21 de octubre de 2024

Extraterrestres

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«Colaboraré en Relevo porque es algo imposible de ver, como un ovni o un presidente de izquierdas en Madrid»

Enric González (Barcelona, 1959) podría haber entrado en Relevo en cualquier puesto menos al frente de alguna jefatura dentro de la redacción. No por potencial, claro. Lo suyo, como verso libre, es volar. Podría optar al puesto de fino cronista, certero entrevistador, maestro del reportaje, incisivo columnista, especialista económico, reportero de guerra (entre LaLiga y

Enric González (Barcelona, 1959) podría haber entrado en Relevo en cualquier puesto menos al frente de alguna jefatura dentro de la redacción. No por potencial, claro. Lo suyo, como verso libre, es volar. Podría optar al puesto de fino cronista, certero entrevistador, maestro del reportaje, incisivo columnista, especialista económico, reportero de guerra (entre LaLiga y la RFEF, por ejemplo), contertulio estrella en Twitch o corresponsal en cualquier parte del mundo. Y ante la duda, hemos decidido que haga lo que quiera y cuando quiera, porque si algo se ha ganado es el derecho a decidir. Ha escrito de todo hasta llegar a las puertas de la jubilación, desde mil puntos diferentes del planeta y siempre de manera sobresaliente.

Después de haber hecho carrera en el Correo Catalán, El Periódico de Catalunya, El Mundo, en Jot Down y, sobre todo en El País, y de vivir en numerosas capitales como Londres, Nueva York, Roma, Jerusalén, París o Buenos Aires, se ha instalado en Madrid con la ilusión de un Erasmus. Desde su particular Vietnam en Argüelles, y mientras lee como si la vida le fuera en ello, dará continuidad en nuestra web a esa pasión futbolística que heredó de su padre, el periodista y novelista Francisco González Ledesma. Deportivamente hablando, Enric atrapó a la audiencia con sus Historias del Calcio, aprovechando su corresponsalía en Italia y la insistencia de Santiago Segurola en el formato, y compartió su amor por el Espanyol con aquel Cuestión de fe, de la colección Hooligans Ilustrados de Libros del KO. Con permiso de Mbappé, si es que algún día se decide a salir de su cárcel de oro, él es el fichaje del verano.

Habrá alguno que te haya perdido la pista o que aún crea que andas por Buenos Aires…

Yo me perdí la pista hace tiempo.

¿Qué hay de Enric González?

Ahora vivo en Madrid. Lo cual es una novedad para mí. Estuve por aquí un par de años. O cuatro, en los años 80. Y no había vuelto. Voy con el móvil por la calle como los guiris. Estuve en El País y acabo de irme de allí. Y ahora, pues publico algunas cosas en elDiario.es. Si me dejáis, pues publicaré algo con vosotros en Relevo. Y seguramente en algún otro sitio perpetraré también algunas de estas cosas que perpetro.

A ver si ahora, como colaborador y a los 64 años, vas a trabajar más que antes…

Voy a seguir con elDiario.es al menos en el futuro previsible. Y luego estoy en tratos con un conocido medio de Barcelona. Pero ya de cara a septiembre, a la nueva temporada. Y espero que con esto ya haya bastante porque yo, un fanático del trabajo no soy. Si hay que hacerlo… Al final siempre me organizo y veremos cuánto trabajo. Pero sí, soy de los que creen que una cosa es la vida y otra es el trabajo. Y el trabajo no dignifica. Te permite pagar facturas. Lo cual, pues tiene su dignidad, pero…

Ha sorprendido tu salida de ‘El País’. ¿Qué ha pasado?

Ha sido bastante amistosa. Simplemente ellos tienen que… Bueno, eso de la reducción de la masa salarial. Entonces llega un punto en que cuando… No sé, la primera vez que te bajan el salario casi te hace gracia, pero la séptima o la octava ya dices: ‘Mira, vamos a dejarlo’. Y lo hemos dejado en buenos términos. Ya está. Me quedan unos meses para la jubilación. Cuando llegue, ya veremos. Pero de momento, pues mi idea es todavía entretenerme un poco con esta cosa que hacemos.

