Por El Economista
Una noche, al volver a la cueva que servía de refugio a los miembros de su tribu, el mono humanoide Moon-Watcher se encuentra con una extraña estructura de cristal, una especie de monolito de gran tamaño que rápidamente capta su interés, pero del que se olvida muy pronto al percatarse de que no es comestible. Al poco tiempo, se revela la verdadera función del monolito, que no es otra que la de penetrar en las mentes de nuestros antepasados e inducir en ellas nuevas capacidades que, con el tiempo, acabarán desembocando en el desarrollo de una inteligencia capaz de crear tecnología.
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