Desde antaño, las teorías que ponen en la lupa la posibilidad de vida de seres que habitan fuera del planeta han despertado los desafíos más grandes de la intelectualidad. Y todo parece mostrar que la temática no deja de dar frutos.
En los últimos días, se difundió en todo el mundo la noticia referida a la posible existencia de realidades extraterrestres, a instancias de la declaración de exmilitares de Estados Unidos que —bajo juramento— aseveraron que esa nación ocultaba ovnis y restos no humanos.
El propio Bill Nelson, titular de la NASA, ha pedido un informe sobre este escenario. El requerimiento fue expuesto en una ronda de prensa durante su visita a Argentina. Aseguró que ha decidido disponer un comité de distinguidos científicos para la elaboración del documento, que se haría público este mes.
Ahora bien, en la hipótesis de que se descubriera con pruebas concretas la existencia de estas vidas ¿qué pasaría con la espiritualidad católica? ¿Cambiarían los conceptos teológicos? ¿Qué pasa con todo lo pronunciado en los textos bíblicos?
El reconocido franciscano conventual y youtuber, Elio Jorge Rojas (Fray Elio), recordó recientemente, en un video, los conceptos que José Gabriel Funes, quien fue director del Observatorio Astronómico del Vaticano, había vertido en declaraciones periodísticas con L’Osservatore Romano años atrás: remarcaba que es posible creer en Dios y en la chance de la vida más allá de las estrellas.
La palabra de Funes no es improvisada. El referente, en 1985 obtuvo la licenciatura en Astronomía en la Universidad Nacional de Córdoba, en 1995 fue ordenado sacerdote después de haber completado los estudios de Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, en 1996 una licenciatura en Filosofía en la Universidad del Salvador en San Miguel, Argentina, y en el 2000 fue doctorado en Astronomía en la Universidad de Padua, Italia.
Entre sus desarrollos personales, es investigador independiente del Conicet y profesor de Filosofía de la Naturaleza en la Universidad Católica de Córdoba. Dirige la Cátedra Libre sobre Ciencia, Religión y Educación. Es miembro del Advisory Council del Instituto METI (Messaging Extraterrestrial Intelligence). Fue miembro de la Pontificia Academia de las Ciencias. También director del proyecto de investigación Other (Otros Mundos, Tierra, Humanidad y Espacio Remoto).
Con ese aval que lo posiciona como una voz más que autorizada, en la entrevista del año 2008 había asegurado que se puede admitir la existencia de otros mundos y vidas incluso más evolucionadas que las nuestras, sin por ello poner en entredicho a la fe de la creación, la encarnación y la redención de Dios (nociones fundamentales del dogma).
El jesuita argentino remarcó entonces que es un mito asegurar que la Astronomía da una visión atea del mundo. Explicó en ese sentido que el universo no es infinito, ya que tiene unos 14 mil millones de años. Si fuera infinito —reveló— no tendría origen. Pero frente a este planteo surge la pregunta ¿quién lo creó?
Funes pronunció que la Teoría del Big Bang es la que mejor grafica (hasta ahora) la visión de cómo se creó el universo. Y en este sentido, cabe recordar que la Teoría del Big Bang fue planteada por el físico y sacerdote católico, George Lemaître.
Como astrónomo, Funes sigue creyendo que Dios es el creador del universo y que no somos producto de la casualidad, sino que somos hijos de un padre bueno que tiene para nosotros un proyecto de amor.
En aquel diálogo, que luego replicaron otras grandes cadenas periodísticas del mundo, precisó que los astrónomos sostienen que el universo está formado por 100 mil millones de galaxias, cada una de
las cuales está compuesta por 100 mil millones de estrellas y muchas de ellas, o casi todas, pueden tener planetas. Hay formas de vida que pueden existir incluso sin oxígeno ni hidrógeno, había sentenciado Funes.
Volviendo a las nociones que Fray Elio vertió en su contenido audiovisual, vale mencionar una pregunta que enunció, que, por un lado, plantea desafíos importantes desde el punto de vista teológico, pero que por otro lado incrementa —creo— el fervor espiritual. Si existe la vida en otros planetas: “¿Por qué eligió Dios a la raza humana para encarnarse?”. Quizá se trate de una prueba más, que se suma a tantas otras, de la magnificencia, omnipotencia, omnisciencia y omnipresencia del Creador.
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