Tengo amigos algo esperanzados tras este movimiento laboral. ¿Te has planteado o te han propuesto escribir la segunda parte de ‘Memorias Líquidas’?

Segunda parte, no. Sí es posible que publique algo… Que vendría a ser un híbrido monstruoso entre las historias y las memorias. Es decir, recomiendo a la gente que se mantenga a distancia de ese artefacto. Pero no lo tengo terminado, ni mucho menos.

Con todas las ofertas que habrás tenido, ¿por qué has aceptado la de Relevo?

Pues porque lo descubrí por puñetera casualidad.

¿Y eso?

Yo no frecuento las redes. Pero no sé qué había pasado ese día que entré en Twitter. Y vi una cosa y dije: ‘¿Qué es esto de Relevo?’. Y entré y me encontré una especie de monstruito. Es decir, un medio deportivo que hablaba de deportes. Que eso hace años que no se ve en este país. Entonces, bueno, pues me llamó la atención. Estuve leyéndolo algunos días. Y, curiosamente, al poco tiempo me llamó Óscar Campillo [nuestro director] y me dijo: ‘¿Te interesaría colaborar?’. Óscar tiene mal criterio ahí. Pero pensé, ‘pues sí’. Sí, porque me gusta la fórmula. Realmente es un medio deportivo factual; es como un ovni. O como, yo qué sé, un presidente de izquierdas en la Comunidad de Madrid. Algo imposible de ver.

¿Habías colaborado antes en un medio deportivo?

Nunca, nunca, nunca. No, que yo recuerde. Suele fallarme la memoria, pero no. He escrito en las páginas de deportes de El País en algunas épocas. Pero ya está. En un medio deportivo, no.

¿Te hubiera apetecido hacerlo antes?

Pues quizás sí. Pero bueno, en general, como en el periódico en el que trabajaba ya hacía alguna cosilla, igual que en El Mundo cuando estuve allí unos años, y me dejaban marranear un poco en la sección de deportes, pues no tenía la necesidad. Realmente, a mí los grandes acontecimientos deportivos me sobrepasan un poco. Me gusta más lo que viene a ser cada día más marginal. Es decir, a mí la Tercera división me gusta. Porque es otra cosa. Y el gran espectáculo quizás me interesa menos.

Y eso que estuviste en los Juegos de Barcelona…

Sí. Me hicieron venir de Londres, donde vivía, para hacer la crónica de la inauguración. Porque había que escribirla mientras ocurría y se suponía que yo era el que escribía más rápido. Pero bueno, ya estaba en Barcelona y después de la inauguración, ¿qué? Entonces me dediqué a cubrir la halterofilia. Un deporte del que lo ignoraba todo. Y me lo pasé de miedo. Porque hay poco público en ese tipo de competiciones y, cuando te enteras de la vida descabellada que llevan los atletas y demás, hay grandes historias. Me lo pasé muy bien.

¿Qué es lo que más te ha hecho disfrutar en esta profesión?

La verdad, lo pasé bien haciendo historias del Vaticano. Porque es tan raro… Eso me interesó. Y luego, pues ha habido aventurillas puntuales. Para cubrir los ensayos nucleares franceses en Mururoa me embarqué en un velero. Y una vez los franceses secuestraron todos los barcos de Greenpeace y demás, y quedó ese velero. Realmente pasamos semanas y semanas en unas condiciones bastante precarias. Al final nos arrestaron porque el barco naufragó. Ese tipo de cosas a mí me gustan. Me lo pasé bastante bien.

Estar en una redacción no es lo que más te gustaba.

No, no, no. Yo en una época fui un animal de redacción. Pero eran otras redacciones. Empecé con la máquina de escribir. Y las cajas, la linotipia y todo esto. Ahora, mi sensación al entrar en una redacción es que estoy en la sala de espera de un hospital. Entonces yo procuro no decir nada, no hacer nada. Y que no venga nadie con una aguja a hacerme daño. Me inquieta un poco este silencio. Me aturde. Yo estaba acostumbrado a la redacción ruidosa, desagradable. Con dipsómanos y gente que no cumple. Y discusiones absurdas. Y eso ha cambiado. En casa, cuando escribo solo, tengo que poner todo tipo de ruidos alrededor para que no haya ese silencio.

