Se especula nuevamente con que el gobierno estadounidense tiene evidencias físicas de naves o nave extraterrestres que escapan a la ingeniería actual y que por definición contienen información para entender que esa tecnología no es de nuestro planeta.
El ciudadano del mundo, sencillo, sin grandes conocimientos sobre la cuestión, no sabe a qué atenerse. Algunos, bastantes, han encontrado satisfacción creyendo que realmente somos visitados por especies alienígenas y la prueba de ello es que la ‘cultura ovni’ nos ha acompañado desde hace muchos años. En la ciencia ficción cabe de todo; la imaginación no tiene límites y podemos pensar y estructurar cualquier historia. Cierta literatura, el cine, la televisión y otras herramientas han permitido montar un andamiaje de incierta consistencia, pero no hay nada claro.
Puede que la transparencia sea una cualidad que la humanidad necesita, para preocuparse u ocuparse si fuera necesario. Alguien dirá que el silencio y la prudencia son aconsejables para no entrar en pánico: la sociedad actual ya tiene una cierta familiaridad a través de guiones plasmados en cintas cinematográficas sobre el tema. Los avances científicos y tecnológicos que pretenden conocer el universo en otra dimensión están ahí. La prueba está en la capacidad del hombre de superar la gravedad y enviar máquinas que controlan, descubren e informan de todo lo que va más allá de lo observable de nuestro firmamento.
Nos imaginamos un universo con otros mundos a imagen y semejanza del nuestro. No aceptamos nuestra singularidad por entender, a nuestro juicio, que ha de haber más ‘humanos’ fuera de aquí, que nos visitan, vigilan y posiblemente amenazan. ¿Puedo pensar que este fenómeno tiene que ver con la ‘guerra fría’ entre bloques, después de la II Guerra Mundial?
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