La posibilidad de que exista vida en otros planetas es una de las incógnitas que tiene la humanidad desde hace décadas. El libro “La guerra de los mundos” de H.G. Wells (que tuvo sus adaptaciones radioteatrales y cinematográficas) publicado por primera vez en 1898 podría marcar el inicio, al menos en occidente, de esa pregunta existencial acerca de si estamos solos en el universo.
Desde entonces la ciencia ha avanzado mucho en la investigación del espacio, llegando incluso a enviar satélites y seres humanos al espacio. Cientos de científicos en todo el mundo trabajan día a día mirando lo que sucede en otros mundos. En la provincia de Buenos Aires el Instituto Argentino de Radioastronomía (IAR) se encarga, entre otras cosas, del estudio y la detección de objetos astronómicos por medio de la detección de las ondas de radio provenientes del universo.
El centro de múltiple dependencia CIC-CONICET-UNLP está ubicado en Pereyra en la localidad de Berazategui sobre el Camino General Belgrano, desde donde son visibles los dos radiotelescopios de disco simple y 30 metros de diámetro. Allí funcionan grupos de investigación encargados de vinculación y transferencia; y la Biblioteca del IAR, que posee una colección especializada en astronomía, astrofísica, matemática, física, electrónica (radiofrecuencia) e informática. Además, se hacen trabajos de extensión con visitas guiadas incluidas.
Su director es el investigador y doctor Gustavo Romero, quien cada cierto tiempo es consultado por medios de comunicación cuando la agenda mediática es ocupada por el avistaje de OVNIs en alguna parte del mundo, como sucedió a mediados de febrero. No descarta de plano la posibilidad de que existan otras formas de vida fuera de nuestro planeta, aunque sí es escéptico de la posibilidad de establecer contacto con estos seres. Criaturas de las que solemos tener una visión “antropomórfica”, según el especialista.
Más allá de la curiosidad que despierta el tema en las agendas mediáticas, el IAR trabaja en la difusión de información científica respecto del tema y participa de importantes proyectos de exploración espacial y de búsqueda de vida en el sistema solar.
Los objetos encontrados en febrero
En el caso de los objetos en América del Norte todo empezó con un globo aerostático lanzado por el gobierno de China (que según explicó tenía fines de estudios meteorológicos), detectado por las autoridades de Estados Unidos sobre una base de misiles intercontinentales. Los representantes de la administración China explicaron que no era un globo destinado al espionaje como apuntaban sus pares americanos. “Si bien es muy común que se larguen globos meteorológicos, no es tan común que se pierda el control del aparato”, explica Gustavo Romero. En un principio estos globos fueron catalogados de OVNIs, ya que no se conocía su procedencia al momento de la detección. Otros similares aparecieron cerca de las costas del Atlántico Norte, pero resultaron ser también globos aerostáticos lanzados por aficionados.
El tercero que se encontró en Japón parecía ser objeto esférico de metal de color naranja oxidado y de un metro y medio de diámetro. Se especuló pocos días con su origen pero a la brevedad se confirmó que era una boya normal que se habría extraviado en las costas.
“Cualquier asociación de estos sucesos con seres extraterrestres no tiene ningún tipo de asidero con la realidad”, afirma Romero. “En general cuando se detecta un objeto volador que no está ligeramente identificado pero se suele usar ya como sinónimo de OVNI, es una declaración que nunca es inocente”.
Vida en el sistema solar y el universo
Ahora bien, sí se trata de abordar desde el punto de vista científico la posibilidad de la vida en el Sistema Solar y en el universo, los estudios e investigaciones existentes arrojan resultados que despiertan la curiosidad de especialistas y aficionados. “En el Sistema Solar si llegara a existir vida fuera de la tierra va a ser de una naturaleza muy primitiva; es decir, a lo sumo a nivel de lo que nosotros llamamos una bacteria”, afirma Gustavo Romero respecto de lo que la ciencia sabe hasta el momento en este tópico.
Actualmente la astronomía especula con que en Marte -como en otros planetas- pudieron haber existido grandes masas de agua. Es así que hoy hay proyectos para enviar naves espaciales que busquen rastros de vida en ese planeta. En el Sistema Solar quizás el mejor candidato para tener alguna clase de vida es Europa, una de las lunas de Júpiter, tiene un tamaño similar a Mercurio y está completamente cubierta de hielo.
Para Romero es muy probable que exista vida, ya que se observan fracturas en la corteza del planeta, fallas de las que brotan chorros de agua que salen al espacio. Actualmente, la Agencia Espacial Europea (ESA) está trabajando en una misión llamada JUICE, (por sus siglas en inglés Jupiter Icy Moons Exploreres) que estará destinada a explorar las lunas heladas de Júpiter. Dicha misión cuenta con el ingeniero del IAR, Emiliano Rasztocky, quien está trabajando en el instituto alemán Max Planck de investigación del sistema solar, desarrollando la antena que va a llevar esta nave.
“Lo que buscará esa antena es analizar esos espectros en microondas de las emanaciones de chorros de agua que salgan al espacio para tratar de identificar si hay material orgánico en el agua eyectada”, adelanta Romero sobre este proyecto astronómico y añade: “Si hay material orgánico, cierto tipo de moléculas complejas emiten determinadas líneas espectrales”.