El otro día, uno de nuestro redactores más jóvenes se acercó a Casillas para pedirle una entrevista y le preguntó que si conocía Relevo. E Iker le contestó: ‘Ah, sí, sois esos que contáis cosas que luego se cumplen’. A mí, cuando el compañero regresó a la redacción y me lo contó, me pareció el mayor elogio, la credibilidad. ¿Qué es lo que más valoras tú ahora mismo en un medio de comunicación?

Pues exactamente eso. Que no me tomen por tonto. Para el onanismo ya me arreglo yo. Si leo un medio informativo, lo que intento es informarme. No que me cuenten batallitas absurdas. Y cada vez me interesan más los hechos, los datos. Lo que sea cercano a la realidad. En fin, las tocadas de violín son cada vez más habituales… La gente normal, los que no son como nosotros, dan por supuesto que la prensa cuenta patrañas. Y lo asume. Hemos llegado a este punto que da un poco de lástima.

«Fui un animal de redacción. Ahora, mi sensación al entrar en una es que estoy en la sala de espera de un hospital. Me inquieta un poco ese silencio»

Para que vayas conociendo dónde te has metido: a todos los que estamos aquí un día nos reunió Campillo y nos dijo que pretendía crear un nuevo medio que sólo hablaría de deporte, de los deportistas y no de sus parejas, que iba a renunciar al ‘clickbait’ y que nada de sensacionalismo. ¿Te parece una bendición o un suicidio?

Hombre, no quiero hacer de profeta, porque no tengo ni idea. En cualquier caso yo utilizaría la palabra esperanza. Ojalá esto funcione. En general la prensa tiene más de suicidio que otra cosa. Es un negocio calamitoso. Pero creo que si hay futuro es para los medios pequeños, manejables, especializados y fiables. Los grandes monstruos generalistas chapotean en un charco en el que no hay comida suficiente. No hay lectores suficientes. No hay público suficiente para mantener un transatlántico. Entonces creo en las naves manejables y sin vías de agua.

«En general la prensa tiene más de suicidio que otra cosa. Es un negocio calamitoso. Pero creo que si hay futuro es para los medios pequeños, manejables, especializados y fiables»

A pesar de que ahora mismo sea un negocio calamitoso como dices, ¿te volverías a dedicar a esta profesión si volvieras a empezar?

Bueno, yo estoy en esto por casualidad. No tenía vocación. Noté que tenía facilidad para desempeñarme más o menos en esto. Es una hipótesis absurda, pero si hubiera que volver a empezar seguramente sí haría lo mismo. Porque es más entretenido esto que vender seguros. Eso es un hecho objetivo.

Más cosas de tu nueva casa. No sé qué cuerpo te deja el hecho de que no enviemos a un reportero a un partido de Liga del Real Madrid en Vigo, pero que sí nos gastemos el dinero en mandar a un compañero a buscar a Spasic a Belgrado o en acreditar a dos compañeras al Mundial femenino de Australia y Nueva Zelanda.

A mí me deja un cuerpo estupendo. Durante años colaboré en una revista llamada Jot Down, que sigue viva, y cuando se trataba de hacer entrevistas de deportes mi idea era ir en esa línea. ¡Pero si el partido lo van a ver por la tele de todas formas! Quien quiere verlo, lo ve; y lo tienes por todas partes gratis. ¿Qué historias puedes sacar de eso? Puede darse el milagro y que surja algo. Pero lo normal es que no. Y en cambio hay tantas historias fantásticas que ignoramos… Y lo tienen todo: deporte, emoción, peripecias imposibles. Ésas son las historias que a mí me interesan. Si pensáis que el campeonato europeo de petanca en Helsinki puede dar juego, pues tenéis que enviar a alguien, claro.

Aquí había unanimidad en cuanto a tu fichaje…

Cambio mi respuesta de antes. Esto es un suicidio.

Queríamos que colaboraras sí o sí, que participaras de alguna manera. Y ni te hemos preguntado… ¿Qué te apetece hacer aquí?

