Una imagen vale más que mil palabras, dicen. Pero no siempre es cierto que esas imágenes digan la verdad, ni siquiera si se trata de fotografías que aparentan retratar la realidad.
Eso no nos sorprende tanto hoy en día, en un mundo en el que retocar lo fotografiado es una costumbre generalizada y falsificar fotos es una cuestión de minutos.
Pero no siempre fue tan fácil. Sin embargo, desde el advenimiento de la tecnología en el siglo XIX han circulado fotografías falsas.
A continuación te presentamos 7 de las imágenes falsas que más notoriedad han tenido en los últimos dos siglos.
1. La primera fotografía falsa – 1840
En la carrera para perfeccionar el proceso fotográfico en la década de 1830, los franceses Hippolyte Bayard y Louis Daguerre se enzarzaron en una amarga disputa por el título de «padre de la fotografía».
Cuando Daguerre reveló su daguerrotipo (1939), el primer proceso fotográfico práctico, antes que Bayard, este último respondió creando esa foto, de un supuesto ahogado que se había suicidado, y que resulta ser un autorretrato.
A la imagen la acompañaba esta leyenda:
«El cadáver que ven aquí es el de M. Bayard, inventor del proceso que se les acaba de mostrar. Que yo sepa, este ingenioso e infatigable experimentador ha estado perfeccionando su descubrimiento durante unos tres años.
«El gobierno, que tan generoso ha sido con Monsieur Daguerre, ha dicho que no puede hacer nada por Monsieur Bayard, y el pobre desgraciado se arrojó al agua desesperado.
«¡Oh, los caprichos de la vida humana! Lleva varios días en la morgue y nadie ha ido a reconocerlo o reclamarlo».
Bayard, por supuesto, estaba vivo, y todo se trataba de un montaje artístico para llamar la atención.
A pesar de que por su trabajo Bayard obtuvo reconocimiento, permaneció a la sombra de Daguerre y el inglés William Henry Fox Talbot.
Hoy es más conocido como el creador de la primera imagen falsa.
2. Espíritus, 1862-75
En 1861, William Mumler tomó un autorretrato y en el fondo apareció la sombra de una mujer.
Lo que Mumler calificó como un error, sus amigos lo calificaron como la primera foto de un fantasma.
Mumler decidió capitalizar el «error» y se convirtió en «el fotógrafo de espíritus».
Afirmó que podía reunir por última vez, al menos ante la cámara, a quienes estaban en duelo con sus seres queridos fallecidos, muchos a causa de la Guerra Civil estadounidense.
Su reputación como el hombre que podía fotografiar fantasmas se extendió y, a pesar del escepticismo de algunos y las acusaciones de fraude, hubo muchos dispuestos a pagar por el servicio.
Otros fotógrafos trataron en vano de recrear el proceso y producir sus propias fotografías espirituales, pero sólo lo lograban usando dos negativos e imprimiendo una sola imagen, algo que Mumler no hacía.
A pesar de los esfuerzos de muchos investigadores, nadie pudo resolver el enigma de cómo exactamente creaba sus apariciones.
Una posible explicación era que había encontrado nuevas formas de controlar las reacciones químicas de las que dependía la fotografía de la época.
Dos décadas después de dejar perplejos a los expertos, el «proceso de Mumler», como se lo llamó, revolucionó la capacidad de reproducir imágenes permitiendo imprimirlas directamente en papel de periódico.
Así contribuyó a que las fotografías no sólo se volvieran omnipresentes, sino que se convirtieran en la prueba de si algo realmente había sucedido o no.
Una gran ironía, a menos de que creas que los fantasmas existen y que se pueden fotografiar.
3. Tierra de gigantes – 1911
Esta es una de las postales fantasiosas en las que se especializó el fotógrafo estadounidense Alfred Stanley Johnson, Jr., y con las que exaltaba la abundancia agrícola de Wisconsin.
Además de imágenes de productos y animales de gran tamaño, agregaba títulos indicando que las abundantes cosechas venían de las comunidades locales.
Las postales fantasiosas surgieron a principios del siglo XX, cuando la gente se dio cuenta de que, valiéndose de imágenes manipuladas físicamente por los fotógrafos, podían crear o mantener mitos utópicos sobre una ciudad o región.
Las comunidades rurales principalmente las producían con la esperanza de que sirvieran para alentar el asentamiento de nueva población y el crecimiento.
Las postales fantasiosas de Johnson reafirmaron el mito estadounidense de la abundancia, que a menudo contrastaba con la realidad.
4. Roosevelt y un alce – 1912
Sí, en esta foto el naturalista, explorador, cazador, escritor, soldado y presidente de EE.UU. de 1901 a 1909, Teodoro Roosevelt, está cruzando un río subido en un alce gigante.
No desentona con lo que se esperaría de Roosevelt, dado que muchas aventuras de su vida real parecen ficticias.
