Al principio le llamaban «Rancho Paraíso» o «Tierra de los Sueños».
Se trata de un lugar en medio del desierto al que nadie querría ir a trabajar, así que había que ponerle un nombre que sonara atractivo.
En la actualidad es más conocida simplemente como Área 51, un nombre mucho más acorde con el hermetismo que la rodea.
Esta base militar está ubicada en el desierto del estado de Nevada en EE.UU., a unos 135 km al norte de Las Vegas, y ha inspirado toda clase de teorías conspirativas, muchas de ellas relacionadas con extraterrestres.
El campo de pruebas del Área 51 supera los 12.000 km2, y se cree que en ella trabajan unas 1.500 personas.
Un evento de Facebook que invitaba a llegar de manera masiva a la base en busca de aliens puso otra vez de moda los mitos que la rodean.
¿Qué enigmas guarda el Área 51 y por qué hay quienes creen que esconde pruebas de vida extraterrestre?
Guerreros silenciosos
Es poco lo que se sabe sobre esta zona, pero lo cierto es que antes de 2013 se sabía aún menos.
En ese año, el gobierno estadounidense desclasificó unos documentos en los que por fin confirmaba que existía el Área 51 y que se utilizaba como campo de pruebas y de entrenamiento de la Fuerza Aérea.
Su nombre se debe simplemente a que fue construida en un terreno demarcado por la Comisión de Energía Atómica, en una zona donde se realizaban pruebas nucleares.
Fue creada a mediados de la década de los 50, en plena Guerra Fría, como un laboratorio donde la Fuerza Aérea probó varias de las armas para un posible enfrentamiento con los rusos.
Fue ahí donde se puso a prueba el avión espía U-2, las aeronaves de reconocimiento A-12 OXCART y el SR-71 Blackbird, así como el sigiloso F-117.
Los encargados de esas misiones trabajaban con el mayor secretismo y con información limitada, incluso para ellos mismos.
«Éramos guerreros silencios», dijo en un documental de National Geographic T.D. Barnes, especialista en vuelos supersónicos que trabajó en el Área 51.
Los pilotos que participaron en esos entrenamientos secretos dicen que se identificaban con nombres en clave. Durante las reuniones no les permitían tomar notas y no tenían radio ni televisión.
Ni siquiera podían contarles a sus familias a qué se dedicaban. Uno de los pilotos, por ejemplo, le decía a su esposa que trabajaba reparando televisores.
Ni siquiera el presidente Bill Clinton pudo tener claridad de qué hacían exactamente los contratistas que trabajaban en la base, según escribió la periodista Annie Jacobsen en su libro «Área 51: Una historia sin censura de la base militar secreta de Estados Unidos».
¿Cómo surge el mito?
El ambiente críptico que rodeaba al Área 51 resultó ser el escenario perfecto para que surgieran toda clase de teorías conspirativas.
Los aviones que se probaban en la base volaban tres veces más alto que un avión comercial y a velocidad supersónica. Podían cruzar Estados Unidos de costa a costa en solo 70 minutos.
El coronel Hugh Slater, comandante de la base en la década de los 60, afirma que mientras estuvo al mando, solo el A-12 OXCART realizó 2.850 vuelos de prueba.
«¡Eso es un montón de avistamientos de ovnis!», dijo Slater en entrevista con el diario Los Angeles Times en 2014.
Slater se refería a que cuando los pasajeros y pilotos de aviones comerciales veían a los aviones supersónicos en acción, gritaban «como locos« y avisaban a la torre de control pensando que era un ovni.
Cuando aterrizaban, los estaban esperando autoridades que los hacían comprometerse a no decir nada de lo que habían visto.
Otro episodio que alimenta el mito es un famoso incidente registrado en 1947 en Roswell, Nuevo México.
En ese lugar, el hallazgo de los restos de un extraño artefacto generó toda clase de especulaciones.
En 1994, un informe de las Fuerzas Armadas concluyó que en realidad se trataba de un micrófono que se elevaba con un globo, relacionado con un proyecto secreto que buscaba detectar pruebas nucleares soviéticas.
Los teóricos de la conspiración, sin embargo, aseguraron que en realidad se trataba de una nave alienígena que tiempo después fue trasladada al Área 51 para ser investigada.
En 1989, un hombre llamado Bob Lazar dijo haber trabajado en el Área 51. Según su testimonio, ahí vio fotografías de extraterrestres y aseguró que el gobierno usaba las instalaciones para examinar ovnis.
Lazar, sin embargo, nunca presentó evidencias contundentes.
Y hay leyendas para todos los gustos.
Quienes creen que la llegada del hombre a la Luna fue un fraude, dicen que fue en el Área 51 donde se filmó todo el montaje. Otros dicen que la base está conectada por túneles subterráneos que llegan hasta Las Vegas.
Quienes trabajaron ahí niegan estas teorías, pero reconocen que su información es limitada.
Jim Freedman, quien fue administrador en la base, le dijo a National Geographic que llegó a escuchar que el Área 51 podría ser solo la fachada de un área aún más secreta, pero que no tiene manera de comprobarlo.
Nadie tiene evidencia de que los extraterrestres hayan venido a visitarnos, pero los científicos que estudian los fenómenos ovni no tienen un interés particular en buscarlos en el Área 51.
«La comprensible necesidad de proteger información militar clasificada le da a los teóricos de la conspiración la munición que necesitan para afirmar que ahí esconden extraterrestres«, le dice a BBC Mundo el astrobiólogo Douglas Vakoch, presidente de Mensajes a Inteligencia Extraterrestre, una organización científica que trata de contactar señales de vida por fuera de la Tierra.
Según Vakoch, el secretismo de la base «les da una buena excusa para no ser capaces de proveer evidencia».
Para él, el caso de Roswell tampoco tiene sentido.
«Si unos extraterrestres pudieron viajar billones de kilómetros de manera segura para llegar a la Tierra, ¿por qué le fallarían los frenos en los últimos 100 metros?».
Seth Shostak, astrónomo en el Instituto de Búsqueda de Vida Extraterrestre Inteligente, sostiene que la evidencia de ovnis en el Área 51 es «pobre y anecdótica».
«Los testigos oculares son el peor tipo de evidencia que puede haber, es evidencia de calidad inferior«, afirmó en un video reciente de la organización.
¿Vale la pena ir?
El Área 51 está fuertemente vigilada y quienes la resguardan están autorizados a usar la fuerza letal contra quienes intenten sobrepasar los límites.
Las autoridades han recalcado que lo más importante es que nadie intente acercarse a la base.
El Área 51 «es un campo de entrenamiento abierto para la Fuerza Área de Estados Unidos», le dijo Laura McAndrews, vocera de la Fuerza Aérea, al diario The Washington Post.
«Desalentamos a cualquiera que intente ingresar al área donde entrenamos a las fuerzas armada estadounidenses. La Fuerza Aérea siempre está lista para proteger a EE.UU. y sus bienes».
Shostak lo advierte de manera más directa.
El día que alguien intente entrar al Área 51, puede ser «el último día» de esa persona, dice el científico.
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