Pues la verdad es que no lo sé muy bien. Tendría que preguntar. Pero en general a mí me cuesta poco contar historietas. Y cuanto más marginales, más aparentemente banales, pues más me gustan. Pero también a veces, hablando con deportistas profesionales de alto nivel, a los que han hecho millones de entrevistas, les puedes sacar historias que están bien. Porque nadie les ha preguntado sobre eso. Cuando yo era joven me encontraba a los futbolistas del Barça y del Espanyol en el autobús. Así, como te lo digo. Así era la cosa. Eran personas normales. Ahora eso es imposible. Y una entrevista, el deportista de ahora la tiene preparada por un relaciones públicas, un intermediario, un masajista, un no sé qué para que conteste lo mínimo posible. Y tiene que promocionar alguna otra cosa, con lo cual resultan personajes planos. Todos parecen idiotas. Con el tiempo y la vida uno descubre que no es que sean idiotas. Si les preguntan siempre lo mismo, contestan siempre lo mismo.

A alguien que ha cubierto grandes conflictos como tú, ¿te molesta que mucha gente te reconozca más por aquellas deliciosas columnas sobre el Calcio que escribías en ‘El País’?

No, no, qué va. Les digo: ‘¿De verdad te ha gustado?’. Cuando yo empecé a escribir esas historias pensaba que sería solo una columna. Luego pensé, ‘bueno, pues será para una temporada. Porque a Santi Segurola le ha dado esa ventolera y ya está’. Pero yo estaba convencido de que nadie leía eso. Era una manía de Santi. Y pensé, bueno, llegará el verano y se acabará. Y cuando me enteré por Carlos Boyero… Un día nos encontramos en Venecia y me dijo: ‘Joder, qué buenas esas historias del Calcio’. Le pregunté: ‘¿Tú lees eso?’. ‘Joder, mucha gente lo lee’, me contestó. Qué raro. Poco después me llamaron de una embajada latinoamericana para decirme que el embajador quería conocerme. ¿Por qué? Porque quería hablar de las historias estas de fútbol. Dije, ‘bueno, pues será que sí, que hay gente que las lee’. En fin, es un poco esclavo escribir algo cada domingo, pero en general me lo pasé muy bien. Y me gusta que la gente se acuerde. Me parece fantástico.

Como tú no tienes el ‘feedback’ de las redes sociales ni las herramientas que miden audiencias que nosotros manejamos, ¿cómo calibras, cuando haces un artículo, si ha gustado o no?

No tengo ni idea. Porque cuando tengo la sensación de que algo me ha quedado bien, en general me llega algún comentario de alguien cercano que me dice ‘cada día lo haces con más desgana’. Y digo, ‘pero si dediqué horas a esto…’. Y en cambio, otros días en los que escribo rápido para quitarme el artículo de encima, te llega no sé quién y te dice ‘joder, me gustó mucho eso’. No tengo ni idea. Pero es que tampoco espero ninguna reacción. Ni me interesa. Yo cuento algo que a mí me parezca interesante. E intento contarlo de una forma que se entienda.

¿De ego cómo vas? ¿Lo has tenido en épocas de más fama o lo tienes ahora por la repercusión de tus libros?

Mi impresión es que yo tengo un ego cero. No tengo eso. A veces me asalta la sospecha de si será tan grande que no se dé porque está por todas partes. Pero no, yo creo que no. Nunca me ha interesado eso. Y la verdad, si en alguna ocasión alguien me para por la calle y me dice algo, que son pocas veces, yo me aturullo. Eso me desconcierta mucho. Y en general digo un par de bobadas y me quedo como semiparalizado.

¿Crees que el periodismo tiende mucho al ‘yo’?

Claro, porque se ha convertido en la base del negocio. Es lo contrario de lo que me gusta a mí. Yo soy lector de toda la vida de The Economist, donde nadie firma. El prestigio viene de la cabecera y ya está. Ahora, en cambio, se vive de las firmas. De ese que atrae clics. Y que en las redes funciona muy bien. Y el que sale en la tele. Ahí, en la tele, incluso el menos ególatra acaba tocado. Porque esto de entrar en un restaurante y que te den la mejor mesa… Aunque haya alguien ahí, le echan porque, claro, sales en la tele. Eso ocurre. Es inevitable. Y no me interesa nada.

