La Cámara de Representantes de Estados Unidos televisó a finales de julio la declaración bajo juramento de tres militares. Estos afirmaron que el Gobierno de Estados Unidos oculta tanto naves de origen extraterrestre como evidencias claras de “inteligencia no humana”.
El congreso norteamericano empezó a promoviendo la discusión sobre el tema, justo cuando según sus propios datos la tasa de avistamientos de OVNIS -rebautizados ahora como FANI, fenómenos aéreos no identificados- había caído a su mínimo histórico en los últimos 30 años, desde el final de la Guerra fría. Hace cuatro años crearon una comisión especial para estudiar los “fenómenos anómalos no identificados” y su punto álgido se produjo este 23 de julio cuando declararon un ex oficial de inteligencia y otros dos militares.
El primer testimonio afirmó conocer “la localización exacta” de restos de naves de extraterrestres y de las muestras biológicas guardadas, y que: “los avistamientos no son raros, ni aislados. Son la rutina”. El siguiente militar detalló sus avistamientos directos, añadiendo que fue amenazado por sus superiores si no dejaba el tema. El último en declarar detalló un encuentro con artefactos “capaces de quedarse a una altura de 20.000 pies (6.000 metros) durante horas”, algo imposible con la tecnología actual.
El caso no parece complicado para el Congreso norteamericano. Si los encuentros con los OVNIS son “la rutina”, y se sabe dónde se guardan restos extraterrestres “tanto biológicos como de sus naves”, los Representantes (diputados) podrán aclarar todo en breve. ¿No?
Quizás no
¿Por qué el tema de los ovnis ocupa informativos en algunas épocas para quedar en el olvido en otras? ¿Estamos simplemente ante un magufo? Quizás no. Pero no porque sea o no veraz lo que afirman los comparecientes ante el Congreso, sino por otras razones, mucho más terrestres.
EEUU como Imperio global para mantener su estatus está impelido a ostentar una supremacía militar y económica.
Eso se consigue con saltos cualitativos en el desarrollo tecnológico que requieren concentrar un inmenso esfuerzo, muy superior al que pudiera hacer cualquier Corporación, en presupuestos, cerebros cualificados, y medios. La NASA, la Agencia Espacial estadounidense es el catalizador que ha cumplido hasta ahora ese papel.
En los años 50’ la Unión Soviética había tomado la delantera: El Sputnik, Yuri Gagarin o Valentina Tereshkova, y hasta la perrita Layka eran más populares en el Mundo que las estrellas de Hollywood.
¿Estamos simplemente ante un magufo? Quizás no. Pero no porque sea o no veraz lo que afirman los comparecientes ante el Congreso, sino por otras razones, mucho más terrestres.
«Creo que esta nación debería comprometerse a alcanzar el objetivo, antes de que termine esta década, de llevar un hombre a la Luna y traerlo de vuelta a salvo a la Tierra.” Así formuló Kennedy un objetivo de superación, en torno al que unir al país entero. Se asignó a la NASA el 4,5% del Presupuesto anual de EEUU, nueve veces más que en esta década. Los OVNIS ayudaban también a que todos mirasen al espacio y aceptaran el gasto necesario para estar preparados.
En un discurso ante universitarios el presidente EEUU reconoció la importancia de esta disputa en su papel imperial “Ninguna nación que espera ser líder de otras naciones puede plantearse quedarse atrás en la carrera espacial […].” Y le confesaría al entonces director de la NASA: “Yo no estoy interesado en el espacio, solo en la batalla contra los rusos […]. Si llegamos segundos a la luna estará bien, pero seremos los segundos para siempre”
Los avances científicos de la NASA contribuyeron en afianzar para EEUU su hegemonía mundial ganando también a la URSS en la propaganda, con Amstrong pisando la Luna, el imprescindible complemento de un “poder blando” basado en proyectar una imagen a su favor, de ser un modelo a seguir.
Quince años del presidente Reagan en un discurso televisado presenta a la nación “un proyecto que promete cambiar la historia de la humanidad”. Era la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI), bautizada como “guerra de las galaxias” y que cumplió el mismo papel que el programa Apolo, ya en el punto álgido de la disputa (con lo militar en primer plano) con la URSS.
¿Y hoy? Ahora se enfrentan a la superación por China y la competencia de otras naciones. La Estación Espacial dejará de estar operativa en 2031 sin reemplazo previsto y EEUU depende de los rusos y las Soyutz. Mientras, India ya en 2014 llevó una sonda hasta Marte; tres años después lanzó la cifra récord de 104 satélites en una sola misión; es la nación que más satélites coloca en órbita y planea su propia estación espacial para 2030. China ya ha posado robots en Marte, tiene operativa su estación espacial, está explorando la cara oculta de la Luna, y programa que sus astronautas la pisen en breve. Plan que también ejecutará India. Al tiempo, Japón, Corea del Sur, Rusia, o los Emiratos Árabes Unidos trabajan en sus propias misiones lunares.
A contrareloj
No puede Washington seguir dirigiendo el planeta mucho más tiempo si sus astronautas deben hacer autostop en el cosmódromo ruso de Baikonur para que les lleven fuera de la atmósfera terrestre.
Como en las dos ocasiones anteriores Washington lanzó hace cuatro años su nuevo reto de superación: posarse en Marte. Pero esta vez con un país fracturado y amplias capas sociales empobrecidas, no ha habido ningún síntoma de entusiasmo. Más bien de cuestionar un gasto excesivo.
La conquista del espacio ha dejado de ser exclusiva de rusos y americanos
Quizás por eso se ven impelidos a invocar la ayuda propagandística de los ovnis, para que sus ciudadanos levanten la cabeza de sus problemas diarios y vuelvan a mirar la conquista del espacio como una esperanza. Sobre este tema (los contactos con extraterrestres) “tengamos la mente abierta”, formuló un portavoz de la Agencia espacial. Toda una súplica para justificar un incremento presupuestario de la NASA.
Si en las anteriores encrucijadas la Burguesía monopolista norteamericana pudo revertir el retraso y salir fortalecidos, parece que esta vez ni los extraterrestres les van a salvar de, al menos, perder el dominio exclusivo en este campo de desarrollo científico y técnico. De hecho EEUU aún dispone de unos inmensos recursos y se ha planteado el paso intermedio urgente, en alianza con Europa, de volver a posarse en la Luna antes que otra nación iguale su hito, por lo simbólico que esto sería del cuestionamiento actual de su hegemonía.
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