomen en serio», dijo.
Ovnis en Bahía Blanca: un objeto «anaranjado» visto en mayo del 1962
Esa no fue la primera vez que un objeto volador no identificado apareció en el sur de Buenos Aires. Uno de los episodios conocidos más sorprendentes ocurrió en mayo de 1962.
Existen registros militares que dan cuenta del contacto con Ovnis tanto en la base de Puerto Belgrano como en Comandante Espora, casi en simultáneo.
El 22 de mayo, minutos después de las 19 horas, cuatro pilotos de Comandante Espora observaron durante 35 minutos a una nave que interactuó con ellos mientras volaban cerca de la Base. “El piloto Eduardo Figueroa ve un objeto anaranjado que se mueve según un rumbo oscilante, por debajo del horizonte visible”, relatan las crónicas del hecho que incluso fue investigado por la CIA.
Otro piloto llamado Roberto Wilkinson dijo que, más o menos a la misma hora, la cabina de su aeronave se iluminó de manera repentina. «Inmediatamente pensó que la luz era causada por algo anormal en el avión, pero después se dio cuenta que venía de la popa. Luego la vio debajo de la aeronave«, se menciona en el registro. Finalmente el Ovni lo pasó a toda velocidad y lo perdió de vista. Durante ese contacto su radio dejó de funcionar.
También hubo testigos que lo observaron desde la torre de control. Según los registros, éstos se comunicaron con el teniente Rodolfo César Galdos, que lideraba la formación de pilotos en vuelo, para consultarle si veía al objeto en el cielo.
«A alrededor de 30 ° sobre el horizonte por encima de Bahía Blanca vio un disco o punto circular luminoso, de color anaranjado y de un diámetro aparente al de una luna pequeña (unos 50 centímetros)«, se menciona en el documento enviado por la embajada estadounidense al Departamento de Estado.
El teniente observó por entre 40 segundos y un minutos que el objeto se movía hacia el sur y que era por momentos opacado por las luces de Punta Alta.
De acuerdo con el registro, al día siguiente el comandante Constantino Núñez acudió al sitio para recolectar los mencionados testimonios y determinar si había material radiactivo en el punto donde, aparentemente, había aterrizado el objeto no identificado.
El investigador utilizó un Contador Géiger para analizar el área y no encontró signos de radiación, ni tampoco indicadores visibles de que en ese lugar se había producido el aterrizaje. «No es posible obtener conclusiones de la naturaleza de este fenómeno», determina el documento.
Pero contra esas conclusiones oficiales, un alto mando de la Armada contó medio siglo después a integrantes de CEFORA una versión que asegura que la presencia de la nave había sido comprobada.
De acuerdo con el relato, por esas horas el mismo Núñez lo había convocado al Hospital Militar de Puerto Belgrano. Lo que vio allí lo dejó perplejo: se encontró con la presencia de dos alienígenas que habían fallecido por el accidente.
El integrante de la Armada nunca vio la nave, pero sí los cuerpos. Y los describió como de muy baja estatura y macrocéfalos, es decir, con cabezas grandes.
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