¿Y a veces alguien te ha empujado a que metas más el ‘yo’ en tus textos? Te lo digo porque recuerdo un artículo tuyo en ‘El País’, bastante extenso, a dos páginas, en el que hablabas de lo que era un corresponsal de guerra, creo que porque había muerto un compañero ejerciendo el oficio, y en ningún momento decías que habías estado en conflictos importantes. Me impactó.

No, no, es que mi tendencia natural, o al menos la tendencia cuando yo empecé a trabajar en esto en los años 70, era que no hablabas de ti. El periodista nunca era noticia. Nunca tenía interés. Lo interesante es lo que hay alrededor. A mí esto de la autoayuda y el conócete a ti mismo, pues me parece legal pero lo interesante es lo que está afuera. Si eres periodista no estás para contar tu vida. No me sale. Cuando una editorial me pidió o encargó que hiciera un libro sobre Londres, hice un libro sobre Londres. Se lo entregué y dijo, ‘está bien pero es que a mí lo que me hace gracia [subrayó la editora] son tus historietas, las cosas que te pasan y que me cuentas cuando comemos’. Y yo pensé, ‘esta mujer no lo ha pillado’.

¿Y qué hiciste?

Bueno, entonces empecé a meter anécdotas que me habían ocurrido. Y a alguna gente le gustó. Pero tengo que hacer un esfuerzo para hablar de mí. No tengo ningún interés.

Más cosas sobre lo que te vas a encontrar en Relevo…

Ojo con lo que dices, que aún no he firmado.

Aunque creamos contenido para todo el mundo, nuestro principal target son las mujeres, los lectores desencantados de los medios más tradicionales y la Generación Z. ¿Choca esto con fichar a columnistas como Enric González, Enrique Ortego o Lu Martín?

No, no, no, qué va. En fin, teniendo en cuenta el careto de Lu y mi propio careto, el flanco de las mujeres, ahí quizá lo estáis descuidando… Pero por lo otro, no. Siempre, desde que era joven y empezaba, me ha parecido estúpido esto de dar por supuesto que a los jóvenes les interesa lo que hacen los jóvenes y a los viejos, lo que hacen los viejos. A mí me interesa lo que hacía la gente más mayor. Lo de los jóvenes ya sabía hacerlo yo. Y en cualquier caso, un medio es siempre una mezcla. Si haces algo homogéneo y sin ninguna excentricidad, es plano. Puede ser interesante, pero es plano. Creo que la mezcla es lo interesante en estos inventos.

Nuestra pluma estrella al inicio fue Mendilibar. Nos la ‘robó’ el Sevilla y mira ahora el lugar en el que está. ¿A dónde te gustaría dar el salto una vez que arrases en Relevo?

Entrenador del Espanyol no podría ser porque me odiaría mucho a mí mismo. Entonces, eso lo descarto. Presidente de la Federación. Para destruirlo todo desde dentro. Eso me interesaría.

Ahora en serio. Como me da que tengo bastantes papeletas para recibir tus textos y subirlos a la web, una preguntilla para llevarnos bien: ¿qué valoras más en un editor y qué no soportas?

No soportar… No me gustan los editores que no hacen nada. Es verdad que yo suelo entregar los textos muy prolijos. Sin faltas de ortografía. Pero me gustan los editores que dicen ‘igual el segundo párrafo es mejor para empezar’. Recuerdo una vez en la Guerra del Golfo, cuando empezó, que envié un artículo largo con una entradilla que me parecía brillante. Pero una editora me llamó. Yo estaba en Arabia Saudí. Y me dijo: ‘El primer párrafo lo quitaría y empezaría directamente con el segundo’. Con las vueltas que le había dado a esa idea tan buena… Y tenía toda la razón. De un editor me gusta eso: que si hay algo que vale la pena cambiar, me lo diga y yo no tengo ningún problema. Cuando no me lo dicen, tampoco, porque no me he releído en la vida. Con lo cual puedes perpetrar cualquier crimen o delito leve contra mis textos. Yo no me enteraré. Y si un día, por casualidad, me enterara, me daría igual.

