Los alienígenas Gus, Sophie y Max, miembros de la Fuerza de Protección Espacial (SPF) y su nave espacial microscópica, (el SPF-50) luchan contra el crimen en el espacio. Ellos son las fuerzas del bien que tratan de impedir los deseos de Zolthard, un villano malísimo, de invadir otros planetas.
Por un extraño accidente, la nave de Gus, Sophie y Max acaba instalada en el cerebro de Norman, un chaval de 16 años convencido de que hay vida extraterrestre y obsesionado en hacer averiguaciones al respecto. Poco después, el malvado Zolthard, también microscópico, se apodera de la mente de la directora del instituto, la Sra. Witherington, una mujer antipática e irascible.
La lucha entre las fuerzas del bien y las fuerzas del mal tiene, pues, en ambos bandos, sendos equipos formados por alienígenas y terrícolas. Por un lado, Norman y sus amigos, con los miembros de la SPF y por el otro, la directora, dos profesores que han sido abducidos por ella y el ejército de robots, programados para ejercer la violencia, en cuanto su jefe les dé la orden.
Es una película pequeñita, de producción sudafricana, agradable de ver y eficaz para entretener, sobre todo a los más pequeños. Es muy previsible y tiene algunos fallos de detalles sin cuidar, como el reloj de pared del despacho de la directora, empeñado en marcar las nueve y veinte por mucho que avance la acción. O cuando en la tienda de Virgil, este le coge el teléfono a Alejandro y lo encierra en una caja aislada para no ser detectada por extraterrestres; y poco después, Alejandro saca el mismo teléfono de su bolsillo para mostrar imágenes a sus amigos.
Se nota que ha contado con muy poco presupuesto pero tiene un guion con la fuerza suficiente para atrapar al espectador, también al adulto, con una historia muy sencilla pero con buenas dosis de humor y abundantes gags audiovisuales.
Una buena propuesta para una agradable tarde de cine en familia.
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