Se trata de un experimento que -sin perforar el hielo de la superficie de Europa– plantea la posibilidad de detectar alguna evidencia de vida en ese océano interno de la luna. Más adelante, a lo largo de las siguientes misiones espaciales, se espera perforar el hielo y largar un micro submarino en ese océano en busca de evidencia directa.
Por fuera del Sistema Solar la galaxia tiene aproximadamente 300.000 millones de estrellas que en su gran mayoría contienen exoplanetas a su alrededor, muchos de los cuales son de tipo terrestre, por ende se puede especular con que los procesos de evolución varíen enormemente. Esto se debe a que las condiciones del ambiente, así como la exposición a la radiación, son distintas en cada planeta. “La vida en otro planeta va a ser muy diferente de como la conocemos aquí en la tierra”, afirma Romero en otras palabras.
Señales inteligentes
Al analizar el universo con las herramientas de la radioastronomía lo que se recibe son las ondas de radio que producen los objetos que forman el cosmos. Dichas señales pueden ser de tipos muy variadas, desde fenómenos violentos relacionados con explosiones, hasta movimientos turbulentos en plasmas que hay en el espacio, tales como el entorno de los agujeros negros. Estudiar esas señales permite entender la física de los objetos que hay en el universo.
Cuando estos objetos rotan, producen señales periódicas que son recibidas con los radiotelescopios. Según cuenta Romero, se las descubrió por primera vez en 1967 y en un principio se pensó que podían ser “señales de origen inteligente” porque eran pulsaciones que se repetían como si fuesen “relojes extremadamente perfectos”. Rápidamente se entendió que se trataba de objetos que rotaban y que producían radiaciones, que actuaban como un faro.
“Si se tratara de civilizaciones tecnológicas, o sea, seres inteligentes capaces de desarrollar tecnología en el universo, uno esperaría que en algún momento utilicen ondas de radio (como usamos nosotros) para comunicarse y para estudiar el cosmos”, afirma.
¿Vida en otros planetas? Protocolos
Dejando de lado las especulaciones, la ciencia se pregunta seriamente si existe la posibilidad de tomar contacto con seres de otros planetas. “Yo personalmente soy escéptico respecto a la posibilidad de ese tipo de búsquedas porque el espectro electromagnético es gigantesco. Además, esto se basa en la presuposición de que si hay seres inteligentes van a elegir para emitir señales de radio a 1.420 megahertz, que es la frecuencia de la transición hiperfina del átomo de hidrogeno”, explica.
Asimismo, el investigador añade que “hay muchos aspectos antropocéntricos en esa suposición”, ya que “en caso de existir vida inteligente de otros planetas, estas deberían ser muy diferentes en forma, imagen, comportamiento, a los seres humanos”.
Sin embargo, para el científico es correcto que existan ciertos protocolos en el caso de que en algún momento se presenten ante nosotros formas de vida de otros planetas. “Tiene que haber, de hecho los hay, protocolos muy estrictos por si llega a aparecer la posibilidad de traer ejemplares de vida de alguno de estos cuerpos que mencionaba del sistema solar como Europa o Titán”, afirma Romero y justifica: “La pandemia del coronavirus nos ha mostrado la fragilidad de de la humanidad frente a algo que no esperábamos y para lo que no estábamos preparados. En ese sentido imaginemos qué puede pasar si tomamos contacto con bacterias o formas de vida de otros planetas”.
“Hay que tener muchísimo cuidado. No digo que uno vaya a traer un virus de otro planeta, pero hay que ser muy cuidadoso porque no sabemos exactamente cómo esa forma de vida interactúa. Entonces yo creo que hay que tener protocolos escritos sobre todo para el ingreso a la tierra de este tipo de material biológico como el que puede haber en las lunas de Júpiter y Saturno”, explica.
Según el especialista, si alguna vez se encuentra algo de estas características lo más razonable sería que primero se lo analice en una estación Espacial Internacional (hay un proyecto para construir pronto una alrededor de la luna y otros proyectos de estaciones espaciales). “Siempre con protocolos de máximo cuidado. Una vez pasada esta instancia, ahí se puede pasar a ver en laboratorios”, explica Romero.
Por el lado de la comunicación con supuestas inteligencias extraterrestres, el canal por el cual se debería dar, según el director del IAR, es a través de ondas de radio; que añade que habría que mantener máximos cuidados: “Se trataría de algo completamente desconocido, y no se sabe cómo una forma de vida con capacidad tecnológica diferente puede reaccionar ante el contacto con una civilización que no conoce”.
Asimismo si se logra establecer alguna forma de comunicación efectiva la del lenguaje no será la única barrera. “Hay que tener en cuenta también las posibles estructuras cognitivas de seres que habrán evolucionado de forma completamente diferente”, explica y añade que en la historia de la humanidad hay sobrados ejemplos de trágicos encuentros entre civilizaciones que han estado desconectadas: “El ejemplo típico es del encuentro de la civilización europea con los pueblos precolombinos. Algo así podría ser extremadamente traumático para ambas partes”.
“De lo que hay que estar seguros es que ese contacto no va a venir porque aparezca una nave espacial y aterrice en la tierra. La probabilidad de que eso suceda es extremadamente baja”, asevera. “Yo creo que la enorme cantidad de exoplanetas que se han descubierto (muchos de los cuales se demostraron como zonas habitables) hace que haya alguna certeza de que en el universo debe abundar la vida”, concluye.
Por Juan Vera Visotsky
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