«¿Lu, Ortego y yo en un medio para jóvenes? Es estúpido esto de dar por supuesto que a los jóvenes les interesa lo que hacen los jóvenes. La mezcla es lo interesante en estos inventos»

¿Tus libros, después de publicarlos, tampoco los has releído?

No, no he leído ninguno entero. Pero a veces echo mano porque recuerdo que contaba no sé qué, que salía tal nombre o tal dato. Y voy ahí, a consultar. Como son cortitos… Lo encuentro enseguida. Pero no, no soporto leer mis cosas. No soporto oír mi voz grabada. Y no soporto mi cara en las fotografías. Esto nos pasa a todos.

¿Algún tema al que tengas especiales ganas de meterle mano tus próximas columnas?

Bueno… No voy a decir nada concreto. Sería comprometerme y luego cambio de opinión cada rato. Pero a mí cada vez me interesa más el fútbol semiprofesional y no profesional. Desde mi última estancia en París con El Mundo me hice socio del Red Star. Y pensé, joder, estoy mucho mejor aquí que con el PSG, que no les soporto con todo como prefabricado. Ese ambiente artificial. En el campo del Red Star el día de llenazo éramos 2.000. Y puedes beber cerveza en tu sitio tranquilamente. Nadie lo prohíbe. El Red Star fabrica su propia cerveza. Está buenísima. ¿Qué más da si luego en vez de sacar un córner sacan un pepino que va a la calle? No me importa.

¿Tienes alguna rutina al escribir? No sé, ¿te gusta hacerlo por la mañana, por la tarde, a la noche?

Mi única rutina es el último momento. Cuando ya la situación es desesperada. Y eso puede darse a las cinco de la mañana.

A los de cierre los tendrías preocupados…

No, no creo que sufrieran mucho. Un poco, pero saben que voy a llegar. Quizá un minuto antes del límite, pero voy a llegar. Y en cualquier caso, está bien que la gente sufra un poco. Que se gane el sueldo.

¿Cuánto tiempo puedes tardar en hacer una opinión? Por calcular a cuánto te pagamos la hora…

Escribirla, si voy muy lento, una hora. Lo que pasa es que igual me he pasado dos días antes dándole vueltas.

¿Con el paso del tiempo cada vez has sido más rápido o cada vez has pensado más las cosas?

Como escribo a última hora no me da tiempo a releer. Tal como sale, va. Muchas veces pienso ‘esto tenía que haberlo hecho de otra manera’. Pero cada uno es como es. Y yo tengo ese defecto de dejarlo todo para el último minuto. Hay cosas que te salen muy rápidas. Y otras, que menos. Y hay veces, que el otro día lo hablaba con Jabois, empiezas y no sabes cómo vas a terminar. Empiezas y no sabes de qué estás hablando. Descubres de qué estás hablando allá por la mitad. Cambiando un par de detalles al principio acabas llegando a algo más o menos presentable. Pero no siempre sabes cómo vas a acabar.

Lo suyo es enfrentarse a una columna sabiendo el principio, el desarrollo y el desenlace, ¿no?

Eso es lo deseable. Pero en una época en El País tenía una columna diaria y entonces llega el momento de escribir e igual sólo tienes una imagen en la cabeza. Y mientras escribes van saliendo cosas. Y confías en que eso acabe teniendo algún sentido. A veces no lo tiene. Pero esas son las columnas en las que luego viene alguien y te dice ‘¡cómo me gustó ese texto!’.

Juan José Millás siempre repite que necesita un ‘gin-tonic’ antes de escribir. ¿Qué necesitas tú?

Fumar. No soy incapaz de escribir. Puedo hacerlo, pero es muy desagradable. Necesito fumar.

Cuando te asomas a las redes sociales, ¿qué te aportan?

Tengo una cuenta para ver lo que hay por Twitter.