Pero si bien es cierto que sobrevivió a un intento de asesinato, casi muere mientras exploraba la selva amazónica y se convirtió en el primer presidente en conducir un automóvil y volar en un avión, nunca montó en un alce.
La imagen fue creada por la firma de fotografía Underwood and Underwood como parte de un collage titulado «La carrera por la Casa Blanca», un tríptico humorístico publicado en el New York Tribune en 1912, con tres de los cuatro aspirantes a la presidencia montando los animales que identificaban sus partidos.
Roosevelt estaba en campaña como candidato del recién creado Partido Progresista, apodado Bull Moose (toro alce) después de que él se jactara de sentirse «fuerte como un toro alce».
5. Hadas, 1917
En diciembre de 1920, el escritor Arthur Conan Doyle, sin saberlo, dio crédito a uno de los mayores engaños del siglo XX cuando publicó las mundialmente famosas fotografías de las hadas de Cottingley.
La historia había comenzado en el jardín de una casa en la aldea de Cottingley, cerca de la ciudad inglesa de Leeds. Las fotografías las habían tomado las primas Elsie Wright y Frances Griffiths cuando tenían 16 y 9 años respectivamente.
Con el aval del famoso autor, la obra de las niñas se extendió por el mundo.
Si te preguntas cómo la mente que creó al superdetective Sherlock Holmes fue engañada por dos jóvenes armadas con nada más que recortes de papel y alfileres, la respuesta está, en parte, en el dolor causado por la Primera Guerra Mundial.
Conan Doyle había perdido a su hijo en la guerra y sentía un gran remordimiento pues él lo había animado a irse al frente.
Como muchos otros en la posguerra, se interesó por la teosofía, un movimiento que estudiaba el mundo espiritual, buscando dimensiones alternativas donde pudiera existir vida.
Si las hadas existían y se podía fotografiar lo sobrenatural, eso era un argumento a favor del espiritismo: los seres queridos no se habrían ido para siempre.
Al autor le habían comisionado un artículo para una revista sobre el mundo de las hadas cuando vio las fotos.
A los ojos de hoy, las figuras de las hadas son claramente bidimensionales y las fotos, en general, excesivamente posadas.
Pero si consideramos el período y el hecho de que fueron tomadas por niñas, son de buena calidad.
Conan Doyle les solicitó a especialistas en fotografía que examinaran las imágenes para establecer si eran genuinas. Y, escribió que, «tras analizar cuidadosamente todas las posibles fuentes de error, se ha construido un caso prima facie sólido» sobre su veracidad.
El escritor murió en 1930, pero el debate sobre las fotos se prolongó durante décadas hasta que en 1983 Frances y Elsie confesaron que las fotografías habían sido falsificadas.
6. El monstruo del lago Ness – 1934
Desde el primer relato de San Columba en el año 565 d.C. de un monstruo que acecha bajo las aguas del lago Ness, no ha cesado la búsqueda del cariñosamente llamado ‘Nessie’.
A lo largo de los años han surgido varias imágenes que supuestamente probaban la existencia del monstruo, incluida ésta, tomada por el doctor Robert Kenneth Wilson en 1934 y publicada en el Daily Mail ese mismo año.
Se la conoció como la «Fotografía del cirujano» después de que el coronel Wilson, quien ofreció la imagen al periódico, se negara a asociar su nombre con ella.
La imagen es, de hecho, de un submarino de juguete con una cabeza de madera esculpida y fue realizada por Chris Spurling.
Spurling confesó décadas más tarde que la conspiración fue tramada por su suegro, el cazador Marmaduke Wetherell, a quien el Daily Mail había contratado para encontrar al monstruo y, que fue humillado públicamente por el periódico después de presentar unas huellas de hipopótamo como prueba de la existencia de Ness.
Supuestamente tramó el elaborado plan para vengarse del diario.
7. Ovni – 1976
Cuando el ciudadano suizo Billy Meier afirmó en la década de 1970 que tenía pruebas de que había estado en contacto con extraterrestres del cúmulo estelar de las Pléyades desde los cinco años, pocos le creyeron.
Decidido a probar su historia, en 1976 Meier produjo fotografías que pretendían mostrar ovnis flotando sobre la campiña suiza.
Aunque ampliamente descartadas como falsificaciones, fueron publicadas en un libro de 1979 por el ex piloto de la Fuerza Aérea de EE.UU. Wendelle C Stevens, quien aseguró que no habían sido manipuladas.
Otros ufólogos, no obstante, se mostraron escépticos sobre las imágenes.
Lo que les dio nueva vida fue su aparición en el material publicitario de la serie de ciencia ficción estadounidense «The X-Files».
Una de ellas se usó como fondo del cartel que decía «Quiero creer» que aparecía en la oficina del agente especial del FBI Fox Mulder, interpretado por David Duchovny.
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