¿Ah, sí? Creía que ni tenías y estaba pensando cómo animarte para poder mover tus textos…

Tengo una de esas cuentas que solo sirven para entrar y seguir a gente que te interese. Y es asombroso. No he escrito nunca un tuit y, aun así, hay gente que me sigue. Twitter me aporta bastante. No entro todos los días. Ni mucho menos. Pero, con la situación en Rusia, hay cuentas que te aportan mucho material ya filtrado. Son cuentas de profesionales que te facilitan enlaces. ¿Quién está allí? ¿Qué foto se ha comprobado que es veraz? Es seguirlo en directo, es como un caleidoscopio lleno de elementos. Reconozco que el sábado pasado me lo pasé enganchado a las redes. Para eso me sirve. Si no, no sé qué gusto le saca la gente a discutir con un desconocido sobre una tontería. No le veo el punto.

⌛️ Tic-tac.

¡Se cierra el fichaje del verano!

▪️ Decidió no renovar y llega como agente libre.
▪️ Ha priorizado España al dinero de Catar.
▪️ Donará la prima de fichaje.
▪️ Lucirá el 9 que había quedado libre.
▪️ Debutará con el inicio de LaLiga.

🙌 Bienvenido, Enric González. pic.twitter.com/WHONpWsm6n

— Relevo (@relevo) July 1, 2023

Te iba a preguntar por el Espanyol, pero no me atrevo. Me pasa con mi amigo Carlos Marañón, director de ‘Cinemanía’. Cada vez que le saco el tema le da un poco de bajón y, la verdad, quería que acabáramos con una sonrisa…

No sabría decirte algo sobre el futuro porque aún no lo conozco. Y hablarte del club es complicado. Pero a diferencia de Carleto, yo he vivido todos los descensos. Y cada vez han sido menos dolorosos. El cuerpo se te va acostumbrando a esto. De hecho, si te haces del Espanyol ya sabes de qué va. ¿Qué estás buscando? ¿Una Champions? Agonías, riesgo de desaparición prácticamente anual… Una vida de disgustos que por alguna razón perversa acaba siendo como satisfactoria.

¿Qué te dolería más: que el ‘Caso Mbappé’ se alargue hasta el último día de mercado o que Darder se vaya al Barça?

A ver, Darder se ha ganado el derecho a ir donde le dé la gana. Pero no me gustaría especialmente verle en el Barça. Lo de Mbappé me da igual, porque todo eso de viene, no viene, ya es seguro. Su madre ha dicho ‘no’, pero una amiga de su madre dice que ‘sí’… Todo eso pasa por delante de mis ojos y no me entero.

Bienvenido. Y ojalá estés tanto tiempo aquí que un día escribas ‘Historias de Relevo’, porque hay material de sobra…

No tientes al destino. Vamos a llevarnos bien e ir con calma.

Alfredo Matilla

Es
redactor
Jefe
de
Información.
Natural
de
Alcázar
de
San
Juan
(Ciudad
Real)
y
mediocentro
como
forma
de
vida.
Licenciado
por
la
Complutense,
también
es
Máster
en
Psicología
Deportiva.
Ha

pasado
de
dar
pases
al
hueco
en
sus
añorados
campos,
como
futbolista
del
Albacete
Balompié,
a
distribuir
el
juego
a
uno
o
dos
toques
en
la
redacción.
Trabajó
en
AS
durante
17
años,
donde
siguió
al
Real
Madrid
por
el
mundo
y
vio
la
luz
su
blog
Mr.
Pentland,
colabora
con
la
SER,
ha
sido
contertulio
de
TVE
y
es
escritor:
su
primer
libro
es
‘Por
si
acaso’
de
Libros
del
KO.

Salvador Fenoll

Salvador
Fenoll,
cámara,editor
y
motion
grapher
en
el
departamento
audiovisual
de
Relevo.
Nacido
en
Callosa
de
Segura
(Alicante)
estudió
fotografía
y
periodismo,
cosas
que
ahora
lleva
al
vídeo.
Ha
trabajado

en
países
como
Palestina,
Hungría
y
Filipinas
además
de
cubrir
eventos
como
el
mundial
de
Catar
2022.
Tiene
especial
interés
en
la
parte
social
del
deporte,
la
patada
de
Cantona
por
encima
del
gol
de
Iniesta.